José García Domínguez
Libertad Digital
Hace unos días, la España bienpensante dictó sentencia de muerte civil contra el diputado Antonio Cantó por un delito tipificado de lesa corrección política. Ocurre que el tribuno Cantó había osado decir la verdad a propósito de las denuncias falsas por violencia de género que atestan los juzgados españoles. Apenas erró en el porcentaje exacto, su único desencuentro con la realidad en todo ese asunto. Así las cosas, solo la urgente rectificación, humillándose raudo ante sus acusadores, ha frenado la ejecución simbólica del reo tras haber sido paseado ya por el cadalso de los medios de comunicación.
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