Bola de fuego
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Un periódico que reparte la ética como Dios la belleza dice que con lo que vale Bale podría salvarse el CSIC.
¡Bale de fuego!
Porque el CSIC parece la versión española de “Bola de fuego”, la comedia de Howard Hawks con guion de Billy Wilder alrededor de unos sabios vejetes que pierden la chola con la visita de Barbara Stanwyck, y no es señalar a la ex ministra Garmendia, aunque con ella, más la colaboración de su colega Martínez Alonso (A. en las tarjetas de visita) durante la “rave” zapateril, se acabó de perder el CSIC.
Los españoles sabemos de I+D por lo que dijo una noche electoral Ercoreca en TV:
–Venía yo de Bilbao y un empresario me dio la receta: I+D, Ercoreca, I+D.
Cuando la ciencia era ciencia, I+D era lo que con las células nerviosas hacía Cajal, el Cavia del microscopio, en su modesto laboratorio madrileño, con alguna escapadilla a la casa de las señoritas putas, que diría el poeta Almafuerte, donde Luis Calvo (que es quien refiere el cuento) y otros calaveras, que tenían menos prisa, le cedían la vez.
Cuando la ciencia es política, el I+D es quitar la placa latina de Franco y poner un árbol de Chirino. Es invertir en preferentes (¡los sabios!) y es que la revista “Science” te pida la retirada de un artículo. Es sacar a mear en el árbol de Chirino al bacteriófago Jeremiah y es acumular quinquenios en el relato de las aventuras de la mosca Drosophilla.
A veces la ciencia es religión, y entonces el I+D es doña Carmen Vela en el Círculo de Bellas Artes llamando “teocracia” al gobierno de Rajoy.
A mí me cae simpático el CSIC porque de sus redomas salió la receta de la gula del Norte, pero no daría ni una bota de Bale por salvarlo.
El Madrid es el club más rico porque hace inversiones como la de Bale, sin las cuales sería una cosa ruinosa como el CSIC.
–¡Tratan a la ciencia como a una empresa! –se escandalizaban el otro día en Burgos unos sabios del Museo del Mono.
Cráneos privilegiados.