Píndaro
¿Qué es uno? ¿Qué no es?
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Madrid tiene hoy algo de la Roma de Suetonio, cesárea y terminal.
Por un lado, ese oso verde encadenado al carro de Mariano, vencedor.
Y por el otro lado, los atléticos (“católicos, pero no cristianos”, dijo Gil Marín en su visita al Papa), bailando en Neptuno con esa Europe League representada en un trofeo de estética tan j… comunista que incluso lo entregan en Bucarest.
En el partido los madridistas que conozco iban con el Atlético, y no sólo porque el ex árbitro Iturralde, disfrazado de león, torciera en Rumanía por el Athletic. Esto choca a los atléticos, que, como decía Bernabéu, son antimadridistas (“mientras otros duermen”) antes que otra cosa, y eso que Bernabéu guardaba una foto vestido de rojiblanco.
Sucedió cuando el Atlético construyó su estadio de O’Donnell para diez mil personas, con grande envidia del Madrid, en cuyo estadio apenas cabían mil.
–Entre los dos campos –le contó Bernabéu a Martín Semprún– había una casa de señoritas que todos visitábamos con la natural frecuencia. Y allí, a petición especial de un gran amigo, Julián Ruete, me hice la foto vestido de rojiblanco.
Luego, cada vez que los culés, que toda la vida han hablado por boca de Pep, insinuaban contra el Madrid lo de “equipo del régimen”, Bernabéu respondía que el régimen sólo tuvo un equipo, el Atlético de Aviación: “Cuando acabó la guerra nos metieron en la cárcel a medio equipo, y los directivos de los rojiblancos eran todos coroneles.”
Que, a su modo, ya lo dice el Píndaro ubetense, Sabina, atlético de padre y abuelo: “No me preguntes por qué, / los colores rojiblancos, / van con mi forma de ser.”