lunes, 3 de diciembre de 2012

A los (incautos) del capirote



José Ramón Márquez
Los toros traen el campo a la ciudad...
Agustín de Foxá


Diremos, antes de empezar, que en muchas cosas de esta afición tenemos echados los ojos hacia atrás y que apenas encontramos argumentos para sostener esta pasión en la hora presente y, a causa de eso, diremos que  en el debate éste sobre cubrir Las Ventas somos unas estantiguas. Y dichas ambas cosas, para que nadie se llame a engaño, diremos también que el auténtico debate sobre poner un capirote a la Plaza Monumental de Las Ventas no guarda ninguna relación con la modernidad ni con la posible comodidad de los espectadores de los toros, sino con una visión puramente economicista enfocada a obtener de la Plaza ingresos extra, de cualquier manera, sin atender al fin para el que dicha instalación fue concebida que es, tal y como indican unos azulejos que hay colocados sobre la Puerta Grande, la de Plaza de Toros.

Porque parece mentira que entre los defensores del capirote nadie se haya dado cuenta de que la cubrición de la Plaza, de cualquier Plaza, lo que conlleva es sólo el aumento de espectáculos... que no tienen nada que ver con los toros. Veamos cualquier tauródromo cubierto de los que rodean Madrid, de los que se han ido levantando por España, y comprobemos los festejos taurinos que se dan en ellos, comparados con los festejos de cualquier otro tipo que se programan y convengamos en que en esas Plazas de Toros lo que menos se da son festejos taurinos.

En Leganés se han dado desde bautizos multitudinarios de los mormones hasta la feria del cannabis, pasando por las acrobacias de las motos del Red Bull o las macrofiestas de Fin de Año a cambio de tres festejos taurinos al año. Da igual ése que otros ejemplos. En Valdemorillo, por cuatro o cinco festejos taurinos al año, se han dado desde el festival de Artes Marciales hasta el Certamen Canino, pasando por el fútbol o el raid del Scalextric. En Moralzarzal, plaza noblemente empeñada en la defensa del toro, tenemos desde la feria ‘Tu boda en la sierra y mucho más’ hasta gymkanas automovilísticas, la actuación de los Chichos y los Chunguitos o el mercado navideño.

Repitamos que lo de cubrir Las Ventas no es algo que se ponga en marcha pensando en la comodidad de los espectadores que asisten a los espectáculos taurinos, sino que es algo que apunta hacia ir dando otros nuevos usos a ese espacio -como si en Madrid no hubiese otros sitios- e ir expulsando de forma suave a la tauromaquia de su recinto natural.

Recordemos esto: ninguna Plaza cubierta ha redundado en el aumento del número de festejos en las localidades donde se ha situado.

Para los concesionarios de la explotación de Las Ventas, hombres de negocios al fin y al cabo,  es mucho mejor y más lucrativo dar cualquier tipo de espectáculo, desde el rock que nos impidió homenajear a Antoñete en Las Ventas con una última vuelta al ruedo, hasta la Feria de la Tapa, el circo o los muñecos de la Warner. Se alquila el espacio, se cobra y santas pascuas. Y sin embargo con los toros... hay que bregar con el ganado, con los veterinarios, con los toreros, con los apoderados, con los múltiples veedores y zascandiles, con el público y con la afición para acabar sacando el pañuelo verde y echar el toro al corral a cambio de las tres pesetas que se ganan en cualquier corrida que esté fuera del abono cautivo de la Feria de San Isidro.

La cubrición de Las Ventas traerá, en seguida y necesariamente, una sustancial modificación del pliego de sus condiciones de explotación y, poco a poco, veremos cómo se irá reduciendo el número de espectáculos taurinos y cómo irán cobrando más auge los de cualquier otro tipo en los que se gana bastante más dinero, más fácil, más rápido y sin protestas, que uno no tiene noticia de que nunca le hayan silbado a un rockero de esos; y además, si le silban ni se escucha y nadie señala como culpable final del desaguisado a ningún político autonómico.

El clima, que viene del campo como los toros, es consustancial al propio espectáculo ya desde el momento en que se venden entradas de sol y de sombra;  y esa intemperie que gracias a los toros se pone de manifiesto para los hombres de la ciudad, ese clima que algunos quieren abolir de los toros, nos ha dado algunas experiencias irrepetibles, desde las corridas aquellas de Valdemorillo con la nieve cuajando sobre el lomo de los toros de El Campillo, hasta la tremenda faena de Rincón en Las Ventas dominando con igual majeza al encastado toro colorado de Moura y al huracán que arreciaba.

El clima, en los días de corrida, nos hace mirar al cielo y pensar en el viento a los hombres de la ciudad, prevenidos por el clásico aviso que reza ‘Si el tiempo lo permite’, aunque tantas  veces se haya toreado tan bien sin el permiso del tiempo. Por eso es que pensamos que un poco de intemperie no hace mal a nadie, y la prueba es que nadie echa cuentas de ella si en el ruedo hay un toro de respeto y un torero dispuesto a no dejarse ganar la partida, aunque en el envite se nos constipe algún urbanita de aire acondicionado.

Discusión sobre la cubierta en la Andanada del 9