John Fulton
Ignacio Ruiz Quintano
Abc Cultural
Se le escapó al gran Olano, viendo torear a John Fulton, torero de Filadelfia y Sevilla:
–Toreros americanos… como cineastas españoles.
John Fulton nunca fue Luis Miguel y Almodóvar nunca será Spielberg.
En un documental conmemorativo de los treinta y cinco años de “Tiburón” viene a contar todo el mundo que el secreto de esa película fue el terror de su joven director al fracaso (que en Hollywood supone la expulsión del oficio).
En el rodaje de “Tiburón” fallaron el tiburón, que jamás se puso en marcha, y el mar, con oleajes imposibles. “¿Qué haría Hitchcock en mi lugar?”, se preguntó Spielberg. Y montó, a base de amor al arte y pánico a ser despedido, esa película de “suspense” que conocemos y que un tuitero exorcizó así:
–Si miras “Tiburón” marcha atrás, resulta que es una película en que un tiburón vomita gente hasta que abren una playa.
¿Qué tiene que ver, pues, el cine con los Goya?
El cine es el libro de los que no leen libros.
El cine español, además del libro español de los españoles que no leen libros, es la vanguardia del proletariado cubano subvencionada por los contribuyentes españoles. Y así como el arte contemporáneo tiene su feria en Arco, el “agit- prop” contemporáneo tiene su feria en los Goya, con sus últimos gritos en camisetas y consignas.
El grito goyesco de este año ha sido la justicia, que en el parque temático de la izquierda es la justicia de Antígona, es decir, la justicia de las “leyes no escritas” del Bien político.
Justo es lo que me conviene, y fascista, todo lo demás. Lo ha dicho, coincidiendo con los Goya, el Dexter de Paracuellos en su elogio de Garzón: los trajes de Camps le han hecho a la democracia más daño que la Eta.
No importa que en Madrid casi no quede ya un solo cine abierto. Los medios tratan a los cineros como si fueran depositarios de un arte emergente.
–Cineastas españoles… como toreros americanos.
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Abc Cultural
Se le escapó al gran Olano, viendo torear a John Fulton, torero de Filadelfia y Sevilla:
–Toreros americanos… como cineastas españoles.
John Fulton nunca fue Luis Miguel y Almodóvar nunca será Spielberg.
En un documental conmemorativo de los treinta y cinco años de “Tiburón” viene a contar todo el mundo que el secreto de esa película fue el terror de su joven director al fracaso (que en Hollywood supone la expulsión del oficio).
En el rodaje de “Tiburón” fallaron el tiburón, que jamás se puso en marcha, y el mar, con oleajes imposibles. “¿Qué haría Hitchcock en mi lugar?”, se preguntó Spielberg. Y montó, a base de amor al arte y pánico a ser despedido, esa película de “suspense” que conocemos y que un tuitero exorcizó así:
–Si miras “Tiburón” marcha atrás, resulta que es una película en que un tiburón vomita gente hasta que abren una playa.
¿Qué tiene que ver, pues, el cine con los Goya?
El cine es el libro de los que no leen libros.
El cine español, además del libro español de los españoles que no leen libros, es la vanguardia del proletariado cubano subvencionada por los contribuyentes españoles. Y así como el arte contemporáneo tiene su feria en Arco, el “agit- prop” contemporáneo tiene su feria en los Goya, con sus últimos gritos en camisetas y consignas.
El grito goyesco de este año ha sido la justicia, que en el parque temático de la izquierda es la justicia de Antígona, es decir, la justicia de las “leyes no escritas” del Bien político.
Justo es lo que me conviene, y fascista, todo lo demás. Lo ha dicho, coincidiendo con los Goya, el Dexter de Paracuellos en su elogio de Garzón: los trajes de Camps le han hecho a la democracia más daño que la Eta.
No importa que en Madrid casi no quede ya un solo cine abierto. Los medios tratan a los cineros como si fueran depositarios de un arte emergente.
–Cineastas españoles… como toreros americanos.
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