domingo, 3 de junio de 2012

Cristina



Ignacio Ruiz Quintano
Abc Cultural

    Cristina la argentina, de nuestra intelectualidad madrina.

    ¿Cómo hemos pasado de Evita con Pemán y Giménez Caballero a Cristina con Sabina y Serrat?
Pues, como dijo el del chiste, degenerando.

    –No nos alcanzará el alambre de fardo para colgar a los contreras –avisaba Evita, la Hipatia del socialismo hispánico, siendo los “contreras” aquellos que le llevaran la contraria.
    
Pemán vio en ella a otra “Santa Isabel de Hungría socorriendo a los pobres” (Murillo), con pobres menos pobres y reina menos reina: preciosa, blanca como la leche, casi transparente y alabastrina, casi preocupante, como la leucemia…

    Gecé fue más allá, y aprovechó el viaje para indagar sobre el carácter de la mujer argentina, el matriarcado implacable de Buenos Aires, verdadero reino de la Mujer: suave, felina, angélica, pero áspera y despótica…

    –La Mujer ama-de-casa –aclara Gecé–, la Mujer que cuando asciende al Mando en política hace un Estado-cocina-costurero y hasta corralito.
    
Pemán y Gecé acudían al Estado-cocina-costurero de Evita porque daba trigo a los españoles. Sabina y Serrat acuden al Estado-cocina-costurero de Cristina porque quita gasolina a esos mismos españoles. La ralea moral (la cultural salta a la vista) que separa a los personajes es diferente, pero la fascinación por el peronismo es la misma.

    –¿Me recuerda aún, Eva? –le dice Gecé–. ¿Cuando Franco me presentó a usted en su palco oficial del Teatro Español, en Madrid, al terminar la representación de “Fuenteovejuna”, de Lope, que yo había fundido?
    
¿Cómo no?

    –Usted acaba de volverla a representar haciéndola realidad. Reduciendo a los oligarcas con su haz y su yugo de gracia y teniendo al pueblo “¡todos a una!” También la saludé en Barcelona aquella noche shakespiriana de “Una noche de verano” con su Rosa de Oro del Papa… ¿recuerda?
    
¡Reduciendo a los oligarcas con su haz y su yugo de gracia!
Gecé. Sabina. Serrat.