lunes, 9 de septiembre de 2013

Entre pillos anda el juego




Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Lo de Madrid 2020 en Buenos Aires ha sido un “remake” de “Entre pillos anda el juego” (“Trading Places”: dos viejos plutócratas con pinta de miembros del Comité Olímpico jugando con los destinos de dos pringados), de John Landis, sólo que con un gafe en la trama que en la película no salía.

    La piñata olímpica cayó en Japón quizás porque su delegación interpretó un melodrama de Douglas Sirk, muy llorón y muy culé, con fragmentos de “Heidi”, de “Marco” y de “Oliver y Benji”, donde no faltó la estampa infantil de un Xavi nipón haciendo su rondo de La Masía en los potreros radioactivos de Fukushima. 


Contra eso, los delegados españoles sólo contaban con el folletín periodístico de la suplencia de Casillas, y no lo contaron, con lo que seguramente nos perdimos el voto de Alberto, ese príncipe.
   
Lo más que llegó a ofrecer Ana Botella fue un café con leche en la Plaza Mayor, y eso no es soborno para los dionisiacos miembros de un Comité Olímpico.

    Más el gafe.

    –El corte de luz de Buenos Aires me ha recordado lo que contaba Beni de Agustín el Melu: “Esta avería no es del barco, esto es de la Sevillana” –tuiteó sabiamente Antonio Burgos.


Fuese la luz, y con el apagón TVE nos dejó a solas, en Buenos Aires, con Paloma del Río (“¿Culé? No. Antimadridista”) y su alfalfa olímpica, y en Madrid, con Ernest y la importancia de llamarse Ernest. Nuestros delegados, pues, actuaron a oscuras, y sus discursos fueron como una pelea de negros en un túnel, provocando la confusión en Sergio Ramos, que se fue con Pilar Rubio a cenar sushi para celebrarlo.


Total, que nos hemos quedado sin Juegos como nos quedamos sin Özil, que a mí siempre me pareció, por su arte sin carácter, un “jugador del Betis”.

    –Los de los cojones a mandar y los del arte a acompañar –dicen los taurinos, que son los únicos que lo tienen todo dicho.

    Menos Gallito, en los toros todos los mandones han sido cordobeses: Lagartijo, Guerrita, Manolete y El Cordobés. (Luego, la caricatura del “mando” la hizo el gran Curro Fetén: “Para ser figura del toreo hay que mandar, y Fulanito no manda. Y si manda, aquí no llega”).
    
Todos tenemos la cabeza llena de futbolistas de mando y de futbolistas de arte. Los de mando tienen de su lado a la estadística, y los de arte, al gusto. Los entrenadores prefieren a los primeros porque cuando una compañía sale a una misión lo que más valora el capitán es una garantía para regresar a la base. Sólo los “hestetas” (con hache) prefieren a los segundos.

    En aguda descripción de Juan Luis Romero Peche, que la publicó en su “Libelo contra los estetas”, la “hestética” es atajo progresista para evitar el desconcierto artístico, elocuencia áptera, optimismo sandio.

    –La hestética es tener la fama mientras otros cardan la lana, un mundo de femineidad masculina: de machorras sensibleras, locas culturistas, viragos lloriqueantes y sargentas antibelicistas.
    
¿Qué tiene que ver esta “hestética” con la grandeza del Real Madrid representada en la depredación de Di Stéfano?


CAPITANES Y BISAS
    Casillas y Sergio Ramos son los capitanes del Real Madrid, pero ejercen el cargo como bisas, que en la mili eran los veteranos (“bisas”, de “bisabuelas”) que vivían de los novatos. Casillas es suplente en el Madrid, pero titular en el Combinado Autonómico, porque para Del Bosque el de portero es un puesto que “no lo decide la calidad”, como tiene demostrado en el Madrid, sentando a Casillas en beneficio de César, y en “la Roja”, sentando a Valdés en beneficio de Casillas. Y Sergio Ramos es… el hombre que comía sushi viendo amanecer.
Villaviciosa, Asturias