Abc
Con melancolía portuguesa dice Mourinho: “No tengo equipo”. Y nos deja como cuando Gigliola Cinquetti cantaba: “No tengo edad”.
Vuelve, pues, un runrún de vacas sagradas en el vestuario, aunque, veinte años antes que Cruyff, un tal Abbie Hoffman dejó dicho que con las vacas sagradas pueden hacerse las mejores hamburguesas.
Era su interpretación, una interpretación “yippy” (no “yuppi”), del viejo lema de Ray Kroc, fundador del imperio McDonald’s: “El trabajo es la carne en la hamburguesa de la vida”.
Así que, para salir de esta rutina liguera, Mou tendrá que remangarse mañana, contra el City, y volver a ser aquel Bill Cutting “el Carnicero” (Daniel Day-Lewis), de “Gangs of New York”, como le temen sus pobres enemigos.
El Madrid está mal.
El Barcelona, que le lleva ocho puntos, no está mejor, sólo que cuenta con ese plus que da ser la novia del Régimen para que te saquen del charco: dos puntos al Osasuna por aquí, dos al Valencia por allí, el penaltitín de Messi que cae, el penaltón de Cristiano que no, la tarjeta de Pepe con que los muchachos de Victoriano Sánchez Arminio, con más años que Franco en el cargo, gustan de adornarse como El Zorro con la “z”, y desde luego, la pifia de Casillas (Valencia, Getafe, Sevilla), que tampoco es cosa de afearle porque el hombre ya ha mostrado su disposición a retirarse en el Madrid a los 39, y no vamos a poner de portero a Pepe, único futbolista del Madrid a la altura de todas las circunstancias.
El colchón arbitral del Barça es el taca-taca del tiqui-taca.
Y con eso se contaba. (Y con la necesidad de arrasar del Real, que no tiene taca-taca).
Con lo que no se contaba era el ínfimo rendimiento individual (Pepe es la excepción) de los futbolistas, ya que entre lo que ellos fallan y los árbitros aciertan corremos el riesgo de liquidar la Liga en septiembre, con un año por delante sin otro entretenimiento que el discurso de Íker y Xavi en el Príncipe de Asturias.
Ante la dejadez sevillana de un Madrid que iba de verde, como el voto independentista y finolis de Pep, uno podía pensar en un pacto Íker-Xavi para, ante la inminente independencia de Cataluña, darle al Barcelona una despedida “Independence League”, o sea, una Liga con pasillo desde el pitido inicial.
Ya sé que Rosell habla de independizarse y seguir jugando en España, pero Rosell es un analfabeto político, definido por la Onu como aquél que, aun sabiendo leer y escribir, desconoce la Constitución de su país, que también es el caso del I Marqués de Del Bosque al decir que “los catalanes están en su derecho al defender su independencia”, sin aclararnos en virtud de qué birlibirloque constitucional el pueblo español (no el catalán, o burgalés o bejarano) ha dejado de ser el sujeto de la soberanía nacional.
Con el Barcelona a ocho puntos, el piperío, siempre tan aficionado al drama, olvida que hace quince días el Real barrió al Tito Team, y se deja arrullar por el periodismo creativo, que vive de confundir (“low cost”) al Real con Ryanair.
NI MESSI NI CRISTIANO
Con la grande polvareda, perdimos a don Beltrane…, que era Pelé. “Ni Messi ni Cristiano –declara Di Stéfano–. El mejor jugador de la historia es Pelé.” Messi no se ha probado fuera de Barcelona y con Argentina anda menos que un bote a patadas. Cristiano se ha probado en Inglaterra y en España, pero… no pide perdón. Almafuerte, el poeta argentino, no conoció a los piperos, pero los presentía cuando condenó el perdón: porque en el perdón hay algo de pedantería pipera, de condescendencia altanera… De soberbia.
Arminio