martes, 13 de agosto de 2013

Payasos: un alegato en favor de Ricardo Arjona




Alberto Salcedo Ramos

Cuando descubrí a Ricardo Arjona en la televisión, lo que más me impresionó no fue la tontería de sus versos sino el engreimiento con el que los cantaba:

“Hay pingüinos en la cama
por el hielo que provocas
si hace un mes que no me tocas”

“Patético”, pensé, y en seguida supuse que un adefesio de ese calibre desaparecería pronto de la escena, borrado por la industria discográfica u olvidado por el público. Además, me dije, si acaso se le diera por seguir cantando sería imposible que compusiera una majadería peor que esa de los pingüinos en la cama, porque la estupidez tiene un límite y él, seguramente, acababa de alcanzarlo.
En cuanto a los dos primeros pronósticos, me equivoqué de cabo a rabo: el tipo, aparte de ser mimado por su compañía disquera, ha recibido los favores de miles de personas que lo consideran un híbrido de trovador con profeta.

Mi tercer vaticinio tampoco fue afortunado: año tras año, Arjona se ha encargado de demostrar hasta la saciedad que es una cantera inagotable de disparates. Un día canta: “será porque no me gusta la tapicería/ que creo que tu desnudez/ es tu mejor lencería”. Y al día siguiente, cuando nos imaginamos que le resultará imposible sacarse de la manga una sandez tan colosal como ésa, él vuelve a la carga con la propuesta más embrollada y ridícula que un amante le pueda plantear a su musa: “mejor dime que no/ y dame ese sí como un cuentagotas/ dime que no pensando en un sí/ y déjame lo otro a mí”.

Eran los tiempos en que Arjona me caía mal. No me mortificaban tanto las necedades que escribía como sus poses. Y lo peor era, justamente, esa falta de límites que mencioné hace un momento, la cual quedó en evidencia, una vez más, cuando Arjona salió al mercado con la que podría considerarse su apuesta más arriesgada: una canción dedicada a la menstruación: “de vez en mes te haces artista/ dejando un cuadro impresionista/ debajo del edredón/ de vez en mes con tu acuarela/ pintas jirones de ciruela/ que van a dar hasta el colchón”.

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