jueves, 13 de diciembre de 2012

Dolores

Francesco, giullare di Dio

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Estaba yo con la profecía de los mayas y la cosa de la primorosa Letizia en el concierto de “Los Planetas”, que son un poco como los pajarillos de “Francesco, giullare di Dio”, la película de Fellini/Rosellini, cuando me pilló la hora de la justicia:
    
Jueces y fiscales pararán una hora para protestar contra las reformas.
    
Una hora sin justicia.

    ¡La sinjusticia!

    En soberbio castellano lo dejó escrito fray Luis: “Adonde la azucena / lucía y el clavel, do el rojo trigo, / reina agora la avena, / la grama, el enemigo / cardo, la sinjusticia, el falso amigo...”
    
Siquiera por una hora, ¿pondrán la zarpa encima a Ternera? ¿Volverá al talego Bolinaga? (Cielos, qué titular para “Egin”: “Bolinaga vuelve a la cárcel”. Risas.)
    
El ministro Gallardón, que ya empieza a hacer frases de Yogi Berra (“la subida de las tasas es para pagar la justicia gratuita”), lo aclara en un taxi:
    
Gobernar es repartir dolor.

    Y ahí, más que a Sade, que era marqués, como Del Bosque, veo yo un “dry martini” de Camilo Sesto con un golpe de Antígona, efecto, sin duda, de los montajes teatrales de Calixto Bieito en la cabeza del ministro.

    “Amor, si tu dolor fuera mío / y el mío tuyo, / qué bonito sería... / amor... amar…”, cantaba el gran Camilo de las pepitas de oro, y nos orificaba el alma.

    Con lo de que gobernar es repartir dolor Gallardón quiere equipararse como ministro al central David Navarro o a la dentista de Jorge Bustos, la del punzón eléctrico con el que fantaseó Torquemada para acelerar conversiones de judaizantes, pero se nos queda en aquel “haiku” del fruslero Zapatero en el libro del Holocauto: “Seis millones. Seis millones. Barbarie, dolor, memoria. Paz, paz”.

    Y no sé yo si una socaliña disfrazada de tasa da para tanto.