miércoles, 7 de agosto de 2013

Nueva York al día. Del ciclista memo a la provocación Moma

 Figurengruppe, deKatharina Fritsch, que no ha tenido huevos para
 incluir en su pieza las imágenes de Jomeini, de Mahoma,del Rey Fahd y del Imán de Fuengirola


José Ramón Márquez

Las globalización tiene sus cosas, que ahora te compras por internet lo que te de la gana, y si quieres ahí tienes a los de MyUs.com para proporcionarte una dirección falsa y que no te prives de comprar en Macy's sin necesidad de subirte en un avión. Antes era distinto, porque ibas a Zaragoza y te volvías a Madrid con un caramelo como un adoquín con la imagen de la Virgen del Pilar en el envoltorio, que era una seña baturra de identidad y que no había otro sitio donde adquirirlo que en los aledaños de la Basílica. Lo del adoquín sigue lo mismo, que el que lo quiera se tiene que ir a por él a Zaragoza, pero para lo demás ya apenas van quedando cosas que distingan a unos lugares de otros.
Si acaso, el paisaje.

En el paisaje de Manhattan llaman la atención dos cosas. Una es que aquel paso sin transición que había entre barrios buenos y barrios malos, muchas veces abruptamente separados tan sólo por una calle, se ha desvanecido, ya no existe. Aquel Bowery, que parecía un paisaje después de la batalla poblado de zombies borrachines y lleno de suciedad por doquier, o aquella calle 42 oeste, desde Times Square, poblada de prostitutas, de astrosos neones y de negocios ínfimos, han dado paso a una cosa mucho más amable, más Disney, más organizada, donde no hay asomo de aquella difusa sensación de riesgo que, a veces, de pronto te asaltaba.

Y choca ese avance que se ha producido en lo que es la intangible sensación de seguridad con la inseguridad manifiesta que proviene de esa plaga contemporánea denominada 'el ciclista', plaga altamente contagiosa que infecta a Occidente y que se extiende virulentamente por las aceras de todas las calles de lo que se ha venido en llamar 'el primer mundo'. Claro que aquí un ciclista salvaplanetas sorteando las hordas de personas que caminan constante y simultáneamente por las aceras es como un videojuego en el que el ciclista es el que manda, se enfada e increpa al viandante. Es el paso de ventaja que nos llevan, que en Madrid aún los ciclistas van medio acochinados y, sobre todo, les falta el convencimiento del 'orgullo ciclista' para llegar a conquistar a saco las aceras. Aquí, una vez que se han apoderado del sidewalk, ya no dudan en tocar el timbre o vocear a quienes se interponen en su camino para que se aparten y no estorben, que para estos Gengis Khan del biciclo la acera es ya tierra quemada y conquistada.

En lo demás tienen los mismos hábitos que en otros sitios, que si no llevan casco ni luces, que si se saltan los semáforos como si esa luz roja en vez de estar para regular el tráfico estuviese para indicar la entrada de un puticlub, que si por mucho que ponga 'One Way' para ellos eso significa 'Two Ways' o las que les dé la gana, porque sólo obedecen a su libérrimo albedrío a la hora de circular. Va a haber ya que ir pensando que, lo mismo que los refugios que se hicieron por si la cosa de la bomba atómica, van a tener que construir corrales donde proteger a los hostigados peatones, que si volviese Lorca, seguro que tachaba del poema lo del huracán de negras palomas y lo sustituía por esta auténtica horda de aviesos ciclistas.

Y luego está lo del arte, que también tiene su arte. Con las tarjetas del ICOM entramos de gañote al MOMA y allí, en el patio, al lado de la cabra de Picasso, aficionado a los toros y visionario que en ella inmortalizó en bronce, bajito de agujas y regordío, a uno de los toros que mata el July, se encuentra un grupito escultórico con la clásica cachondada de poner a la Virgen del Rosario, a San Jorge, a San Patricio y a Santa Rosa de colorines junto a otras cosas como un busto o una serpiente. Es una pieza de la artista Katharina Fritsch titulada Figurengruppe, que fue regalada al Museo en 2009 por Maja Oeri y Hans Bodermann y cuyo indudable valor ni se cuestiona, pero que lleva a pensar que también habría quedado bien y, posiblemente, mucho más provocativa si Katharina Fritsch hubiese tenido huevos para considerar la posibilidad de utilizaren su pieza las imágenes de Jomeini, de Mahoma,del Rey Fahd y del Imán de Fuengirola.

 La última conquista de Occidente