martes, 14 de mayo de 2024

La ley conyugal


Melania Trump


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


El wokismo natural del Régimen eclosiona en una representación de “burlesque”, o teatrillo frívolo, con la derecha pepera, que encarna el wokismo de náuticos, pantalones teja y melena distraída, promoviendo una Ley de Cónyuges para los inquilinos de La Moncloa. “La mujer de César debe estar por encima de toda sospecha”, dijo Plutarco a Feijoo, que quedó escandalizado no por César, sino por su consorte.


El nihilismo rampante exige la sustitución del Derecho por la legislación, y la misma derecha que ya promovió una ley de pandemias para imponer la vacuna obligatoria busca con su ley de cónyuges ir colando una especie de Estatuto de Primera Dama (o de Primer Caballero) para todas las republiquetas del triunfante Estado Compuesto del Consenso’78, Madrid incluida, como se vio en la “extravaganza” del Dos de Mayo en la Puerta del Sol.


A Feijoo, que ya descubrió que Orwell escribió su “Nineteen Eighty-Four” cuando llevaba treinta y cuatro años muerto, no le gana a modernidad ni su inventor, JFK, de quien Galbraith nos legó un apunte curioso sobre el “conyugalismo” político:


JFK propuso la tesis de que las mujeres carecen de talento político por naturaleza. Me pidió que nombrara triunfadoras. Respondí que Eleanor Roosevelt. Me pidió otra. Propuse Isabel I. JFK rio con desdén y dijo: “Ahora sólo te queda una: Maggie Smith (la senadora de Maine, enemiga suya, que se enfrentó a McCarthy).


Salvo Melania Trump, la más bella, las “cónyujas” americanas nunca le hicieron ascos al petardeo político. Abigail Adams se las echaba de Catón el Censor, repitiendo a todo el mundo “Hamilton es tan ambicioso como Julio César”, con lo que eso suponía. Jackie calaba a los generales como Eleonora a los maridos. Cuando el propio Galbraith le planteó el caso de Lucy Mercer Rutherfurd, que acompañó al patriarca del New Deal incluso en la agonía, Eleonora contestó que eso nada significaba: “Todo el mundo sabe que Franklin estaba paralítico de cintura para abajo”.


Ni que decir tiene que al alma española se ajusta mejor el alma rusa de los revolucionarios soviéticos, como Lunatcharski, comisario de la Cultura, en cuyas incontables direcciones colocó a todas las esposas y hermanas de los jefes bolcheviques: Krupskaia, esposa de Lenin; Brouch-Bruevich, hermana de Lenin; Trotskaia, esposa de Trotski; Kámeneva, hermana de Trotski; Dzerjinskaia, esposa de otro Dzerzhinsk (¡otro Félix!)... Cónyuges consagradas a la causa de la Cultura más el toque Evita de la Justicia Social para componer aquel cuadro de Murillo que Pemán (“aforismos sociales con aire de epístolas pontificias”, definió el justicialismo) contempló en un besamanos de la esposa de Perón en Buenos Aires:


¡Parecía aquello el cuadro “Santa Isabel de Hungría socorriendo a los pobres”!


Sobre la ley conyugal, la Agenda 2030 advierte que si la esposa de Feijoo aspira a socorrer pobres, primero su marido agendero tendrá que crearlos.


[Martes, 7 de Mayo]