-No hay argumento que desmonte un
prejuicio. Un prejuicio se lleva con mucha más seguridad que un
argumento. Además tendemos a creer que nuestros prejuicios están
sostenidos en evidencias compartidas por todo el mundo, así que si
alguien nos lo pone en cuestión, lo miramos como si le faltara un
tornillo. Más de uno debe pensar que voy por la vida completamente
destornillado.