Mar Moreno
Comendadora honoraria de la cuchara de palo
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Doña Mar Moreno, hasta no hace mucho “la delfina de Zapatero”, no llegó a ministra porque el cupo de floreros se cubrió en un santiamén y porque Don Gaspar Zarrías, ex futbolista colchonero, consideró oportuno tener a alguien de Jaén vigilando el correcto funcionamiento de la Junta de Andalucía.
Los primeros “manejantes” de la cosa de los Eres se detectaron entre los paisanos y conocidos de Don Gaspar y Doña Mar -recuérdese el Lanzas conseguidor, al que el diario El País le atribuyó la famosa frase “..tengo tanto dinero que no se qué hacer con el”- . Doña Mar, de la que se dice que estudió Derecho en Graná -ya se sabe que es lo mismo que ná- y la carrera política en el Partido Socialista de La Carolina, clamó contra la juez instructora ante el pueblo andaluz:
-Lo que pide la jueza es ilegal, además de un insulto para el pueblo andaluz.
...Pero no me voy a referir a esos Eres tan enredados de los que no va a salir nada en claro. Ya están localizados los “pringaos” y un ejército de abogados pagados con dinero público llevarán el pleito al puerto más conveniente. Lo que quiero es denunciar la desgracia que supone para los padres andaluces con hijos en edad escolar estar sometidos a la incorregible estulticia de Doña Mar, ese tormento que no cesa. Doña Mar sigue siendo Ministra -¡mejor!, mucho más que ministra- de la Educación andaluza, y su mayor afán es una Andalucía sin instrucción que se haga rebaño obediente al silbo del amo y el voto al señorito. Desde hace más de treinta años el señorito andaluz vive en la Junta de Andalucía y reparte faena entre los que le son más fieles. Para llegar a esa fidelidad, y como nos hiciera Franco con aquella FEN obligatoria, los intelectuales del Régimen redactaron un catecismo laico despreciador de la inteligencia y del que Doña Mar es la más integrista de las devotas. Temerosa de que sus alumnos lleguen a pensar por sí mismos o les entre la funesta manía de atesorar conocimientos, la Gran Dama de la Educación vigila sobresaltada a los estudiantes que destacan, empujándolos a los precipicios de la burocracia y marginándolos con vehemencia y aplicación. Lo puesto no son frases al buen tuntún. Un servidor ha padecido a este ejemplo de lo que no debe ser un servidor público. Se lo he dicho por escrito y espero no necesitar más esfuerzos por alejar a mi tierno infante de sus malas ideas. A pesar de la persecución inmisericorde de la Señora, al chico lo hemos apartado de las ñoñas enseñanzas del Manual y anda ya enfrascado en asuntos de provecho.
Tras treinta y cinco años de Gobierno progresista en Andalucía, cree Doña Mar que los jóvenes andaluces aún no son conscientes de “..la desigualdad de la mujer” ni de “los esfuerzos hacia la paz” o del “... odio a los pueblos semitas”. Con estas sandeces anda presentando batalla “..al pepé” adoptando una desobediencia civil con la capa de “la dignidad andaluza”.
Sería digno de ver qué respondería el maestro Gordillo, ese socio gobernante de Doña Mar, si le preguntaran por los hijos de Noé. ¿Y Doña Mar? ¿Qué diría doña Mar de los hijos de Noé?
Los primeros “manejantes” de la cosa de los Eres se detectaron entre los paisanos y conocidos de Don Gaspar y Doña Mar -recuérdese el Lanzas conseguidor, al que el diario El País le atribuyó la famosa frase “..tengo tanto dinero que no se qué hacer con el”- . Doña Mar, de la que se dice que estudió Derecho en Graná -ya se sabe que es lo mismo que ná- y la carrera política en el Partido Socialista de La Carolina, clamó contra la juez instructora ante el pueblo andaluz:
-Lo que pide la jueza es ilegal, además de un insulto para el pueblo andaluz.
...Pero no me voy a referir a esos Eres tan enredados de los que no va a salir nada en claro. Ya están localizados los “pringaos” y un ejército de abogados pagados con dinero público llevarán el pleito al puerto más conveniente. Lo que quiero es denunciar la desgracia que supone para los padres andaluces con hijos en edad escolar estar sometidos a la incorregible estulticia de Doña Mar, ese tormento que no cesa. Doña Mar sigue siendo Ministra -¡mejor!, mucho más que ministra- de la Educación andaluza, y su mayor afán es una Andalucía sin instrucción que se haga rebaño obediente al silbo del amo y el voto al señorito. Desde hace más de treinta años el señorito andaluz vive en la Junta de Andalucía y reparte faena entre los que le son más fieles. Para llegar a esa fidelidad, y como nos hiciera Franco con aquella FEN obligatoria, los intelectuales del Régimen redactaron un catecismo laico despreciador de la inteligencia y del que Doña Mar es la más integrista de las devotas. Temerosa de que sus alumnos lleguen a pensar por sí mismos o les entre la funesta manía de atesorar conocimientos, la Gran Dama de la Educación vigila sobresaltada a los estudiantes que destacan, empujándolos a los precipicios de la burocracia y marginándolos con vehemencia y aplicación. Lo puesto no son frases al buen tuntún. Un servidor ha padecido a este ejemplo de lo que no debe ser un servidor público. Se lo he dicho por escrito y espero no necesitar más esfuerzos por alejar a mi tierno infante de sus malas ideas. A pesar de la persecución inmisericorde de la Señora, al chico lo hemos apartado de las ñoñas enseñanzas del Manual y anda ya enfrascado en asuntos de provecho.
Tras treinta y cinco años de Gobierno progresista en Andalucía, cree Doña Mar que los jóvenes andaluces aún no son conscientes de “..la desigualdad de la mujer” ni de “los esfuerzos hacia la paz” o del “... odio a los pueblos semitas”. Con estas sandeces anda presentando batalla “..al pepé” adoptando una desobediencia civil con la capa de “la dignidad andaluza”.
Sería digno de ver qué respondería el maestro Gordillo, ese socio gobernante de Doña Mar, si le preguntaran por los hijos de Noé. ¿Y Doña Mar? ¿Qué diría doña Mar de los hijos de Noé?
Gaspar Zarrías
Comendador honorario de la cuchara de palo