viernes, 14 de septiembre de 2012

Rey Tomás


Causa curiosidad, sin embargo, que Simón Casas disponga de datos tan estudiados y elaborados sobre el impacto del Cometa Tomás sobre Nimes, algo que aún está por suceder, y que por el contrario aún no haya dado ni un sólo número de los correspondientes a la liquidación de la carpa del Carpe Diem que pusieron en San Isidro

José Ramón Márquez

Con lo de José Tomás ahora les ha dado por la cosa seria. Antes era mucho más divertido, cuando el desmedido impacto del Pétreo de Galapagar se medía por los extravagantes anuncios esos que ofertaban por cinco mil y pico euros la venta de un bolígrafo Bic con el regalo de una andanada de sol para ver al fenómeno o los que regalaban un boleto por la adquisición de un multimillonario pai-pai. Ahora se ha perfeccionado mucho el sistema de medición del maná que provoca la llegada del nieto de Celestino a las tres localidades que componen la que, no sin humor, ha bautizado Salvador Boix, apoderado del coleta, como ‘temporada’; temporada internacional, diríamos, ya que se compone de dos galas que ya se han celebrado en España, y una final,  con toda certeza apoteósica, que se celebrará el próximo domingo en Francia.

El empresario Simón Casas informa de que dispone de un ‘estudio económico’ que cuantifica al céntimo el influjo benéfico que, sobre la economía de cualquiera de esas tres urbes que conforman la ‘temporada’, supone la presencia del monstruo berroqueño. Para ello han tasado hasta el importe de la gasolina de los autos y de los aviones, el consumo de electricidad de los ferrocarriles, el gas que consumen los globos aerostáticos y los zeppelines, los combustibles que mueven a todos los medios de transporte que serán empleados por los fieles para llegar por tierra, mar y aire al llamado de la enésima aparición del Comandante del puesto de Galapagar en su Gólgota ambulante, ese Gólgota en el que la cruz, de acuerdo a las estimaciones del ‘estudio económico’ se halla clavada en un buen puñado de dólares.

A efectos del ‘estudio económico’ la cosa no sólo va de medir el ingreso que repercute económicamente en la taquilla, como siempre se hizo, sino que aquí se cuenta todo, desde los hoteles, pensiones y autocaravanas, hasta el gasto de combustibles, fósiles o no, pasando por el que se compra unos calcetines o una docena de churros en los días previos a la llegada del Ciprés a la localidad elegida para su particular pedrea millonaria. Porque el efecto en la economía propiciado por la pedrea del Pétreo repercute de forma completa en todos los diversos aspectos de la vida cotidiana de unas tristes ciudades en las que la fiebre del consumo es súbitamente enardecida por la presencia del Rey Midas de la tauromaquia.

En el gremio de la restauración, por ejemplo, el gasto abarca desde aquél que se toma una espléndida ración de gambas a la plancha a la salida de los toros hasta el que, asfixiada su economía por el abusivo precio que ha tenido que pagar a la reventa, no tiene otra que roer un mendrugo de pan, o el que finaliza una opípara comida encendiendo un Selección Nº 2 de Juan López. En ese sentido podría decirse que el influjo de Tomás se extiende también desde las zonas FAO de pesca en el Atlántico Norte o en los mares australes, hasta los trigales y las fábricas de harina de la Tierra de Campos o las vegas de tierra roja en San Juan y Martínez, Pinar del Río, occidente de Cuba.

Es tal la agitación en la economía la que produce la llegada del Pasmo de Galapagar que no sería descabellado pensar que la brevedad de su triduo o temporada trifásica se deba a una ferviente recomendación del Banco Mundial, de la Reserva Federal de los Estados Unidos o de Ángela Merkel con el fin de no desestabilizar la economía planetaria, como sin duda ocurriría si el torero optase por plantear una temporada en España, Francia y América acorde a los méritos que sus fieles le asignan y a su dimensión de gran figura.

Causa curiosidad, sin embargo, que Simón Casas disponga de datos tan estudiados y elaborados sobre el impacto del Cometa Tomás sobre Nimes, algo que aún está por suceder, y que por el contrario aún no haya dado ni un sólo número de los correspondientes a la liquidación de la carpa del Carpe Diem que pusieron en San Isidro, hace ya casi cuatro meses, que a estas alturas aún seguimos sin saber ni lo que costó ni para qué sirvió. Lo primero ni nos lo imaginamos, lo segundo lo suponemos.