Belmonte en la Maestranza, sin chaquetilla de alamares
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Don Ramiro de Maeztu (y no Felipe Mellizo, como sostenía mi profesor de periodismo) fue el primer corresponsal de un diario madrileño en Londres, el pueblo mejor dotado temperamentalmente para eso que Cebrián llama, con pedantería de académico, “la gobernanza”.
Maeztu vio a Inglaterra estremecerse porque un día de verano se quitó un juez la peluca, igual que otro día de verano viera Pemán estremecerse a la Maestranza porque Belmonte, con la Giralda a punto de doblarse de calor, quiso quitarse la chaquetilla.
Y así fue como Maeztu dio con su famosa fórmula para la estabilidad política y social:
–Ser es defenderse.
Con esa fórmula, Mourinho, que también vino de Inglaterra, tiene el récord goleador en la Liga española, aunque ahora está Ancelotti, que dice que “ser es atacar”, y promete pulverizar con eso aquel registro.
Pero estábamos en Maeztu, que no concebía nada más heroico que la defensa constante del “ser” social y nacional.
–No entiendo nada –dice Messi llegado a este punto.
¿Qué está pasando en España, para que ni Messi entienda nada?
Veo indignación por el rebaje de Urrusolo, el etarra que en su día se quejó a sus jefes de tener que poner bombas con becarios mientras ellos se ponían tibios de besugo (sic) al otro lado de la muga.
Pero la crisis acabó con los besugos y las fondas donde buscarlos, empujándonos a distraer el apetito con los libros.
–En mi libro hablo de mi traumática experiencia en los salesianos –tuitea Revilla, ese epígono clupeiforme de Menéndez Pelayo.
–No puedo entender que la gente haya asumido como normal algo tan bestia como tener que depilarte –declara Lucía Etxebarria, acorralada por el revistero cultural que la entrevista: “¿Es cierto que la medida de tus tetas va en relación inversa al cociente intelectual de los hombres a los que atraes con ellas?”
Y ella, defendiéndose:
–Sí.
¿Cómo no va a parecerle “tonto y analfabeto” Rajoy, que ni mamonea ni se afeita?