García Cuervo, Osorio, Gómez, Raúl, Alcorta, Ederra
Arráiz, Olalde, Quirós, Pocholo y Estévez
Arráiz, Olalde, Quirós, Pocholo y Estévez
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Vuelve el fútbol y al periodismo no parece importarle. Acostumbrado a mascar el chicle del franquismo eternamente, el periodismo alarga el mouriñismo para intentar vender ases y marcas desde la comodidad de vivir contra alguien, en una cobarde beligerancia que desprecia lo importante y alardea en lo accesorio.
A mí no me convence el entrenador Mourinho, como tampoco me gusta Menotti, Schuster, Wegner ó Lucas Alcaraz. Quizás no haya razones objetivas en mis gustos, pero si tenemos en cuenta que nada hay mas subjetivo que el fútbol, entiendo que el aficionado discuta por lo más conveniente para su equipo. Lo que no entiendo es la obsesión periodística por buscar tres pies al gato cuando el entrenador del Madrid o el Barcelona decide no sacar de titular a sus niños bonitos. Casillas, un poner. Ó Neymar, otro que tal.
A un periodista de Madrid oí decir en la radio que la sombra de Mourinho permanece en el Madrid y que es posible que Ancelotti reciba órdenes “de arriba” para que no juegue Casillas, con un desprecio infinito hacia un míster que venía de “allenatore” de los que el periodista dijera y que tenía todas las bendiciones hasta el primer once.
He visto a los entrenadores -muchísimos- dirigir entre semana y el hábito me enseñó a distinguir a los jugadores indolentes, vagos, gallitos, resabiados, listillos, impuntuales.... de los cumplidores y comprometidos. He visto a entrenadores que no quieren ver las malas actitudes y se hacen los locos mirando papeles en blanco o hablando con algún ayudante de espaldas al plantel y otros que reprendían a voces el ahorro de mínimos esfuerzos.
He visto a los entrenadores -muchísimos- dirigir entre semana y el hábito me enseñó a distinguir a los jugadores indolentes, vagos, gallitos, resabiados, listillos, impuntuales.... de los cumplidores y comprometidos. He visto a entrenadores que no quieren ver las malas actitudes y se hacen los locos mirando papeles en blanco o hablando con algún ayudante de espaldas al plantel y otros que reprendían a voces el ahorro de mínimos esfuerzos.
En Burgos hubo un portero que vino de Asturias que tenía amedrentado al entrenador Román Galarraga del que hacía mofa ante la plantilla sin importarle los pocos testigos infantiles que mirábamos asombrados su falta de respeto. Llegaba el domingo y en vez del internacional juvenil Taladrid, asturiano también,que tanto se esforzaba en los entrenamientos, salía García Cuervo, un auténtico capo de vestuario, que recibió su propia medicina cuando intentó “...limpiar el vestuario del Spórting”, hará unos veinte años. Desde entonces nada más se supo.
Naya, el entrenador políticamente mas incorrecto -hoy, el comité de buenas costumbres no le permitiría ejercer- ponía firme al más pintado y si tenía que sentar dos tardes a Viteri -con lo que era Viteri- pues lo sentaba tras una bronca descomunal ante crítica y público presente en El Plantío.
Ancelotti sabrá lo que pasa durante la semana. Lo mismo que el Tata Martino. Como sabía lo suyo Mourinho. Puede que Diego López también conozca el paño. Como lo conocía Taladrid, al que encuentro de nuevo en Córdoba recuperado de maldades físicas que le han apartado demasiado tiempo de la calle. Sigue repartiendo correspondencia con una furgoneta naranja y se para contento de que alguien le recuerde.
-Mandaban mucho los viejos. Yo era jovencito y el míster ni me miraba. Si, sí... García Cuervo tenía tela, Dios me perdone...