Marta Sánchez en la Guerra del Golfo de Felipe González
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Para propagar su teoría según la cual los simulacros (las estrategias de simulación) determinan la condición de nuestro mundo social y político, Baudrillard escribió aquellas cosas sobre la guerra del Golfo que tanta gracia nos hacían, ignorantes de la razón que a lo tonto aquel hombre tendría.
“La guerre du Golfe n'a pas eu lieu” (“La guerra del Golfo no ha tenido lugar”), tituló Baudrillard su libro. Hablaba de la primera guerra del Golfo, a la que el socialismo español envió un barco de conscriptos y un baúl con Marta Sánchez. Si tendría razón Baudrillard que hoy la única guerra del Golfo que ha existido es la de Aznar, que envió a Mesopotamia un barco de sanitarios.
Me he acordado de Baudrillard viendo a las Desdémonas del fútbol (así llama “The Wall Street Journal” a los piscineros culés) en Televisión Española, uno de cuyos empleados preguntó al director deportivo del Barça si veríamos a Song, el nuevo “canterano” catalán, que no estaba convocado.
Y no sólo fútbol baudrillardiano veremos en esta TVE, que también anuncia tauromaquia baudrillardiana, con todos los grandes personajes del toreo cultural por delante: Julián López, José María Dolls, Toño Matilla y los toretes de Victoriano del Río, auténticos Ferdinandos de Disney, que permiten hacer a los mocitos esas posturas que enloquecen a los estetas entrados en edad.
Cuando el pesado de Baudrillard denunciaba que el “espectáculo” de un hundimiento es parte inseparable del circuito de entretenimiento occidental no sabía hasta qué punto hablaba de las virtualidades de Busquets y de las “importances” de Julián (López, no Assange).
Como telespectador de bar que soy, ¿qué broma es ésta de quitarme a Ana Pastor para ponerme a los Rivero y Arnás?