Abc
Todavía no sabemos dónde vamos a veranear este año, si en la ducha o en el baño, pero ya sabemos quién nos dejó sin dinero: Mariano.
–¡Heroica España! ¡Dios la bendiga! –exclamó una vez Eça de Queiroz, que añadió: “Aunque los moros del Rif no dejan de ser interesantes”.
Lo de culpar a Mariano nos viene dado por tres personajes representativos de la ruina nacional.
En la política, Elena Valenciano, epígono lúdico de Pilar Primo, que
exculpa a la socialdemocracia de cualquier responsabilidad en la
pavorosa deuda de España.
–Nosotros no hemos sido.
En las finanzas, José Ricardo Martínez (José por San José Obrero y
Ricardo por David Ricardo), ese exconsejero de Bankia que al quedarse
sin Bankia declara la “situación de guerra”.
–¡Estamos en situación de guerra!
Y en la cultura, Jonás Groucho Trueba (Jonás por Alain Tanner y
Groucho por Julius Henry Marx), director de “Todas las canciones hablan
de mí” (visión juvenil de un mundo en lucha contra el colesterol que
cura Del Bosque y por el bienestar interior que promete Carmen Machi),
que ve en el IVA de Mariano el último clavo en el ataúd del cine.
Trueba, Martínez y Valenciano cierran el círculo de pensamiento abierto por Junior en los albores de lo que Umbral llamó la Santa Transición:
–Yo soy humanista –dijo un apuesto Junior a una menos apuesta Rosa
Montero en “Hermano Lobo”–. Me interesa la política de los hippies, que
no tuviéramos que valernos del dinero. Que uno cantase, que otro
cocinase, etc., cada uno daría lo que supiera hacer. Para mí, lo ideal
es este mundo en el que lo mío es de todos, y lo de todos, mío.
La alternativa progresista al marianismo consiste en poner cara de Junior para hacerle un
sinpa a frau Merkel. Y que todas las canciones hablen de nosotros.