Concha y Sierra en Madrid
José Ramón Márquez
Ciento veintiún años después ahí sigue Concha y Sierra en los carteles de Madrid, y que sea por muchos lustros. Ahora la vacada anda en manos francesas en su peregrinar de mano en mano, aunque estos seis que hoy salieron en Las Ventas son aún de los que criaron los de «María Luisa S.A. Explotaciones Agropecuarias». Y lo que salió de chiqueros hoy en Las Ventas fueron seis novillos serios, lustrosos y bien criados, con trapío y con las características capas de la casa. Acaso el tercero, Mañico, número 17, bajó un poco en su presentación, y un jubilado de la andanada de los viejos expuso esa circunstancia de forma pública algo abrupta, pero ya es sabido el poco crédito que solemos darle a esos ancianos.
Corrida interesante en conjunto, que se ha salido de los habituales comportamientos del descaste, la bobería y la estulticia tan caros a los defensores del mal llamado «toreo de arte», presentando el ganado comportamientos de más inteligencia, viveza y casta de lo que se suele ver por aquí y por allá. El novillo más «claro», por decirlo en la deprimente terminología que han ido imponiendo, fue el primero, un castaño salpicado que era una lámina de Perea y que atendía por Pingüino, número 18. El más cambiante fue el sexto, Coscorrón, número 41, bastante manso en su comportamiento y que cuando embestía lo hacía a oleadas y con bastante mala leche. Entre medias de esos dos tuvimos a Florido, número 37, un sardo para llevar a una exposición, que demandaba delante un torero con mando y oficio, al Mañico antes dicho, que fue cobrando dimensión de toro serio a medida que avanzó su lidia y especialmente después de los dos buenos pares de banderillas que le puso Manuel Ángel Gómez, a Bermellón, número 45, que recibió dos buenas varas de Juan Gil que, deseoso de hacer bien las cosas, citó de largo echó la vara de detener y castigó con justeza, y a Recogedor, número 3, que adoleció de algo de falta de fuerzas de salida pero que cambió por completo tras su paso por las manos de Santiago Pérez, que agarró dos sobrios puyazos muy bien puestos y en los que midió perfectamente el castigo.
Para despachar esa corrida llena de complicaciones la Banda de Taurodelta escribió en los carteles los nombres de Fran Gómez, nuevo en esta plaza, Andrés Jimémez «Gallo Chico» y Sergio Salas «El Pijorro», también nuevo en esta plaza, tres toreros que en conjunto sumaban una, cinco y ninguna actuaciones con caballos el año pasado. Vamos, que «El Pijorro» hacía hoy su debut con caballos en su presentación en Las Ventas, convertida por la mano de esta inmunda Taurodelta con la aquiescencia del olímpico Abella, conocido por todos los miembros del COI como Abeya, en la plaza de la oportunidad o, más aún, en la estación del último tren.
¿Y cómo estuvieron los chicos? Pues como todos. ¿Qué queremos? Si los jefes de la movida han puesto de moda el toreo light, toreo donde no se echa la muleta adelante, donde no se echa la pata adelante, donde no se remata el muletazo, no vamos a pedir a estos tres que se pongan a hacerlo, que a lo mejor ni saben que aquello se puede hacer.
Lo que resulta claro a la vista de la corrida de hoy es que esas mañas que forman el toreo moderno, no resultan nada útiles en el momento que el toro tiene una mínima iniciativa propia, y esta tarde quedó demostrado que ese dar pases sin ton ni son, ese acompañar sin mandar que se practica a mansalva ni sirve para corregir defectos ni sirve para ahormar embestidas. Al final lo único que pudieron presentar los muchachos frente al encierro de Concha y Sierra fue su valor: están hueros de oficio lidiador, porque les enseñan a estar con el toro colaborador -o colaboracioniosta-, y les inculcan que el toreo se reduce a que el bicho vaya y venga de acá para allá. El otro día en Morata unos novillos fuertes de Zacarías Moreno desnortaron por completo a tres muchachos bastante más placeados que estos de hoy, que bastante trago han pasado con tener que vestirse de toreros para hacer el paseo en La Monumental a jugarse sus carreras a una carta con divisa blanca, gris plomo y negra.
La papela de Abella
Gómez, Jiménez y Salas
Pingüino
Florido
Mañico
Bermellón
Recogedor
Coscorrón
Lo de todos los días
Más de lo mismo
Como todos
Los de El Pijorro
Juan Pedro
El camarote