Santiago Bernabéu
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El primero en preguntarse en España quién es (y dónde está) el público es Larra, que pasa por ser el Mou de nuestro periodismo, aunque con menos gracia.
El público sería ese pez gordo que todo el mundo quiere tener detrás de sus opiniones, y por eso todos lo adulan.
A los lambiscones de la época de Larra el público les parece “ilustrado”, “indulgente”, “imparcial”, “respetable”… Y los cronistas de toros todavía lo emplean. ¡Respetable! Respetable en un país que no se siente libre sino cuando se siente autorizado a no respetar nada.
Luego, en el fútbol, con los Montalbanes y otros marxistas de salón, el público pasa de “chusma” a “protagonista único de la Historia”.
Y llegan los “maclujianos”, esos profesores de Periodismo que cambian a Larra por McLuhan, con lo que sus alumnos dejan de escribir bien y empiezan a hablar mal. Lo hacen de públicos fríos y públicos calientes.
Para explicar que en el Bernabéu, durante el partido con el CSK, sólo se oye a trescientos rusos (rusos de coro del ejército soviético), el periodismo oficial dice que el respetable madridista ha estado sabio (de “saberse” protagonista único de la Historia), sólo que caliente, en el sentido “maclujiano” del término, que es decir frío.
Al fondo, los Ultrasur se pasan los partidos cantando “¡Queremos once Juanitos!”, que en el sentido “maclujiano” sería como pedir once futbolistas… fríos (pues en McLuhan, igual que en el periodismo oficial, todo es al revés).
¿Alguien lo entiende?
Yo hace tiempo que llegué a la conclusión de que al público del Bernabéu le ocurre lo que al público de Las Ventas: se ha quedado viejo, muy viejo. Viejo como aquellas liebres que Dumas veía en España, muertas de viejas mientras los españoles le daban al conejo.
Reputado de sabio por viejo, el público de Las Ventas no está con el toro ni con el torero: el público de Las Ventas no tiene otro ídolo que el público de Las Ventas, del mismo modo que el público del Bernabéu no tiene otro ídolo que el público del Bernabéu, razón por la cual ha pitado a Cristiano y a Mourinho.
–¡Un público de Ópera! –apunta, a mi lado, Abraham “Abe” Jebediah Simpson.
En lo del narcisismo y la ingesta de pipas, tal vez. Pero en el Teatro Real, cuando Gerry Mortier, el pícaro belga que lo dirige, con el pretexto de la primavera árabe monta un número de mozos coritos, el público cocea como un caballo de “El Pimpi” o muerde como “Morante”, el caballo de Diego Ventura, riesgo que hoy no corre ningún forastero en el Bernabéu.
Si hay que pitar con 4-1, el Bernabéu pita a Kaká, con la oposición de los chinos, que lo adoran (no van a adorar a Messi, pues feos y bajitos les sobran), y del Fondo Sur, donde la prensa de progreso sitúa la Bürgerbräukeller (la cervecería donde Hitler pegó las tres voces del “Putsch de la Cervecería”).
Entonces Mou abraza a Kaká… y felicita al Fondo Sur.
–¡Mou ha dicho Jehová! ¡Mou ha dicho Jehová!
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Abc
El primero en preguntarse en España quién es (y dónde está) el público es Larra, que pasa por ser el Mou de nuestro periodismo, aunque con menos gracia.
El público sería ese pez gordo que todo el mundo quiere tener detrás de sus opiniones, y por eso todos lo adulan.
A los lambiscones de la época de Larra el público les parece “ilustrado”, “indulgente”, “imparcial”, “respetable”… Y los cronistas de toros todavía lo emplean. ¡Respetable! Respetable en un país que no se siente libre sino cuando se siente autorizado a no respetar nada.
Luego, en el fútbol, con los Montalbanes y otros marxistas de salón, el público pasa de “chusma” a “protagonista único de la Historia”.
Y llegan los “maclujianos”, esos profesores de Periodismo que cambian a Larra por McLuhan, con lo que sus alumnos dejan de escribir bien y empiezan a hablar mal. Lo hacen de públicos fríos y públicos calientes.
Para explicar que en el Bernabéu, durante el partido con el CSK, sólo se oye a trescientos rusos (rusos de coro del ejército soviético), el periodismo oficial dice que el respetable madridista ha estado sabio (de “saberse” protagonista único de la Historia), sólo que caliente, en el sentido “maclujiano” del término, que es decir frío.
Al fondo, los Ultrasur se pasan los partidos cantando “¡Queremos once Juanitos!”, que en el sentido “maclujiano” sería como pedir once futbolistas… fríos (pues en McLuhan, igual que en el periodismo oficial, todo es al revés).
¿Alguien lo entiende?
Yo hace tiempo que llegué a la conclusión de que al público del Bernabéu le ocurre lo que al público de Las Ventas: se ha quedado viejo, muy viejo. Viejo como aquellas liebres que Dumas veía en España, muertas de viejas mientras los españoles le daban al conejo.
Reputado de sabio por viejo, el público de Las Ventas no está con el toro ni con el torero: el público de Las Ventas no tiene otro ídolo que el público de Las Ventas, del mismo modo que el público del Bernabéu no tiene otro ídolo que el público del Bernabéu, razón por la cual ha pitado a Cristiano y a Mourinho.
–¡Un público de Ópera! –apunta, a mi lado, Abraham “Abe” Jebediah Simpson.
En lo del narcisismo y la ingesta de pipas, tal vez. Pero en el Teatro Real, cuando Gerry Mortier, el pícaro belga que lo dirige, con el pretexto de la primavera árabe monta un número de mozos coritos, el público cocea como un caballo de “El Pimpi” o muerde como “Morante”, el caballo de Diego Ventura, riesgo que hoy no corre ningún forastero en el Bernabéu.
Si hay que pitar con 4-1, el Bernabéu pita a Kaká, con la oposición de los chinos, que lo adoran (no van a adorar a Messi, pues feos y bajitos les sobran), y del Fondo Sur, donde la prensa de progreso sitúa la Bürgerbräukeller (la cervecería donde Hitler pegó las tres voces del “Putsch de la Cervecería”).
Entonces Mou abraza a Kaká… y felicita al Fondo Sur.
–¡Mou ha dicho Jehová! ¡Mou ha dicho Jehová!
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“NO LA GANAREMOS”
“Olvidaos de la Liga, no la ganaremos”, repite Guardiola, que prefiere la “bonita y limpia” Champions. Cómo será de “bonita y limpia” que a Messi, por hacerle cinco goles a un Borussia, lo proclaman Mejor Jugador de la Historia. Por la misma regla de tres, Mario Gómez, que le hace cuatro al Basilea (“asesino” del Manchester United), ¿es el segundo Mejor Jugador de la Historia? Volvamos a la Liga: si “no la ganaremos”, ¿para qué corren, entonces, las Desdémonas? Para no hacer pasillo al Madrid en Barcelona.
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“Olvidaos de la Liga, no la ganaremos”, repite Guardiola, que prefiere la “bonita y limpia” Champions. Cómo será de “bonita y limpia” que a Messi, por hacerle cinco goles a un Borussia, lo proclaman Mejor Jugador de la Historia. Por la misma regla de tres, Mario Gómez, que le hace cuatro al Basilea (“asesino” del Manchester United), ¿es el segundo Mejor Jugador de la Historia? Volvamos a la Liga: si “no la ganaremos”, ¿para qué corren, entonces, las Desdémonas? Para no hacer pasillo al Madrid en Barcelona.
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