Francisco Javier Gómez Izquierdo
Luis Rubiales es un sindicalista de nueva hornada. Un sindicalista que no se curtió en los pozos Marialuisas, ni haciendo mezcla a cinco grados bajo cero. Luis Rubiales es un sindicalista que padeció al Xerez, al Levante y al Alicante.
Luis Rubiales parece nuevo en esto del fútbol, reclamando vacaciones para gente que trabaja tres horas diarias, mientras piensa en sus “amigos” del Betis. No le han hecho caso porque el Burgos C F no está en Primera. Ni siquiera en Segunda División. Si el Burgos hubiera estado a tiro, la FEF hubiera arreglado el entuerto haciéndolo desaparecer de nuevo.
El último atropello federativo al Burgos, disfrazado de escarmiento, tuvo lugar en julio de 2002. Quintano Vadillo, un nefasto presidente que vivía de unas tintorerías, prometió poner 30 millones de pesetas que faltaban para que el club se convirtiera en Sociedad Anónima. Campofrío, Matutano, Cervezas San Miguel, el mismo Ayuntamiento... y varias empresas podían haber hecho un esfuerzo, si alguien hubiera gastado parla convincente. El 30 de julio nadie había comprado las acciones que faltaban para constituir la Sociedad y Villar defenestró a nuestro equipo. A los dos minutos, el Levante pasó de 2ªB a 2ª y fichó a Mijatovic. A los dos años dejaron la División de Plata y se plantaron en 1ª. Y ahí llegó Rubiales... rebotado de un Xerez en ruina y de la mano de Schuster, el entrenador al que menos gusta el fútbol.
El Levante debía dinero a todo “quisque”, pero no descendió, como tampoco descendieron el Xerez, ni la Real, ni el Atleti, ni aquel Sevilla del cheque trucado, ni el Celta, ni el Albacete, ni... cualquiera cabe. Rubiales supo del truco de la Ley Concursal y se erigió en portavoz de sus colegas del Levante, adquiriendo fama a costa de lo estrecho del embudo para el Burgos y lo ancho para el resto del fútbol español.
Cuando esta Nochebuena Rubiales pidió “huelga”, miraba las nóminas de los jugadores del Betis, sin percatarse de que las denuncias hay que ponerlas en junio y de que “su Betis” se apropió indebidamente de un futbolista que había fichado el Córdoba: Salva Sevilla . Lo hizo de una manera que al parecer gusta mucho al sindicalista de la Afe. Salva Sevilla es un buen futbolista que un servidor recomendó por escrito a la secretaria técnica cordobesista, cuando supo que Del Nido le daba la baja. No se me hizo caso, pero tras una buena campaña en el Salamanca, el Córdoba lo fichó con una cláusula: si un 1ª se interesaba, quedaba libre por 200.000 euros. A principios de agosto, el jugador dijo que fichaba por el Levante -la Universidad de Rubiales-, pero, mire usted por dónde, a los dos minutos el Betis se lo compraba a los granotas. Ardid de pícaros que no impidió la obligación de abonar los 200.000 euros, comprometiéndose a hacerlo el Betis.
Hoy, que ya se sabe que en el Betis hay una deuda de no sé cuántos millones de euros, se tiene muy claro en Córdoba que la 2ª de este año está hecha para que ascienda el Betis. Ahí está Rubiales para partirse la cara con quien haga falta.