José Ramón Márquez
Nos comen los antitaurinos. Lo de ayer en Castellón debió de ser de juzgado de guardia. Uno de los habituales de la prensa dice en su reseña: “Toros de Jandilla, de terciada presencia, impresentable el 4, sin seriedad el lavado 3, de buen pitón derecho; el 6 bien hecho y en su punto, quedo y sin fondo; un 5 altón y aparente de Vegahermosa, agradecido más que entregado”, que de estos galimatías no me entero de lo que quieren decir exactamente, pero sí que entiendo lo que significa el conjunto, o sea, que la corrida fue un escándalo, que los mal llamados toros fueron sardinas o cabras o cucarachas o babosas, pero que no fueron toros, que el trust del antitaurinismo, que ahí había tres de los del ‘putsch’ del Wellington, nos la volvió a colar.
La profecía se va cumpliendo, inexorable. El Detalles, S.A. puso en el albero sus gotas de aroma -este torero no es un jornalero, dice uno por ahí y se queda tan ancho-; el Importancias, S.A. trajo su innegable importancia; el Hijo de Finuras, S.A. su arrollador concepto. Todos trajeron lo suyo para que todo siga igual. ¿Y qué hicieron? Pues lo de siempre: burlarse de unos pobres bichos indefensos, porque con los otros no saben tener ni detalles, ni importancias, ni finuras, pero con estos de la reseña ésa tan graciosa, con el lavado, con el sin seriedad, con el impresentable, con el del buen pitón derecho, con el que aún estando en su punto fue quedo y sin fondo, y con el altón agradecido -es de bien nacido-, pues trajeron lo que de ellos se esperaba: el vilipendio del arte de torear, la burla de la tauromaquia, el repertorio del achulamiento sin ton ni son sustanciado en ese repugnante estirarse cuando el toro ha pasado, la horterada de un tío vestido de colores y de bordados haciendo posturitas para solaz del público anestesiado en la idea de que torear es hacer que el toro vaya y venga.
Por lo demás, nada nuevo. El Hijo de Finuras, S.A., que mató a recibir y esto debe contar en su haber, ya le va ganado la partida al Importancias, S.A. Y esto no ha hecho más que empezar.
Nos comen los antitaurinos. Lo de ayer en Castellón debió de ser de juzgado de guardia. Uno de los habituales de la prensa dice en su reseña: “Toros de Jandilla, de terciada presencia, impresentable el 4, sin seriedad el lavado 3, de buen pitón derecho; el 6 bien hecho y en su punto, quedo y sin fondo; un 5 altón y aparente de Vegahermosa, agradecido más que entregado”, que de estos galimatías no me entero de lo que quieren decir exactamente, pero sí que entiendo lo que significa el conjunto, o sea, que la corrida fue un escándalo, que los mal llamados toros fueron sardinas o cabras o cucarachas o babosas, pero que no fueron toros, que el trust del antitaurinismo, que ahí había tres de los del ‘putsch’ del Wellington, nos la volvió a colar.
La profecía se va cumpliendo, inexorable. El Detalles, S.A. puso en el albero sus gotas de aroma -este torero no es un jornalero, dice uno por ahí y se queda tan ancho-; el Importancias, S.A. trajo su innegable importancia; el Hijo de Finuras, S.A. su arrollador concepto. Todos trajeron lo suyo para que todo siga igual. ¿Y qué hicieron? Pues lo de siempre: burlarse de unos pobres bichos indefensos, porque con los otros no saben tener ni detalles, ni importancias, ni finuras, pero con estos de la reseña ésa tan graciosa, con el lavado, con el sin seriedad, con el impresentable, con el del buen pitón derecho, con el que aún estando en su punto fue quedo y sin fondo, y con el altón agradecido -es de bien nacido-, pues trajeron lo que de ellos se esperaba: el vilipendio del arte de torear, la burla de la tauromaquia, el repertorio del achulamiento sin ton ni son sustanciado en ese repugnante estirarse cuando el toro ha pasado, la horterada de un tío vestido de colores y de bordados haciendo posturitas para solaz del público anestesiado en la idea de que torear es hacer que el toro vaya y venga.
Por lo demás, nada nuevo. El Hijo de Finuras, S.A., que mató a recibir y esto debe contar en su haber, ya le va ganado la partida al Importancias, S.A. Y esto no ha hecho más que empezar.