Abc
Como en el chiste de abogados con que Reagan saludó a su secretario de Justicia, dicen que este mayo ha sido tan frío que, para no salir a la calle, hasta los políticos han decidido extraer la sangre de sus propias venas: un servicio “vamp” a domicilio contratado por el Congreso tomará en el escaño las muestras de diputado para el análisis, que ahí queremos ver a Montoro, hecho, ay, un Pantaleón de la licuefacción.
Y es que, si a Bárcenas le han quitado el talonario suizo, a nosotros nos han quitado el mes de mayo como a Sabina le robaron el mes de abril, y ahora tendríamos que hacer como Michael Douglas en la hamburguesería y arremeter contra los frailones del cambio climático.
–¿Por qué la hamburguesa que usted me sirve no se parece nada a la del anuncio? –pregunta, metralleta en mano, y con cara de venado, William Foster (Michael Douglas) en “Un día de furia”.
¿Por qué, en vez de con guayabera, como se desprendía de los cálculos climáticos de Al Gore, he tenido que pasarme con gabán la feria de San Isidro entera?
Mediáticamente, hemos pasado del mayo francés, que era el de París, al mayo soriano, que siempre será el de Burgos.
¡Ah, la fragilidad de los mayos castellanos!
El gran descubrimiento poético de Machado, el Serrat de Sara Carbonero, fue el descubrimiento de la primavera sobre Castilla, basada, precisamente, en la fragilidad de esos mayos sorianos que nos ponen bufanda en Las Ventas.
–¿Vol Espanya una Catalunya amb el cap cot? –pregunta a sus contribuyentes la TV catalana, cuando acaban de fichar a la cresta más cotizada del fútbol.
Ese empeño de ser excepción es un modo moderno de ser vulgar.
Como si a Telemadrid, que en su “set” de los toros, por cierto, reparte unas bobas de pan con cabeza de jabalí que tiembla el misterio, le diera por preguntarse si España quiere un Madrid con primavera de Burgos.
Lo bueno de retrasarse la primavera es que también se retrasan la perneta al aire y la chancla.