Francisco Javier Gómez Izquierdo
Si el Betis no hubiera ganado al Valencia, poco antes de Navidad, Míchel sería hoy el entrenador del Betis. Los chicos de Mel llevaban un punto de treinta y el beticismo ya no aguantaba más, pero se ganó al Valencia y al Atlético en el Calderón y el compadre Gordillo guardó el borrador del contrato para mejor ocasión.
Míchel ha fichado por el Sevilla siendo madridista y casi bético, con lo mal que se llevan estos adjetivos por Nervión, y para impresionar a la parroquia no ha tenido mejor idea que cambiar de portero. Con semejante ocurrencia parece querer demostrar que ejerce de entrenador, y lo que nos enseña es gran confusión táctica y dispersión psicológica.
Míchel nunca fue equilibrado en el campo y siempre nos pareció muy preocupado por el qué dirán. Sus compañeros le llamaban “Agonías” por sus pesimistas cavilaciones y su miedo a las críticas, a las que quería responder con conocimiento y cierta ironía y le salían excusas quejicas de niño consentido. No es preciso recordar a Valderrama, la huida del Bernabéu o el “...árbitro, Maldini me pega”, pero no está de más señalar un cuarto episodio que viví en directo por la radio mientras atravesaba España. Al programa de Carlos Herrera llamó nuestro héroe para reñir a un anciano poeta casi menesteroso que había reprochado el pobre lenguaje del comentarista deportivo de TVE. Míchel habló con necedad patética y rencorosa, y el bueno de Carlos Herrera optó por la prudencia en vez de ponerle las peras al cuarto.
Cuando dejó de cobrar generosamente de la tele, cogió y dejó al Rayo en 2ªB y al año siguiente atrapó al vuelo el regalo de un Castilla abarrotado de calidad. La memoria del aficionado suele ser corta y selectiva, pero no me negarán que una plantilla con veinteañeros como Borja Valero, Granero, Parejo, Negredo, Soldado, Jurado, De la Red, los Callejón... sin olvidar al extraordinario Juan Mata o al hoy benfiquista Javi García no merece hacer un buen papel en 2ª División. Con Míchel, esta cuadrilla descendió a ¡¡¡¡2ªB!!!! El fantasma del Castilla nunca le abandonará, por muy olvidadizos que sean los nuevos directivos que le vayan contratando. El Getafe no tuvo en cuenta su fracaso y casi le cuesta también el descenso.
En Sevilla le piden resultados y aún no sabe bien lo que le espera cuando quiera descubrir el Mediterráneo en cada rueda de prensa. Para mayor escarnio, llega a la Liga Clemente, otro obsesionado con el “qué dirán” y con el que no le faltarán unas riñas de más. La ventaja de Clemente es que sólo se le pide auxiliar a un moribundo Spórting sin oxígeno, y si por arte del demonio de aquí a final de Liga consiguiera más puntos que su colega en el Sevilla, el padecimiento de Míchel no tendría fin.
NOTA: En ese Castilla de hace cinco años había un tal Agustín (Agus), natural de Bonete (Albacete), y hoy en el Alcorcón, que ha traído la ruina al Córdoba CF, a costa de un millón de leurazos que costó la contratación del “futuro central de la selección”, en palabras de José Miguel González Martín del Campo (Míchel).
Si el Betis no hubiera ganado al Valencia, poco antes de Navidad, Míchel sería hoy el entrenador del Betis. Los chicos de Mel llevaban un punto de treinta y el beticismo ya no aguantaba más, pero se ganó al Valencia y al Atlético en el Calderón y el compadre Gordillo guardó el borrador del contrato para mejor ocasión.
Míchel ha fichado por el Sevilla siendo madridista y casi bético, con lo mal que se llevan estos adjetivos por Nervión, y para impresionar a la parroquia no ha tenido mejor idea que cambiar de portero. Con semejante ocurrencia parece querer demostrar que ejerce de entrenador, y lo que nos enseña es gran confusión táctica y dispersión psicológica.
Míchel nunca fue equilibrado en el campo y siempre nos pareció muy preocupado por el qué dirán. Sus compañeros le llamaban “Agonías” por sus pesimistas cavilaciones y su miedo a las críticas, a las que quería responder con conocimiento y cierta ironía y le salían excusas quejicas de niño consentido. No es preciso recordar a Valderrama, la huida del Bernabéu o el “...árbitro, Maldini me pega”, pero no está de más señalar un cuarto episodio que viví en directo por la radio mientras atravesaba España. Al programa de Carlos Herrera llamó nuestro héroe para reñir a un anciano poeta casi menesteroso que había reprochado el pobre lenguaje del comentarista deportivo de TVE. Míchel habló con necedad patética y rencorosa, y el bueno de Carlos Herrera optó por la prudencia en vez de ponerle las peras al cuarto.
Cuando dejó de cobrar generosamente de la tele, cogió y dejó al Rayo en 2ªB y al año siguiente atrapó al vuelo el regalo de un Castilla abarrotado de calidad. La memoria del aficionado suele ser corta y selectiva, pero no me negarán que una plantilla con veinteañeros como Borja Valero, Granero, Parejo, Negredo, Soldado, Jurado, De la Red, los Callejón... sin olvidar al extraordinario Juan Mata o al hoy benfiquista Javi García no merece hacer un buen papel en 2ª División. Con Míchel, esta cuadrilla descendió a ¡¡¡¡2ªB!!!! El fantasma del Castilla nunca le abandonará, por muy olvidadizos que sean los nuevos directivos que le vayan contratando. El Getafe no tuvo en cuenta su fracaso y casi le cuesta también el descenso.
En Sevilla le piden resultados y aún no sabe bien lo que le espera cuando quiera descubrir el Mediterráneo en cada rueda de prensa. Para mayor escarnio, llega a la Liga Clemente, otro obsesionado con el “qué dirán” y con el que no le faltarán unas riñas de más. La ventaja de Clemente es que sólo se le pide auxiliar a un moribundo Spórting sin oxígeno, y si por arte del demonio de aquí a final de Liga consiguiera más puntos que su colega en el Sevilla, el padecimiento de Míchel no tendría fin.
NOTA: En ese Castilla de hace cinco años había un tal Agustín (Agus), natural de Bonete (Albacete), y hoy en el Alcorcón, que ha traído la ruina al Córdoba CF, a costa de un millón de leurazos que costó la contratación del “futuro central de la selección”, en palabras de José Miguel González Martín del Campo (Míchel).