Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Comparece hoy el presidente del Gobierno para dar explicaciones a los balizas de la ética sobre esos duros sevillanos que son los papeles de Bárcenas.
Los mismos balizas que afean la demonización del maquinista (el marrón se lo ha de comer la Renfe, por llamar) exigen que Mariano compulse la libreta de Bárcenas para inculparse del asesinato de un muerto que todavía no ha aparecido.
En lo del maquinista, Llamazares, que es doctor por La Habana, Cuba, ya ha dicho que quiere una comisión de investigación porque, por sus cálculos, “el factor humano no puede ser el único determinante”, y si uno tuviera sitio en este folio me detendría a considerar las posibilidades de ese gran principio gasparino en el supuesto de que el maquinista fuera, por ejemplo, cura.
Mas el personaje, hoy, es Rajoy, a quien todos los balizas, una vez seguros de no haber abonado en la vida una sola factura sin IVA, tirarán la primera piedra de la dimisión.
–¿Y los trajes, don Mariano? ¿Qué nos puede usted decir de los trajes?
Madrid, en agosto y con dinero, Baden Baden.
Pero Madrid, en agosto y con los balizas, Nuremberg (pasado por la glosolalia de Antonio Ozores).
En una democracia, estos retales de Bárcenas y estos restos de fin de temporada del cuarto poder no darían sino para el redondeo de aquel cronista habanero que escribió: “Los dos tortolitos hicieron su nido pajita a pajita”.
Pajita a pajita, el nido de España.
Yo de Mariano les contestaría a los balizas lo que Del Bosque, dueño de una socialdemocracia salmantina, a los revistosos:
–Soy un entrenador normal, con influencias de entrenadores humanistas.
Y que aten esa mosca por el rabo.
Pero la humanísima tentación de mandar a los balizas a hacer gárgaras es un lujo sólo al alcance de entrenadores románticos (“antihumanistas”), como Mourinho.
Que yo no sé si este presidente será el mejor de los habidos. Desde luego sí es el que más cosas ha hecho... y con menos ruido.