El cormorán de Lastres
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Casi toda la publicidad de TV está copada por productos contra el estreñimiento, y eso significa que España es ahora mismo un país que no obra.
Pena me dan los Arsuagas del futuro, si han de deducir nuestras dietas por los restos que dejamos, aunque hay una banda de rock que firma un gran tema de amor con la marca de una crema hemorroidal.
Se come mal y, sobre todo, muy caro: hay cuentas que al sumar la fecha al importe cortan incluso la respiración, pero es una práctica hostelera justificada por el refranero (“ave de paso, cañaso”) y por la crisis.
–¿Cuarenta euros por un ala de pollo?
–¡A ver! Nos matan a impuestos y por aquí no pasa nadie.
En historias así se basó el viejo psicoanálisis para hacer sus juegos malabares con el oro y el excremento.
Es sabido que cuando al obispo Berkeley le dio por negar la materia, el doctor Johnson, que vendría a ser como el Punset dieciochesco de Inglaterra, dio una patada a una piedra al grito de “¡Así refuto yo el inmaterialismo!” Pero los psicoanalistas recalcitrantes, que vendrían a ser como los organilleros de Viena, dedujeron que si el obispo se empeñaba en negar la materia era por vengarse de una colitis tremenda que padecía.
El mal no viene de ahora: durante años Carmen Machi ha puesto cara, que la estoy viendo, al Virgilio que nos guiaba con un yogur en la mano por el infierno del estreñimiento.
¿Cuánto puede aguantar un país sin obrar?
En Inglaterra el cocinero Jamie Oliver sale en TV con smoking y una carretilla para medir las deposiciones anuales de un inglés medio, en general muy inferiores a las marcas de lo saludable.
–Amigo, usted come mal –espeta Jamie a su conejillo de Indias, perplejo ante las dimensiones de un muladar que es la performance estadística de su vida animal.
¿Por qué, y pieno en la nueva movida de Gibraltar, si ellos tienen al obispo, al doctor y, presentando la basura, al cocinero, nosotros hemos de tirar con Punset, con Machi y, presentando la basura, con Paz Padilla?