La soleda California
José Ramón Márquez
San Clemente, al borde del mar, es una ciudad residencial donde te puedes comprar una casa a partir de dos millones de dólares. La ciudad se fundó en los años 20 tomando el nombre de una isla que hay frente a ella a la que bautizó el militar y explorador Sebastián Vizcaíno por haber llegado a ella el día de aquel santo. La isla es ahora propiedad de la Marina y la ciudad recibe el sobrenombre de “Spanish Village by the Sea”
Estas formas que tienen en América las ciudades son algo difíciles de entender para nosotros, acostumbrados a la plaza, la iglesia y el gobierno civil. Aquí, ciudad es un conjunto de viviendas que forman esa ‘comunidad’ como ellos dicen, pero que a nuestros ojos más parece una urbanización de las afueras, de esas de la ‘calidad de vida’, de los que tardan diez minutos justos en llegar al centro desde Majadahonda. En San Clemente se afincó Richard Nixon, en una villa llamada ‘La casa pacífica’, de arquitectura inspirada en un caserío de San Sebastián, a la que se llegó a conocer como la ‘segunda Casa Blanca’; en ella habitó y escribió sus memorias hasta que en los años ochenta se trasladó a vivir a New Jersey.
Esta costa, hacia arriba, hacia L.A. y hacia abajo, hacia San Diego, está dominada por el surf, que es el deporte nacional californiano. Por la calle los hombres, descalzos, portan sus tablas, en las playas más salvajes los surfistas acampan con tiendas de campaña o con sus motor homes, las bicicletas de los niños tienen acoplado un elemento que sirve para transportar las tablas, los autos portan tablas amarradas al techo y las tiendas ofrecen sus productos surferos. Entre San Clemente y la playa pasa la vía del tren. Al sur de San Clemente está San Onofre una playa de cinco kilómetros donde ya se surfeaba en los años ’20 y que fue declarada Playa Estatal en 1971, durante el mandato de Ronald Reagan como gobernador de California. Todo el rato hay surfistas en el mar, con sus trajes negros, que el agua debe estar fría de bigotes.
Seguimos hacia el sur, hacia San Diego, que es la octava ciudad en número de habitantes de Estados Unidos y que debe su prosperidad a la presencia de la Fuerza Naval. De hecho en San Diego se halla la base de la mayor flota naval del mundo, en la que hay desde submarinos nucleares hasta los super portaaviones Nimitz y Ronald Reagan; es aquí precisamente donde tuvieron que venir en cierta ocasión los de Star Trek –Kirk, Spock, Sulu- en su viaje espaciotemporal a recoger una ballena que les hacía falta en una película para evitar la destrucción del mundo.
También fue Sebastián Vizcaíno quien le puso el nombre a San Diego, cuando cartografió la costa a principios del XVII, y aquí estableció Fray Junípero la primera misión en la Alta California, a la que seguirían muchas otras hacia el norte, a lo largo del Camino Real, ese rosario de Misiones que recorría la Baja y la Alta California.
Desde San Diego, por el elegante Coronado Bridge, se llega a la Isla Coronado, una encantadora comunidad de cuidadas residencias, tiendecitas y restaurantes ‘bonitos’ donde se halla el edificio del Hotel Coronado, conocido mundialmente por ser el lugar donde Tony Curtis se trata de ligar a Marilyn Monroe en ‘Con faldas y a lo loco’. A la entrada del hotel, un cartel advierte de que por tratarse de un edificio antiguo, pues data de 1888, en su construcción se emplearon materiales que hoy día son considerados como cancerígenos o que pueden causar malformaciones en los fetos, que estamos en el país de los abogados y no hay que dejar resquicio a las posibles reclamaciones.
Hoy, en vez de aquella orquesta femenina de Sweet Sue and her Society of Syncopaters hay un grupo de rockeros ya metiditos en años, tocando con perfección el You really got me de los Kinks. Nadie toca el ukelele y frente al hotel no hay embarcadero, nunca lo hubo, para que Osgood amarre su motora.
Estas formas que tienen en América las ciudades son algo difíciles de entender para nosotros, acostumbrados a la plaza, la iglesia y el gobierno civil. Aquí, ciudad es un conjunto de viviendas que forman esa ‘comunidad’ como ellos dicen, pero que a nuestros ojos más parece una urbanización de las afueras, de esas de la ‘calidad de vida’, de los que tardan diez minutos justos en llegar al centro desde Majadahonda. En San Clemente se afincó Richard Nixon, en una villa llamada ‘La casa pacífica’, de arquitectura inspirada en un caserío de San Sebastián, a la que se llegó a conocer como la ‘segunda Casa Blanca’; en ella habitó y escribió sus memorias hasta que en los años ochenta se trasladó a vivir a New Jersey.
Esta costa, hacia arriba, hacia L.A. y hacia abajo, hacia San Diego, está dominada por el surf, que es el deporte nacional californiano. Por la calle los hombres, descalzos, portan sus tablas, en las playas más salvajes los surfistas acampan con tiendas de campaña o con sus motor homes, las bicicletas de los niños tienen acoplado un elemento que sirve para transportar las tablas, los autos portan tablas amarradas al techo y las tiendas ofrecen sus productos surferos. Entre San Clemente y la playa pasa la vía del tren. Al sur de San Clemente está San Onofre una playa de cinco kilómetros donde ya se surfeaba en los años ’20 y que fue declarada Playa Estatal en 1971, durante el mandato de Ronald Reagan como gobernador de California. Todo el rato hay surfistas en el mar, con sus trajes negros, que el agua debe estar fría de bigotes.
Seguimos hacia el sur, hacia San Diego, que es la octava ciudad en número de habitantes de Estados Unidos y que debe su prosperidad a la presencia de la Fuerza Naval. De hecho en San Diego se halla la base de la mayor flota naval del mundo, en la que hay desde submarinos nucleares hasta los super portaaviones Nimitz y Ronald Reagan; es aquí precisamente donde tuvieron que venir en cierta ocasión los de Star Trek –Kirk, Spock, Sulu- en su viaje espaciotemporal a recoger una ballena que les hacía falta en una película para evitar la destrucción del mundo.
También fue Sebastián Vizcaíno quien le puso el nombre a San Diego, cuando cartografió la costa a principios del XVII, y aquí estableció Fray Junípero la primera misión en la Alta California, a la que seguirían muchas otras hacia el norte, a lo largo del Camino Real, ese rosario de Misiones que recorría la Baja y la Alta California.
Desde San Diego, por el elegante Coronado Bridge, se llega a la Isla Coronado, una encantadora comunidad de cuidadas residencias, tiendecitas y restaurantes ‘bonitos’ donde se halla el edificio del Hotel Coronado, conocido mundialmente por ser el lugar donde Tony Curtis se trata de ligar a Marilyn Monroe en ‘Con faldas y a lo loco’. A la entrada del hotel, un cartel advierte de que por tratarse de un edificio antiguo, pues data de 1888, en su construcción se emplearon materiales que hoy día son considerados como cancerígenos o que pueden causar malformaciones en los fetos, que estamos en el país de los abogados y no hay que dejar resquicio a las posibles reclamaciones.
Hoy, en vez de aquella orquesta femenina de Sweet Sue and her Society of Syncopaters hay un grupo de rockeros ya metiditos en años, tocando con perfección el You really got me de los Kinks. Nadie toca el ukelele y frente al hotel no hay embarcadero, nunca lo hubo, para que Osgood amarre su motora.
El Camino Real
Herencia hispana o traductor de Google
Tsunami
Culto al cuerpo por delante
Culto al cuerpo por detrás
Con faldas y a lo loco
Sweet sue
You really got me babe
Fuerza Naval
Atardecida