jueves, 10 de septiembre de 2009

JUEVES, 10 DE SEPTIEMBRE

JUSTICIA POÉTICA


Preguntas sin respuestas y respuestas sin preguntas. Éste era, en resumen, el reproche que Popper tenía contra el sistema educativo, donde, por lo visto, viene a ocurrir lo mismo que en el sistema judicial.

El sistema judicial es tan deprimente como los chistes de abogados, esos que los abogados no creen que sean divertidos, y los demás, no creen que sean chistes. Una vez tuve un juicio contra un funcionario del Estado (de Derecho), y tardé quince minutos -el juicio duró un cuarto de hora- en comprender el funcionamiento del sistema: allí, el único que pagaba era yo. Pagaba al juez; al fiscal -que "torcía" por el funcionario del Estado (de Derecho) denunciado-; al funcionario del Estado (de Derecho) denunciado; al testigo, que era otro funcionario del Estado (de Derecho); al abogado del funcionario del Estado (de Derecho), pues era abogado del Estado (de Derecho); a mi abogado... Pagaba la luz y el aire acondicionado. Pagaba la novatada. Pagaba el pato.

Ley de Lieberman: Todo el mundo miente, pero no importa, porque nadie escucha.

Garzón, ese juez impreciso, se niega a responder a las preguntas de la acusación. ¿Por qué? Dada su naturaleza progresista, debe uno ponerse en lo peor.

En el otro extremo social, el etarra Bilbao, famoso porque acostumbra presentarse ante la Justicia con una camiseta del Che, pero de pobre -sin el diseño de las que con idéntico motivo gastan los toreros Castella y José Tomás-, se niega a responder preguntas porque él es de la opinión de que los jueces están hechos unos "fascistas".

El "fascismo", según Pemán, es un casino cuyas listas administran los del casino de enfrente. ¿Cómo sabe uno si pertenece o no a una sociedad en la que no se paga cuota, ni le hacen a uno firmar nada, ni se lleva lista de socios? Le dicen a uno que es socio, ¿y cómo lo desmiente uno?

Preguntas sin respuestas y respuestas sin preguntas. Pero es curioso que, en un sistema judicial pensado para acabar con los diálogos, la Justicia no vaya cagando leches.

Ignacio Ruiz Quintano