El Toro se desenvuelve en la plaza defendiéndose, y para ello descubre sus medios, nobles a veces y aveces traicioneros. Es necesario, pues, observarle, y es más apto para la observación quien la practica con la sangre fría del ajeno al peligro, que el profesional que pone en juego no sólo su reputación, sino su vida.La suerte, o sea el engaño de que se vale el lidiador para castigar el poder del animal y para capturarse los aplausos del público que presencia las lidias, descansa sobre una base de experiencia sólida, y requiere condiciones morales y físicas; por este lado, mírese como se quiera, entre el espectador y el torero media un abismo.
Marqués de San Juan de Piedras Albas
Fiestas de toros. Bosquejo histórico
Fiestas de toros. Bosquejo histórico
J. R. M.