miércoles, 8 de octubre de 2025

Bananas



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Tamayo, el chico más listo del socialismo madrileño, lo tiene crudo con su Nuevo Socialismo, que si es nuevo, no puede ser socialismo, y si es socialismo, no puede ser nuevo. El socialismo de toda la vida, esa patología política que consiste en socorrer a los pobres después de crearlos, recibe entre nosotros el nombre de guerrismo, que viene a ser un poco de todo: hebertismo, peronismo, fascismo, lugarcomunismo, analfabetismo, resentimiento de aldea y una irrefrenable pasión por los bienes ajenos que se resume en el grito de “¡Rumasa ‘pal’ pueblo!” El joven Simancas, cuya campaña electoral se basa intelectualmente en los discursos revolucionarios de “Bananas”, es guerrista porque piensa lo mismo que el hermano de Juan Guerra, sólo que después. Lo suyo es guerrismo de “chialé”, que es el guerrismo de los señores bajitos que viven en “chialé” para poder refunfuñar al amor de la lumbre de la barbacoa donde se dora la panceta, como esos genios escandinavos que refunfuñan bajo los puentes. El viejo Ibarra también es guerrista, pero del guerrismo de Puerto Hurraco, que es un guerrismo con más carácter. Sus majaderías, que van a más con la edad, pasan entre sus correligionarios por grandes proverbios. Según el guerrismo –el guerrismo es “Bananas” con Simancas en lugar de Woody Allen–, la ocupación mejor remunerada es el ejercicio de la charlatanería de progreso, pero esto no sería posible para el hombre si, como un animal de pasto, tuviera que alimentarse continuamente con la nariz pegada al suelo; para evitar la necesidad de estar comiendo continuamente, son muy útiles los intestinos largos; por lo tanto, la causa de los intestinos largos es el ejercicio de la charlatanería de progreso. Desde luego, sin unos intestinos lo bastante largos no se explica la propuesta guerrista de invitar a transporte a los viejos y a los jóvenes a cuenta de los currantes. Porque, al final, la gente de progreso es de progreso porque para ella todo lo que sea gasto corre por cuenta del prójimo. Cuando el comunista Fausto, otro marujón de “chialé”, se pone farruco y dice estar dispuesto a jugarse las cenas que sean a que va a haber gobierno de progreso en Madrid, en realidad no se está jugando nada: lo dice con una Visa Oro en el bolsillo a cuenta de los contribuyentes. Sin los contribuyentes, el guerrismo sería como una merienda de negros sin merienda. ¿Para cuándo un monumento al contribuyente desconocido?