Francisco Javier Gómez Izquierdo
Andan los socialistas cordobeses en continua zapatiesta por encajar a los más dignos de entre los suyos en las listas del próximo 20-N. La más indignada por las manías de Rubalcaba resulta ser Doña Carmen Calvo, que dolida por el protagonismo de Doña Rosa Joaquina en el Partido, se ha desmarcado de los mejunjes químicos de Don Alfredo y le ha echado un órdago de no te menees.
-No iré en la misma lista que Rosa, y por supuesto mucho menos en un puesto inferior.
Se nota que Doña Carmen no sabe jugar al mus, y demuestra con sus palabras tenerse en mucho a sí misma. Doña Carmen pasó por ministra de Cultura, luciendo muchos vestidos y soltando muchas sandeces, y al oír su nombre, todos la recuerdan con una sonrisa. Un servidor mismo la vio no hace mucho en mi bar de siempre haciendo hora para inaugurar unos hierros que la Cultura del Partido ha hecho pasar por escultura metafórica o algo así. Hacía mohínes en la mesa del fondo con un hombre que al parecer había sido su guardaespaldas. Los de Cabra, que es su pueblo, la tienen por tornadiza en amores, pero a los de Cabra es mejor no hacerles mucho caso cuando hablan de los paisanos.
Doña Carmen y Doña Rosa Joaquina son quintas del 57 y, al parecer, las dos aprobaron Derecho. De Doña Carmen no me han llegado noticias de su activismo político en el 75, pero varios conocidos míos iban a clase con Doña Rosa Joaquina y recuerdan cómo se hizo representante por generación espontánea de los estudiantes y cómo se plantaba a la puerta de la Facultad y explicaba a los catedráticos el orden del día:
-No entramos a clase en solidaridad con los obreros de...... -pongamos Mondragón-.
En Burgos, cuando murió Franco, en el Diego Porcelos había un tal “Trosky” que se abrigaba con una piel de borrego y con una bufanda de a kilómetro. Trosky intimidaba a los profesores hasta hacerlos llorar. Junto a él iba siempre su hermano, dos años menor, que asentía con la cabeza cuando Trosky insultaba. El hermano de Trosky se llama Octavio Granados y es de la quinta del 59. De la mía. Manda hoy en la Hacienda, las pensiones, la Seguridad Social.. y demás dolores de cabeza.
Trosky era del tiempo de Doña Rosa Joaquina y doña Carmen, y tanto él como su hermano supieron salir en las fotos en el momento adecuado. Eso fue en Burgos, por aquel tiempo una ciudad fascista. A mi cuadrilla de entonces Córdoba le pillaba lejos y de Andalucía nos sonaba Julio Anguita y el cantaor Manuel Gerena.
Viene este inútil ejercicio de memoria histórica para contarles a ustedes que un tal Joaquín Dobladez (ex secretario de Organización del PSOE de Córdoba y un hombre fiel a la Dirección) se ha puesto a reñir por escrito a doña Carmen, por díscola e irresponsable, y amparándose en la ignorancia y el letargo de la memoria del vulgo, adjudica méritos tales a la nueva mujer fuerte de Rubalcaba, como que venía de “ ... luchar contra la Dictadura y por las libertades y la democracia desde la clandestinidad” cuando la conoció y que él mismo entró en el PSOE en 1978. Tras echarle en cara el heroísmo de su quinta, al final de la reprimenda epistolar en el Diario Córdoba, el tal Dobladez remata:
-....ya quisiera yo que en el partido hubiese 20 ó 30 Rosa Aguilar, y si no al menos 13 (¿?). Con respeto, querida Carmen, recibe un saludo socialista.
Doña Carmen, va a tener que quedarse usted en Cabra, pueblo al que iba mucho Franco y donde en un alarde de ingenio soltó en la ermita de la Virgen aquél:
-Hijos de Cabra, vuestra madre está en la Sierra.
Andan los socialistas cordobeses en continua zapatiesta por encajar a los más dignos de entre los suyos en las listas del próximo 20-N. La más indignada por las manías de Rubalcaba resulta ser Doña Carmen Calvo, que dolida por el protagonismo de Doña Rosa Joaquina en el Partido, se ha desmarcado de los mejunjes químicos de Don Alfredo y le ha echado un órdago de no te menees.
-No iré en la misma lista que Rosa, y por supuesto mucho menos en un puesto inferior.
Se nota que Doña Carmen no sabe jugar al mus, y demuestra con sus palabras tenerse en mucho a sí misma. Doña Carmen pasó por ministra de Cultura, luciendo muchos vestidos y soltando muchas sandeces, y al oír su nombre, todos la recuerdan con una sonrisa. Un servidor mismo la vio no hace mucho en mi bar de siempre haciendo hora para inaugurar unos hierros que la Cultura del Partido ha hecho pasar por escultura metafórica o algo así. Hacía mohínes en la mesa del fondo con un hombre que al parecer había sido su guardaespaldas. Los de Cabra, que es su pueblo, la tienen por tornadiza en amores, pero a los de Cabra es mejor no hacerles mucho caso cuando hablan de los paisanos.
Doña Carmen y Doña Rosa Joaquina son quintas del 57 y, al parecer, las dos aprobaron Derecho. De Doña Carmen no me han llegado noticias de su activismo político en el 75, pero varios conocidos míos iban a clase con Doña Rosa Joaquina y recuerdan cómo se hizo representante por generación espontánea de los estudiantes y cómo se plantaba a la puerta de la Facultad y explicaba a los catedráticos el orden del día:
-No entramos a clase en solidaridad con los obreros de...... -pongamos Mondragón-.
En Burgos, cuando murió Franco, en el Diego Porcelos había un tal “Trosky” que se abrigaba con una piel de borrego y con una bufanda de a kilómetro. Trosky intimidaba a los profesores hasta hacerlos llorar. Junto a él iba siempre su hermano, dos años menor, que asentía con la cabeza cuando Trosky insultaba. El hermano de Trosky se llama Octavio Granados y es de la quinta del 59. De la mía. Manda hoy en la Hacienda, las pensiones, la Seguridad Social.. y demás dolores de cabeza.
Trosky era del tiempo de Doña Rosa Joaquina y doña Carmen, y tanto él como su hermano supieron salir en las fotos en el momento adecuado. Eso fue en Burgos, por aquel tiempo una ciudad fascista. A mi cuadrilla de entonces Córdoba le pillaba lejos y de Andalucía nos sonaba Julio Anguita y el cantaor Manuel Gerena.
Viene este inútil ejercicio de memoria histórica para contarles a ustedes que un tal Joaquín Dobladez (ex secretario de Organización del PSOE de Córdoba y un hombre fiel a la Dirección) se ha puesto a reñir por escrito a doña Carmen, por díscola e irresponsable, y amparándose en la ignorancia y el letargo de la memoria del vulgo, adjudica méritos tales a la nueva mujer fuerte de Rubalcaba, como que venía de “ ... luchar contra la Dictadura y por las libertades y la democracia desde la clandestinidad” cuando la conoció y que él mismo entró en el PSOE en 1978. Tras echarle en cara el heroísmo de su quinta, al final de la reprimenda epistolar en el Diario Córdoba, el tal Dobladez remata:
-....ya quisiera yo que en el partido hubiese 20 ó 30 Rosa Aguilar, y si no al menos 13 (¿?). Con respeto, querida Carmen, recibe un saludo socialista.
Doña Carmen, va a tener que quedarse usted en Cabra, pueblo al que iba mucho Franco y donde en un alarde de ingenio soltó en la ermita de la Virgen aquél:
-Hijos de Cabra, vuestra madre está en la Sierra.