Yo siento decirlo, pero, como soy muy sincero tengo que decirlo. Al que vi más cerca del toro fue el guardia
Gregorio Corrochano
Abc, 18 de junio de 1931
Nuestro flamante alcalde, D. Pedro Rico, nos llevó ayer a la nueva plaza de toros. ¿De dónde sacaría yo unos duros para los sin trabajo? Se dio a pensar, y, entornando los ojillos como para ver hacia adentro, planeó una corrida de toros en la nueva plaza. No la llamamos plaza Monumental, aunque lo es, por no dar lugar a confusiones entre los que conocen las demás plazas monumentales. No se parece a ninguna. No es ese mazacote de cemento armado. Es piedra, hierro y ladrillo. Es una plaza ligera, graciosa de líneas, trabajada con gusto y esmero. Era el sueño de Espelíu, y se murió al lograrlo. Es una plaza alegre, cómoda, preciosa. Una cosa muy bien lograda.
Nuestro flamante alcalde, D. Pedro Rico, nos llevó ayer a la nueva plaza de toros. ¿De dónde sacaría yo unos duros para los sin trabajo? Se dio a pensar, y, entornando los ojillos como para ver hacia adentro, planeó una corrida de toros en la nueva plaza. No la llamamos plaza Monumental, aunque lo es, por no dar lugar a confusiones entre los que conocen las demás plazas monumentales. No se parece a ninguna. No es ese mazacote de cemento armado. Es piedra, hierro y ladrillo. Es una plaza ligera, graciosa de líneas, trabajada con gusto y esmero. Era el sueño de Espelíu, y se murió al lograrlo. Es una plaza alegre, cómoda, preciosa. Una cosa muy bien lograda.
Decíamos que el alcalde de Madrid planeó la corrida. Pronto halló concursos desinteresados. Cuando queráis pulsar la generosidad acudid a la fiesta de toros. ¿Qué hace falta para una corrida? ¿La plaza? Ahí está sin estrenar. ¿Toreros? Ahí están los toreros. ¿Toros? Ahí van los toros. Cuanto quiso el alcalde y más. Digo más porque de aceptar ofrecimientos habría toros para todo el año.
La plaza es una maravilla, y ayer estaba en todo su esplendor. Como los tendidos son tan amplios, ayer había muchas mujeres en los tendidos. Y como los dos animales más bonitos son el toro y la mujer, ayer estaba la plaza divina.
En el palco principal, el Sr. Alcalá Zamora y parte del Gobierno. En la presidencia, el alcalde con Guerrita, Fuentes, Vicente Pastor, Bombita, Machaquito y Bienvenida. Para los dos palcos hubo entusiastas aplausos. Ya que hablamos del palco principal, una objeción. El palco es pegote de la plaza. La plaza es de líneas severas, clásicas, y el palco, por su forma, por su colorido, hasta por su emplazamiento, es una equivocación. ¡Qué balconada de piedra se pudo hacer, al estilo de la que hay en la Maestranza de Sevilla! Pero, tal como está, es pretencioso, recargado y, sobre todo, cursi. Parece que es provisional.
El festejo ha durado desde las tres y media hasta las ocho menos cuarto, y si será cómoda la plaza, que no nos fatigó. La Banda Municipal dio un concierto. El solo enunciado lleva en sí el elogio cuando de la Banda Municipal se trata. En tanto la plaza se va cuajando lentamente, porque es difícil el acceso. Aún más difícil es la salida. Lo de ayer puede considerarse como un ensayo general con todo. Ya se vio que, como están los alrededores, no se pueden dar todavía corridas en esta plaza. Hace falta un amplio proyecto de grandes vías para la circulación. Lo de ayer, aunque bien organizado, fue un embotellamiento. Es que físicamente no caben los coches, ni los peatones, ni los tranvías. Es que la plaza es un encanto, pero el emplazamiento es horrendo. Para hacer la plaza se socavó, se hizo un desmonte y nada más. Y hay que dar entrada y salida rápidamente a 24.000 personas. Hay que estudiar las avenidas, como están en la plaza vieja, que en esto no tiene rival. Y arreglar el piso del ruedo, porque no se puede torear.
Hemos salido ya de la plaza con bastante trabajito, y ahora nos damos cuenta que tenemos que volver a entrar. ¿Que por qué? Pues porque ahora nos acordamos que fuimos a algo más que a ver la plaza. Fuimos a ver una corrida de toros y todavía no hemos dicho una palabra de la corrida.
Guerrita y Fuentes. Me decía una mañana Fuentes en San Sebastián: “Mírale, parece que va a torear esta tarde.” Pasaba Guerrita frente a nosotros vestido de torero, como siempre, y con paso de torero, como siempre. Y luego Antonio me contaba su vida en Valladolid, donde estudiaba para torero; sus comienzos con Cara-Ancha y sus encuentros con Guerrita, el indomable.
De la presidencia de la corrida
Bombita y Machaquito. Otra época del toreo. Mosquera. Los contratos en blanco. El pleito de los miuras. ¡Cuánta lucha! Y hoy, Bombita en su fábrica y Machaquito en su Córdoba y a cazar jabalíes en Marruecos.
Vicente Pastor. Torero de Madrid. Pero de Madrid, de la plaza de Madrid. No como estos toreros de Madrid que en la Plaza de Madrid es donde se encuentran más forasteros.
Bienvenida. Sus luchas, sus afanes. Que llega, que no llega, que parece que ya llegó, que el Papa Negro, que los seis toros de Trespalacios, que la cornada, que adiós ilusiones, que los hijos toreros... Sigue la lucha.
También está en el palco vestido de corto Guerrerito. También es representativo. Y todavía se viste.
Pero no es esto lo que queríamos decir. Estos toreros de quienes hablamos ya no lo son. Tenemos que hablar de otros. De los que torearon.
El despejo es magnífico. No caben los toreros en la plaza. Fortuna, Marcial, Villalta, Barajas, Bejarano, Barrera, Armillita Chico, Bienvenida. Los picadores montan caballos blancos, y con ellos va de monosabio Basilio Barajas, que aún salta la barrera sin tomar el estribo.
Cuando salió el toro de Martínez pudo ocurrir un desgracia. El toro obstinóse en saltar al callejón. Una vez parecía que lo había logrado. Un guardia corría por el callejón como si llevara el toro detrás. Un empleado abrió una puerta. Al salir el guardia por la puerta se encontró con el toro que estaba en el ruedo y venía pegado a las tablas. Por fortuna, el toro, huido, no tomó la puerta y siguió. El guardia retrocedió con el susto natural. Yo tengo que decir que, de todos los hombres que había ayer en el ruedo, al que le pasó más cerca el toro fue al guardia. Pero no sé por qué me desvío de lo principal, de hablar de los toreros. ¿Qué hicieron los toreros y los toros? ¿No es esto lo que yo tengo que decir? Pues a ello. ¿Pero en qué estás pensando? (Esto me lo digo a mí mismo para animarme.) Pues a ello.
Por haberse inutilizado se retiró el toro de Aleas, que parecía bravo, y por no embestir, al parecer falto de vista, el de Tovar. Se lidiaron de Veragua (hoy, Domecq), Martínez, dos de Villena, en sustitución de los retirados; Concha y Sierra, Graciliano, Coquilla y Rincón (hoy, García). Con los caballos cumplió mejor el de Veragua. Llegó más bravo al final el de Graciliano que en los caballos fue blando y escarbó pero se crió, y en la muleta tuvo mucho genio, hasta que murió. Los demás, muy flojitos, muy flojitos, muy tirando a mansitos. El último fue fogueado.
Estrenó la plaza uno del duque de Veragua. La misma ganadería estrenó la plaza que desde hoy llamaremos vieja. Le mató Lagartijo, que, según me dice un viejo aficionado que lo presenció, se vio Lagartijo tan apurado, que tuvo que tirarse al suelo para evitar un percance. Al toro de Veragua de ayer le mató Fortuna muy bien.
En el resto de la corrida no se vio nada. Ni un lance, ni un quite, ni un muletazo, ni un pinchazo bueno. Nada. Como corrida, es la corrida más mala y menos interesante que hemos visto. Los toros, aunque venían de distintas ganaderías, parecían hijos del mismo padre. ¡Qué igualdad en la mansedumbre! Los toreros, faltos de recursos y casi de deseo. Muy igualitos también.
Yo siento decirlo, pero, como soy muy sincero tengo que decirlo. Al que vi más cerca del toro fue el guardia.
LAS TAURINAS DE ABC
EDICIONES LUCA DE TENA, 2003