Los periodistas notamos que mitinea Zapatero no precisamente por la devoción jovial de los adeptos congregados en el pabellón –ayer, en Lérida, la concurrencia frisaba más bien la temporada otoño-invierno de la vida, como en todos los mítines del PSC–, sino ante todo porque a la entrada nos toman los datos y nos hacen abrir los portátiles uno a uno. Ni que viniera Rubalcaba, oigan, que es el que manda. Como había olvidado el boli en el hotel fui a pedirle uno a un tipo de rostro adusto con pinganillo en la oreja. “Sólo tengo uno y no te lo puedo prestar porque es para poner denuncias”, me responde. Vale, vale. No se ponga usted así.
Superados los controles de seguridad, tomamos posición mecidos por la sintonía de las mismas siete canciones que ponen los socialistas antes de cada mitin: Alaska, Miguel Ríos, Tequila, Serrat, ABBA... Ya se sabe uno hasta el orden de la lista de reproducción. Nos entretenemos tarareando Mediterráneo cuando súbitamente irrumpe la armónica vagamente dylaniana del himno sociata y hace su aparición el presidente del Gobierno, estrechando manos y aspergiendo sonrisas a la provecta militancia como bendiciones paternales de arcipreste laico. Montilla, que va detrás, también sonríe, o al menos lo intenta.
Zapatero se sube al atril y nos endilga el consabido castigo de su sonrosado maniqueísmo, ese que cifra la política española en el intento de los Darth Vader de la derecha de proscribir para siempre a los Robin Hood de la izquierda. Empieza con energía, pero poco a poco su oratoria parvularia naufraga y emerge ese rumor de la nada que caracolea en su cabeza como volutas de gas y que se adensa para precipitar sus clásicas frases estupefacientes: “El mundo está cambiando: va a tener una gran necesidad de alimentos”. Pero ¿como de cuántos alimentos estamos hablando exactamente, presidente? ¿Y de aspirinas, cómo andaremos para entonces?
En el bus de prensa surge el dilema: el debate televisado de los candidatos en TV3 coincide con Piratas del Caribe II en otra cadena. ¿Con cuál de los dos tipos de piratas nos quedamos?
y en catalán, que estaba prohibido
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