viernes, 11 de septiembre de 2009

ME SACA LA STONE

venezuelanoticia.com


(RICARDO BADA:
Laureano Márquez, el autor de lo que sigue, es un humorista venezolano. Vale.)


Yo, por mí, viviría en un rancho... ¡sabroooso!, sin agua potable, cargando mi latica desde la pata del cerro y subiendo en jeep, con mi despacho bajo unas láminas de zinc bien calientes y piso de tierra y alpargatas. Pero como me quieren matar, me veo obligado a protegerme, a permanecer en este repugnante palacio caminando sobre alfombras carísimas y durmiendo en cuartos con aire acondicionado... Yo no sé cómo lo soporto. Baño con cerámica, agua caliente y caras porcelanas. Es que si no me vomito cada vez que tomo una ducha es de vaina. Tengo que moverme en un carro como con 500 guardaespaldas, sacrificando el sueño de mi vida: andar en un volkswagen escarabajo escoñetado y sin frenos; pero, por culpa de los conspiradores, debo ir como me ven. ¿Ustedes creen que a mí me gusta esta limosina blindada en la que uno puede estirar las piernas y hasta recostarse un ratico y hacer siesta, con neverita de agua fría para refrescarse después de un caluroso contacto con ustedes, mi pueblo, y botellitas de agua oxigenada Evian para lavarme las manos, no vaya a ser que el imperialismo haya contratado a alguna viejita para pegarme una magni-infección? Pues no, yo detesto esta vaina, pero debo andar así por seguridad. Cada vez que renuncio a un chicharrón con pelos, no pienso en el colesterol malo, sino en qué sería de este pueblo si a mí me da un infarto, porque me imagino que sabrán que los chicharrones son una estrategia de la CIA para joder a nuestros pueblos. Qué más quisiera yo que poder llevar un Cassio de pulsera plástica en mi muñeca, de esos cuyas pilas venden los buhoneros de El Silencio. Pero desde que comenzaron los intentos de magnicidio, me veo obligado a cargar un Vacheron Constantin cuya precisión me permite conocer la hora exacta de un posible atentado. Su mecanismo, sensible al pulso, ayuda a mis escoltas a saber, en ciertos momentos de duda, si sigo vivo. Tiene una miniesfera en uno de los cuadrantes que me permite, además, conocer la hora exacta en Washington D.C., donde vive nuestro mayor enemigo, y una correa de cuero puro que evita alergias y envenenamientos vía epidermis. ¿Ustedes creen que a mí me gustan estos paltós de alta costura francesa? ¿La verdad?: ¡me repugnan!... lo que me dan es asco, esos trajes cuya línea se mantiene en una caída impecable, el ajuste perfecto a los hombros, el talle ceñido que estiliza la figura y esa solapa gruesa y atacona. Dígame las corbatas italianas de seda, suavecitas... ¡Qué ladilla, mano! Mi sueño es andar con pantalón de kaki y franelita blanca. Pero claro, desde que quieren atentar contra mi vida, me veo obligado a llevar estos costosos trajes, porque es exigencia de la compañía que fabrica los chalecos antibalas, que me dijo: “Con Monte Cristo se le va a notar”. Eso es como las yuntas de oro: "Coño, ¿no me pueden amarrar esa vaina con pabilo?", les digo yo. No, me dicen mis asesores de seguridad, porque esos son GPS para conocer mi ubicación en caso de eventual secuestro. Dígame la comida. Eso sí es un verdadero sacrificio. A mí no hay nada que me encante más que un plato de pasta con Ketchup y una Pepsi mojada en casabe y una arepa de aguacate a las dos de la mañana. Pero hubo que contratar cocineros de máxima confianza y esos carajos no saben preparar nada de esa vaina, sino platos musiúes: que si salmón fumé, que si entrecot, que si escargots. Cómo añoro mis ensaladas con vinagre Corona y aceite Vatel, no esta vaina que lo que sabe es a aceituna y un acetto balsámico de Módena, para evitar posibles envenenamientos. Todos estos sufrimientos, y muchos otros que no quiero contar, sino que prefiero que permanezcan en el olvido, con la humildad que me es propia, los hago por ustedes. Y yo cuido mi vida no por mí, que soy una paja que arrastra el viento, ¿qué importo yo y el sacrificio que hago de soportar las incomodidades que he descrito? ¡Nada!, absolutamente nada. Todos estos padecimientos los resisto estoicamente por ustedes, mi pueblo, para que ustedes mantengan ese nivel de vida revolucionario que yo, tristemente, no puedo llevar.

***

(RICARDO BADA: En Venezuela "sacar la piedra" quiere decir "me molesta", "me altera", "me irrita". Esta expresión tiene un origen curioso. Cuando a la hembra del pájaro querre-querre le quitan los huevos del nido, dicen que, de la rabia, el animal suelta una piedra enorme que llaman la piedra del zamuro; mucha gente la usa como talismán.

El humor de Laureano es grandioso. En una caricatura de esta semana Chacumbele le pregunta a Oliver Stone si dentro de la plática que le dio por el documental tiene también derecho al Oscar.

Adelante, pues, con el anexo.)


Laureano Márquez TalCual / ND
talcual.com

Me saca la Stone
Septiembre 11, 2009


Dear Oliver: Sólo una pequeña lista de cosas que en Venezuela sacan la Stone: · La prisión de Julio César Rivas y todas las demás prisiones políticas de las que ya no podemos dar cuenta porque se nos irían todos los caracteres de los que dispone esta página sin terminar la lista. · La persecución, el amedrentamiento, la institucionalización de la maldad. · El cierre de medios de comunicación y la amenaza a todos los que no han sido cerrados, por ahora. · El miedo y la autocensura. · La ausencia de Poder Judicial autónomo. · La agresión violenta a la expresión de opinión disidente. · El uso de la ley como mecanismo de agresión y venganza. · La escasa representatividad que la Asamblea tiene de la diversidad política del país. · La creciente pérdida de espacios de libertad, participación y tolerancia. · El despilfarro de los recursos públicos en donaciones a otros países mientras los problemas de Venezuela siguen sin resolverse. · El irrespeto a los derechos humanos. · El pensamiento único que se nos pretende imponer. · El uso de la Fuerza Armada como instrumento represivo de la disidencia pacífica y la protesta legítima. · La sujeción de los militares a una opción política. · La creación de organizaciones armadas para amedrentar. · La preponderancia del Poder Ejecutivo por encima de los demás poderes, que no son otra cosa que instrumentos suyos. · Toda Ley orgánica aprobada con premeditación, alevosía y nocturnidad. · La confiscación de la soberanía popular con leyes electorales que atentan contra la representación proporcional. · La imposibilidad de auditar las finanzas públicas y la corrupción administrativa en todos los niveles de la administración del Estado, que deja a los de la IV como simples aficionados. Dear Oliver: Lamentablemente, el lente de tu cámara está sucio y se ve que hay cosas que no recoge. “Y es que en este mundo traidor: nada es verdad ni mentira. Todo es según el color del cristal con que se mira.” Eso dijo Campoamor, pero nuestro Zapata agregó: “Si en este mundo traidor nada es verdad ni mentira, como dice Campoamor, tampoco es verdad el color del cristal con que se mira”.