Francisco Javier Gómez Izquierdo
No sé si Solimán López es nacido en Córdoba. Es más, no tengo ni zorra idea de quién es Solimán López, pero los concejales de la ciudad, mejor dicho, las concejalas... andaban estos meses atrás entusiasmadas ante el descubrimiento de un fenómeno que iba a “epatar” (así se pronunció la concejala Candelario con mucho mohín y misterio) al orbe de la Cultura.
Aspira Córdoba a capitalidad cultural para el 2016, y al abrigo de tal invento se ha acogido una legión de ganapanes reidores de las ignorancias y simplezas municipales. El misterio que embarazaba la señorita Candelario salió a la luz y ¿qué parió?: un avión. Un DC7. Un monstruo de chatarra abandonado al que Solimán (¿le bautizaría así su madre o se cambió el nombre de mayor?) elevó a las más altas cumbres del buen gusto mandando que lo llevaran al lugar más visible de la ciudad y lo llamó Contenedor Cultural, recibiendo el general aplauso de la concejalía que gastó ochenta mil leuros en el traslado de su dormidero ancestral hasta la orilla del Guadalquivir. La joven Candelario, que tiene estudios de Trabajadora social o algo así, carné del PCE y ocupación de concejala desde hace ocho años, no pudo reprimirse:
-Es una idea genial.
Pues no. Resulta que no es tan genial la idea. Parece ser que semejante necedad se le ocurrió a uno de Huesca y la enseñó en ARCO, ese expositor de extravagantes, hace unos años. El artista de Huesca puso un DC9, pero también lo llamó Contenedor Cultural y lo pasea por las ciudades como si fuera cosa de ver. Solimán tuvo conversaciones con Eduardo Cajal, el padre de “la idea genial” hace unos años, pero como en Córdoba no se está al loro de las últimas tendencias, Solimán vió que llegaba su momento de gloria y pidió pasta por asombrar al mundo. Eduardo Cajal ya ha denunciado y supongo que la Sgae se estará frotando las manos.
A muchos cordobeses les hubiera gustado que la autoridad hubiera intervenido antes de perpetrar tamaño desafuero, pero el mal ya está hecho. El DC7 daña dolorosamente los ojos de los que tienen buena vista, el Ayuntamiento cree haber descubierto el Mediterráneo y Solimán ya es un prestigioso ¿creador? andaluz.
Uno, lego en arte y absolutamente ignorante en el que llaman moderno, no cree normal que estas cosas se le ocurran a más de un individuo. Ver una avión abandonado e imaginarse un contenedor cultural, solo puede ser consecuencia de un mal sueño, de un mal beber o de un mal fumar.
-Y en el contenedor, ¿qué cultura se va a meter? ¿Mozart ó las Ketchup? ¿El flamenco o el hip-hop? ¿Góngora ó Argote?
No sé si Solimán López es nacido en Córdoba. Es más, no tengo ni zorra idea de quién es Solimán López, pero los concejales de la ciudad, mejor dicho, las concejalas... andaban estos meses atrás entusiasmadas ante el descubrimiento de un fenómeno que iba a “epatar” (así se pronunció la concejala Candelario con mucho mohín y misterio) al orbe de la Cultura.
Aspira Córdoba a capitalidad cultural para el 2016, y al abrigo de tal invento se ha acogido una legión de ganapanes reidores de las ignorancias y simplezas municipales. El misterio que embarazaba la señorita Candelario salió a la luz y ¿qué parió?: un avión. Un DC7. Un monstruo de chatarra abandonado al que Solimán (¿le bautizaría así su madre o se cambió el nombre de mayor?) elevó a las más altas cumbres del buen gusto mandando que lo llevaran al lugar más visible de la ciudad y lo llamó Contenedor Cultural, recibiendo el general aplauso de la concejalía que gastó ochenta mil leuros en el traslado de su dormidero ancestral hasta la orilla del Guadalquivir. La joven Candelario, que tiene estudios de Trabajadora social o algo así, carné del PCE y ocupación de concejala desde hace ocho años, no pudo reprimirse:
-Es una idea genial.
Pues no. Resulta que no es tan genial la idea. Parece ser que semejante necedad se le ocurrió a uno de Huesca y la enseñó en ARCO, ese expositor de extravagantes, hace unos años. El artista de Huesca puso un DC9, pero también lo llamó Contenedor Cultural y lo pasea por las ciudades como si fuera cosa de ver. Solimán tuvo conversaciones con Eduardo Cajal, el padre de “la idea genial” hace unos años, pero como en Córdoba no se está al loro de las últimas tendencias, Solimán vió que llegaba su momento de gloria y pidió pasta por asombrar al mundo. Eduardo Cajal ya ha denunciado y supongo que la Sgae se estará frotando las manos.
A muchos cordobeses les hubiera gustado que la autoridad hubiera intervenido antes de perpetrar tamaño desafuero, pero el mal ya está hecho. El DC7 daña dolorosamente los ojos de los que tienen buena vista, el Ayuntamiento cree haber descubierto el Mediterráneo y Solimán ya es un prestigioso ¿creador? andaluz.
Uno, lego en arte y absolutamente ignorante en el que llaman moderno, no cree normal que estas cosas se le ocurran a más de un individuo. Ver una avión abandonado e imaginarse un contenedor cultural, solo puede ser consecuencia de un mal sueño, de un mal beber o de un mal fumar.
-Y en el contenedor, ¿qué cultura se va a meter? ¿Mozart ó las Ketchup? ¿El flamenco o el hip-hop? ¿Góngora ó Argote?