Sagrados Corazones
Noche del Borussia
Jarroson
Lo bueno y lo malo (divertido al principio, agotador después) del Madrid es que lo deportivo ha dejado el protagonismo a lo político-social, porque cuando Mourinho llega al club se encuentra con un sistema de castas parasitarias que exterminar y sin ordenador en el despacho, y claro, el madridista que ve cómo un tío de fuera hace todo lo que tendrían que haber hecho los que se llenan la boca citando a Bernabéu siente a Mourinho como a uno de los suyos.
Mourinho, como Espartaco, lideró la revuelta de esclavos contra Roma de un madridismo harto y cansado del monopolio de los gañanes, los pusilánimes tristes, los mediocres y los gorrones que meten mano en el Madrid. La mafia periodística, las viudas de Casillas y Guardiola, los guardianes de la moral y los estandartes del Komando Txistu no han soportado (ni empresiarial ni emocionalmente) la comunión entre Mourinho y el madridismo en su defensa por la independencia y el rigor, y las represalias han sido consecuentes con el daño perpetrado a una infraestructura que se desangra día a día. Como pasó tras la batalla del Río Silario, los esclavos capturados fueron expuestos en una cruz en la vía Apia. La vía Apia del madridismo va del Santiago Bernabéu al Txistu. Empieza en el Paseo de la Castellana y llega a la Plaza Ángel Carbajo pasando por la calle Rosario Pino, y por ahí se puede ver a la madre (“bastarda”) y al hijo del entrenador -que hasta a lo familiar tuvo que llegar el escrache de los carroñeros de los valores-. Acompañan en una cruz Arbeloa, que ya no vale para el Madrid; Diego López, que ha okupado la Zarzuela; Coentrao, que costó 30 millones; Carvalho que es un mercenario; Khedira que no hace tikitaka y de milagro se salvó Alonso pese a considerar un buen entrenador al portugués. A Pepe lo tenían colgado en la cruz de los primeros, pero lo descolgaron a cambio de unas declaraciones a favor del yernísimo. Entre estas celebridades expuestas en la vía Apia madridista yacen madridistas anónimos (socios y aficionados) tildados de ultras y radicales por los popes de las radios y los periódicos.