DOMINGO, 30 DE JUNIO
Y sucedió que cuando se cumplían los días de su ascensión, Él, con determinación, afirmó su rostro para ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de Él; y ellos fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos. Pero no le recibieron, porque sabían que había determinado ir a Jerusalén. Al ver esto, sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: "Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo y los consuma ?" Pero Él, volviéndose, los reprendió, y dijo:
-Vosotros no sabéis de qué espíritu sois, porque el Hijo del Hombre no ha venido para destruir las almas de los hombres, sino para salvarlas.
Y se fueron a otra aldea. Y mientras ellos iban por el camino, uno le dijo: "Te seguiré adondequiera que vayas." Y Jesús le dijo:
-Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.
A otro dijo:
-Sígueme.
Pero él dijo: "Señor, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre." Mas Él le dijo:
-Deja que los muertos entierren a sus muertos; pero tú, ve y anuncia por todas partes el reino de Dios.
También otro dijo: "Te seguiré, Señor; pero primero permíteme despedirme de los de mi casa." Pero Jesús le dijo:
-Nadie, que después de poner la mano en el arado mira atrás, es apto para el reino de Dios.
Lucas 9, 51-62