Ancelotti en su salsa
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Todo el madridismo estaba de acuerdo -me da que incluso los mouriñistas- de que había que airear la atmósfera del vestuario, pero no la forma de jugar. Eso que dicen sistema. Se trajo al entrenador Ancelotti para atender la necesidad respiratoria, pero no se cayó en la cuenta de que el italiano no está para aventuras dificultosas y que navega sin prisas ni alteraciones hacia su Ítaca particular, recogiendo en puertos generosos millones con los que gozar en su jubilación. Ancelotti siempre ha vivido bien entre buenos futbolistas, en el Milán eran hasta extraordinarios, a los que no ha hecho mejores y con los que se ha ido ganando un prestigio más ficticio que real.
A Madrid ha llegado como resignado y sin ganas. Un tanto abúlico y afuncionariado, dando la sensación de no conocer el paño que ha comprado, y sin decidirse a tejerlo si como colcha o cortina. Personalmente creo que el equipo ya estaba hecho. Que el contraataque de relámpagos solo necesitaba un mínimo retoque... y que para éso vino Bale.
Pero, no. Ancelotti quiere hacerse valer en el Bernabéu presentando un guión para el que ni el público ni mucho menos los actores están preparados y así... sus ensayos -porque aún anda ensayando- son indigeribles e ininteligibles. Sabido es que falta carácter, el que impone Xabi Alonso, pues los ademanes de Sergio no pasan de posturitas de machaca,... y se necesita casta, abandonada en los jacuzzis, con ejercicios de relajación aprendidos de terapeutas psicológicos, mas pendientes de la satisfacción personal que del sacrificio en favor del prójimo, si es que entre los jugadores del Real Madrid se entiende lo que significa prójimo. Pueden aprenderlo del Atlético de Madrid, el equipo de Europa que mejor compite hoy, y en vez de tomar como afrentosa la derrota, aplicarse en la emulación de la concentración y el coraje, a los que sumadas técnica y clase bastaría para intimidar.
El Atlético de Madrid es capaz de ganar a cualquiera, y no es extraño ni sorprendente perder ante las fieras de Simeone. Ancelotti no debe avergonzarse por lo que pueda pasar en un encuentro concreto donde todo puede salir mal. En lo que debe recapacitar es en lo que sus futbolistas tienen más pericia. En el arte de robar emboscando y en buscar el pase, no el toque, al tartán de sus atletas. Allí donde Cristiano, Di María y Bale son inalcanzables. Enredar a estas alturas con el verbo combinar del que hablaba un entrenador que tuve en el San Esteban es parla de butaneros. Como la de Lucio en el Bar Alteza detrás de la catedral, después de repartir bombonas en Gamonal.