viernes, 30 de septiembre de 2022

Rocanrol. Hop aboard the midnight train

 


 

 Hop aboard the midnight train


We'll be playing our  upcoming EP songs, lots of bangers and tell you a bit about it at the most legendary spot in town!  Really looking forward to this one.
Come to rock or be a twat x 🤘 (real time is 9pm btw)



 

Do chase the ebbing Neptune, and do fly him

The Tempest

W. S.

***




Classic Rock In Pics
@crockpics

Racismo, corrupción

La Santa Transición


 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Villacís, la jurista, opina que lo peor de los Estados Unidos es su Constitución (la única Constitución democrática, aunque antes entendería la Trinidad que la Segunda Enmienda). A Meloni, por pedir elección del poder ejecutivo directa y separada (una de las tres patas de la democracia representativa), el “liberalismo distrital” (sic) la tilda de “fascista”. Oltra, la Rosa Luxemburgo de Neuss, Alemania, dice al juez que se autoinculpó de lo suyo por usar… “el singular mayestático”. Pachi López, que soñó con Industriales, niega que lo de Griñán sea “corrupción”. Y en una TV privada (suponiendo que eso pueda existir en España), un posmoderno con pinta de galán de cine de Masó pide que Vinicius, el veinteañero que no ha hecho otra cosa que divertir y divertirse jugando al fútbol, “deje de hacer el mono”.
    

En España “hacer el mono” significa “hacer el tonto” –matizó luego el posmoderno.
    

El posmodernismo proclama el vacío de los signos, de modo que el significante hace sólo relación a otros significantes, no a lo significado. Por eso en el derbi, los aficionados, que no están muy duchos en Barthes, a Vinicius le gritaron, en la calle, “mono”, y en el Civitas (¡oh, justicia poética!), “tonto”, suspendido ello en una melodía proustiana, “muérete, muérete”, como aquel amor que iba siempre suspendido en una “frase” de Vinteuil.
    

En España los encargados de las definiciones ya no son los académicos, que ahora hacen morcillas (si quieren una, ahí tienen la tercera acepción de “nacionalidad”). Los que definen son otros beneficiarios del Régimen.


    –Notre nation de singes à larynx de perroquets! –le dice Mirabeu a Sieyes en una carta.
    

Definición: limitación de lo ilimitado. Si la palabra “democracia” sólo significa ya lo que nos conviene que signifique, ¿qué destino aguarda al resto? Durante la Transición, según quien mejor la estudió, con el idiotismo (idiomático) se quiso salvar la gran distancia entre la realidad oligárquica del poder político y la ficción democrática de que se revisten sus instituciones:


    –La ficción política obliga a imprimir en la sociedad el carácter falaz del poder institucional, a través del lenguaje.
    

Y en vez de Cervantes, Quevedo, Gracián (descubierto por Elon Musk de oírselo citar a Sánchez) o Donoso, de definidores hacen Villacís, Oltra, Pachi López o un posmoderno de la TV molesto con el “swing” de Vinicius. “Hacer el tonto” se llama “hacer el mono”; la conveniencia, verdad; la ocurrencia, cultura; la frase, discurso; el engaño, habilidad; el plagio, creación…


    –Voces huecas y frases incoherentes se introducen en las mentes de la colmena, a través de los medios, y amodorran los instintos del buen sentido, la capacidad crítica de la inteligencia y la moralidad natural de casi todo el pueblo.
    

Este “fascismo de la vulgaridad”, que dijo Steiner, nos neutraliza ante una elite occidental que está loca por la música de una tercera (y última) guerra mundial.

[Viernes, 23 de Septiembre]  

jueves, 29 de septiembre de 2022

"¡Recordad el Maine!"

 

Ignacio Ruiz Quintano


    Cuando Trump decía vivir rodeado de gente obsesionada con la tercera guerra mundial, era esto.

 

Otoño electoral en América. Europa, se nos avisó en su día, no tendría independencia mientras durara “la cultura satisfecha y optimista del liberto que, como el carnero liberado del lobo en la fábula de Santayana, está feliz porque el nuevo depredador político le acaricia a veces el lomo”. Creamos la oveja perfecta, y ahora tendremos que quitarnos el frío a tortas, porque nos han volado el gas para el invierno.


    –¡Recordad el ‘Maine’, al infierno con España! –gritaba en público uno que decía que sin ética no había periodismo, Mr. Pulitzer, que en privado confesaba que “nadie fuera de un manicomio” lo creería.
    

En el manicomio de Céline estamos, donde un loco no es sino las ideas corrientes de un hombre, pero bien encerradas en una cabeza: el mundo como que no pasa a través de nuestras cabezas y se acabó.


    El lunes, 4 de julio de 1898, en los pasillos del Congreso, podía leerse el telegrama del almirante Sampson comunicando a su gobierno la destrucción de la escuadra de Cervera: “En este momento en que se conmemora la independencia de nuestra Patria, yo ofrezco a ella la destrucción de la escuadra española. Hemos tenido siete muertos y trece heridos. El almirante Cervera, con Eulate y Lazaga, están prisioneros en el barco almirante, Jorva.”

 

 El 12 de octubre de 1899 el gobernador militar de Cuba, Brooke, para “desespañolizar” la isla, prohibió los toros.
    

En España, Roca Barea ha resumido en su “Imperofobia” las campañas de los Pulitzer y los Hearst para crear la necesidad de la guerra de Cuba: bastó con un dibujo que años antes había ilustrado un eclipse de sol, más una película de 25 segundos de Edison con españoles matando insurgentes (“Shooting Captured Insurgents Spanish American”). ¿Para qué más? El resto lo pone la Santa Ciencia.


    La humanidad necesitaba de algo así e inmediatamente llegó, escribe Hegel para explicar la invención de la pólvora contra la fuerza superior de los caballeros acorazados. Y quien dice la pólvora, dice la bomba atómica.

 

Y si, según Hegel (pensador que se cita mucho alrededor de un cocido, no sé si por la sinestesia entre garbanzos y balines), el mayor coraje reside en que al utilizar el fusil se dispara “al bulto” contra un enemigo abstracto, no contra personas específicas, ¿al lanzar la bomba atómica se eleva tanto el coraje como lo abstracto hasta lo trascendente?, preguntó retóricamente un pensador alemán que pensaba como un italiano (los Carducci, los Mosca, los Pareto, los Michels, los Croce, los Gentile, los Gramsci…)

 

 Los carneros de Santayana quedamos para esnifar el hongo atómico que nos caiga. En Madrid no éramos objetivo nuclear ruso, pero tras la declaración de guerra de Almeida a los boyardos (creo que él, que tiene cara de lector de alatristes, robertoalcázares y pedrines, dijo bastardos), ¿quién sabe? Si al final el hongo cayera en Madrid, Ayuso aprovecharía su sombra para poner otra terraza.

La igualdad proletaria como expresión capitalista del arte moderno

 


Mondrian

 

El asalto al tercer grado de abstracción, la «abstracción pura», eliminó el tema y la forma, para quedarse sólo con la materia pictórica en planos de colores amorfos o de un solo color, sin referencia alguna a la sociedad o la naturaleza. Este ataque metafísico a la posibilidad de arte plástico, motivado por razones ideológicas en los años que precedieron y siguieron a la Revolución de 1917, fue acometido primero en Rusia, por artistas promotores de un nuevo orden igualitario y, después, en Holanda, por la iconoclasia de un grupo de diseñadores y arquitectos calvinistas.

Entre los primeros, Malevich, inventó el «suprematismo» autónomo de los elementos pictóricos frente a la impureza de cualquier trazo que recordara la naturaleza. Entre los segundos, Mondrian creó el «neoplasticismo» de los cuadrados rojos, amarillos y azules enmarcados en bandas rectilíneas negras. La destrucción del arte se completó cuando los americanos Newman y Rothko suprimieron la geometría, que era un resto impuro de la naturaleza, para reducir la pintura a manchas de un solo color sin límites precisos. La ironía ha hecho de una utopía de la igualdad proletaria la mejor expresión capitalista del arte pictórico de la modernidad. Pero la abstracción pura, una idea totalitaria, no es compatible con el arte. Por eso es reaccionaria y, además, no me gusta.

Antonio García-Trevijano

Vida del pintor Bonifacio. Los animales geométricos II

 


BONIFACIO

Turner, 1992

Ignacio Ruiz Quintano

 

DIECISIETE
Los animales geométricos II



De noche, Bonifacio baja a la ciudad, descolgándose de las Casas Colgantes.

En la ciudad, la falta de bullicio mantiene a los habitantes de esta pictórica y pintoresca corte de los milagros obsesionados por dos problema: el aburrimiento y la promoción.

En la plaza Mayor, los artistas se distinguen por vestir con desaliño, con lo cual adquieren un toque de excentricidad uniforme que hace más insoportable la vida de mentidero, y muchas noches Bonifacio se pregunta si no habrá salido de casa sólo por no ver el monumento del Corazón de Jesús.

Fuera de las horas del almuerzo, Zóbel acostumbra pasear por esa plaza en solitario, arrastrando sus enormes zapatos entre los niños que juegan al fútbol, y un día les concede una subvención infantil para que hagan un equipo y dejen de molestar a los artistas que cotorrean de pintura y a los curas que repasan el breviario.

Después de veintidós años de paseos por la plaza Mayor, no es difícil llegar a la conclusión, como Bonifacio, de que “aquí todos están locos”, y menos si una noche, de repente, lo apalizan a uno alevosamente “por su cara de vasco”. Eso le ocurrió en Cuenca a Bonifacio una vez que había campaña electoral.

Bonifacio fue asaltado por un hatajo de novicios fascistas que, en su esfuerzo por presumir de fieras peligrosas, lo sorprendieron en un callejón, a la salida de una juerga, voceando como los bisontes y afectando la gallarda estampa de los hurones. Era un 20 de noviembre, y pagó por su cara de vasco, cuando en toda Cuenca no había más de tres: un futbolista, el cura de la Renault y él, que esa noche andaba con la pena a cuestas porque acababa de enterrar a su perra Guacha, una sabuesa de casta para la montería. Bebió y juergueó en compañía de Arturo Ballesteros y Eduardo Torallas para celebrar el encuentro con Paco Fonseca, hasta que, de vuelta a casa, cayó en la celada del callejón, donde no tuvo ni tiempo de pedir confesión. Permaneció en el hospital durante dos semanas y fue indemnizado con sesenta mil pesetas porque uno de los asaltantes, presumiendo de haberle dado una paliza a un vasco, acabó en el banquillo.

Para Bonifacio, hace tiempo ya que la ciudad sólo es el sople.

Aquí, los artistas cada día ganan menos y gastan más, porque la ciudad, prestigiada por los artistas, se ha convertido en una ciudad cara.

Lo curioso es que Bonifacio, que no se ha ido antes de Cuenca por el amor de una mujer, sólo se irá de Cuenca por el amor de otra mujer.


 


En brazos de su madre

miércoles, 28 de septiembre de 2022

Rocanrol. As water is in water

 

Get The Water

 

That which is now a horse, even with a thought

The rack dislimms, and makes it indistinct

As water is in water

WS


***



Classic Rock In Pics
@crockpics

Ambición y talento de Kandinsky

 

 

La ambición de Kandinsky era superior a su talento (...)  Cambió la nacionalidad rusa por la alemana y ésta por la francesa (...) Pero el fraude Kandinsky no está en su biografía, que por inconsistente que fuera en nada debe afectar al análisis y valoración de su obra pictórica, sino en la prueba documental que él mismo prefabricó para hacerse pasar por el padre fundador de la completa abstracción. Me refiero, claro está, a la famosa acuarela sin título (49,6 por 64,8 cm), en el Museo Nacional de Arte Moderno de París, que dató falsamente en 1910, y al cuento de que descubrió el valor autónomo de las manchas de color en que se funda la pintura abstracta, ¡poniendo un cuadro suyo boca abajo!

[...]

Los críticos que han hecho de Kandinsky el fundador de la «gran abstracción», han tenido que reconocer la falsedad de la fecha de la acuarela mencionada. La mayoría de ellos, para seguir dándole mayor mérito del que tiene, la sitúa en 1913. Pero ni siquiera esa fecha es posible. Los suaves colores (manchitas ocres y azules, separadas sobre fondo blanco) son incompatibles con la dureza de los vivos tonos «fauvistes» que dominan en toda su producción anterior a la guerra. Y si es cierto que la suavidad pastel aparece en la parte inferior de la «Improvisión Klamm» de 1914 (Museo de Lenbachhaus), también lo es que aquí hay un vivo abigarramiento de elementos reconocibles.

Antonio García-Trevijano

Vida del pintor Bonifacio. Los animales geométricos I


 

BONIFACIO

Turner, 1992

Ignacio Ruiz Quintano

 

DIECISÉIS
Los animales geométricos I

 

La chusma de los sabios todavía ignora si el mundo es un laberinto o un caos.

Si el mundo fuera un caos, andaríamos perdidos, y Bonifacio se ha encaramado en Cuenca para disfrutar de la corajuda perplejidad del laberinto, un laberinto de telas de araña y cuartos traseros de insecto cuya visión, antes que desesperarlo, como ocurre con los blandengues, lo hace abocarse al trabajo, y quienes acuden a botaratear al guiñol artístico de la ciudad juzgan anticuado el estilo de vida de Bonifacio.

Nada nuevo. “Cuando uno está mentalmente muy avanzado, es natural que sea anticuado y normal en el vivir cotidiano”, había alegado Gertrude Stein, quien por cierto, también estuvo un verano en Cuenca –“el corazón de una terrible soledad”, según sus palabras– por recomendación de Harry Gibb, el pintor inglés a quien la propia señora Stein vaticinara una vida trágica, lo mismo que a Juan Gris.

En su gruta conquense, Bonifacio se aficiona a la economía frívola del gadget –ese afán inusitado por los utensilios ni del todo útiles ni del todo inútiles– a la vez que colecciona insectos con la misma excitación que producían en el ánimo de Petrarca las monedas romanas.

Saura, que tiene libre la entrada por la puerta secreta de la gruta, entrevé “una invasión de insectos coleccionados en cajas, en bocales, pegados en libros, prensados entre dos vidrios para ser proyectados como diapositivas en su catástrofe anatómica de cementerio de automóviles”.

Temeroso de caer en el lugar común, Bonifacio ha prescindido del virtuosismo –algo parecido al minimal– que tantos beneficios económicos le venía proporcionando y, frente al desprecio aristotélico por los insectos, Bonifacio esgrime la geometría platónica del cardador y la rezandera, de cuya especulación se sacan altísimos conceptos.

Bonifacio percibe que la pintura que no sea dura está condenada a desaparecer, y ni las privaciones lo afectan a la hora de tomar el riesgo de hallar el estrago donde espera el laurel.

Bonifacio necesita resolver el problema de la pintura, y, si los cubistas habían sido los cartógrafos de cada individuo, Bonifacio será el cartógrafo de cada gusano, reconstruyendo el mecanismo de los insectos como Picasso había reconstruido el rostro humano. Ya puestos ¿quién podrá sustraerse a la epigénesis de un gusano?

En la Historia Insectorum Generalis se afirma que una mosca arroja más luz sobre el conocimiento verdadero de la estructura y los usos de las partes del cuerpo humano que una disección repetida del mismo, porque en cada animal hay un mundo de maravillas, como sabía Simeón el estilita, aquel santo buñuelesco que reintegraba los gusanos a sus llagas.

Lo que Bonifacio comienza con fe no suele abandonarlo con desaliento, y hay que imaginarlo en esta época de su vida esculcando el campo para capturar esos insectos a los que luego matará para inyectarles con su escobilla el jugo digestivo que tienen los pintores para disolver y chupar todas las formas, y que hace de los pintores una especie de vampiros que se cuelgan de un hilo y se dejan llevar por el viento, para dispersarse.

 



 

martes, 27 de septiembre de 2022

Tiempo de berrea

 




         

Francisco Javier Gómez Izquierdo

"...Que diz verdat el sabio claramente se prueva:
        omnes, aves, animalias, toda bestia de cueva
       quieren segund natura compaña siempre nueva..."
                                                        (Arcipreste de Hita)

        "Cuando sienten el agua en el lomo allá al final del verano o principios del otoño... Ahí se dispara la berrea."  Así dice el gran Paco, que sabe del asunto, en los Montes de Toledo. A mí me parece, por las cuentas que suelo hacer cada año, que la berrea incontrolada en la que el venado se olvida de comer y sólo piensa en acarrear "pepas", espantar rivales y bramar como si fuera el más extraordinario tenor polígamo de la comarca suele explosionar dos o tres días después de la Merced. "Canto de amor" llaman algunas gentes delicadas a lo que es un frenesí sexual espectacular. Si alguna vez tiene ocasión de contemplar una berrea como Dios manda, no se la pierda. Es cosa que no se olvida.

  [Fotografías de Toño Renedo, el amigo que estuvo unos días con el gran Paco y servidor de ustedes
.]

Madrid amanece

 


El primero del día

Mountains and Clouds, de Alexander Calder

 

Mountains and Clouds by Alexander Calder; located in the Hart Senate Office Building


Realizadas a comienzos de la década de los treinta, estas construcciones artesanales obedecen, en sus elementos individuales, a las figuras geométricas de la abstracción suprematista o calvinista y, en su composición lineal, a la ingravidez excéntrica del fundador del constructivismo, el artista bolchevique Rodchenko [...]


Cuando la estética de la composición, esencial en la delicada obra de Calder, incluso en la de sus gigantescos «stabiles» zoomórficos en acero pintado de rojo para decoración urbana (al estilo del toro negro anunciando a Domecq en la rústica), es reemplazada por la idea de fuerza inherente al hierro descarnado, desaparece el arte de objeto y aparece la tosca artesanía de la pura brutalidad de la materia (Berto Lardera y Roberto Jacobsen en los cincuenta; Bernardo Luginbühl en los sesenta; Eduardo Chillida en los setenta).

Antonio García-Trevijano

Cordialidad lingüística


Francis Bacon

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Los constitucionalistas españoles se manifiestan en Barcelona para que los dejen hablar en español en España, y Feijoo responde a su demanda:
    

Cuando estemos en el Gobierno vamos a aplicar todas las herramientas del Estado de Derecho para conseguir la cordialidad lingüística.
    

Ser cordial, decía Santayana, es como alborotarle el pelo a alguien para alegrarle, o besar a un niño que no lo pide: “Se siente uno a gusto cuando eso acaba”. Besada Cuca y despeinada Cayetana, ¿qué hay de la Constitución? ¿Y de las órdenes del Supremo para hacer cumplir la ley?


    –La diferencia entre la norma constitucional y la ley: la ley garantiza el derecho de todos contra uno; la Constitución, el derecho de uno contra todos.
    

Mas la Constitución española, añade el autor de “El discurso de la República”, no garantiza los derechos individuales frente al poder de los gobiernos, y convierte en legisladores a unos grupos partidistas que legislan, por corrupción, en interés de unos pocos contra el de todos.


    En septiembre del 57, Arkansas recibe la orden de la Corte Suprema de admitir a nueve estudiantes negros. El gobernador desobedece y el presidente Eisenhower responde: “La Constitución federal será sostenida por mí con todos los recursos legales bajo mi poder”. Y envió a Little Rock… ¡a la 101 Aerotransportada!, que escoltó la entrada de los nueve estudiantes a la escuela.
    

Pero nuestros constitucionalistas son fetichistas de una palabra, Constitución, que es el drógulus de sir Alfred J. Ayer al padre Copleston en la BBC:
    

Suponga, padre, que digo “Hay un drógulus allí”, y usted dice “¿Qué?”, y yo replico “Drógulus”, y usted pregunta “¿Qué es un drógulus?”. Bueno, digo yo, no puedo describir lo que es un drógulus porque no es la clase de cosa que usted pueda ver ni tocar; es un ser incorpóreo. Y usted dice “Bien, ¿cómo puedo decir si está allí o no?” y le contesto “No hay forma de decirlo. Todo sigue justo igual esté allí o no. Pero el caso es que está allí”.
    

Eisenhower obedeció a una Constitución que le permitía tirar de la 101. Feijoo tira de la cordialidad porque obedece a un drógulus, el pacto del 78 (una parodia del Directorio francés) que consagra “la perpetuación de una misma clase política mediante el sistema proporcional y la imposibilidad de controlar a los gobiernos”, que pueden confinar ilegalmente a la población y desobedecer a discreción al Supremo, reservándose para aquellos casos que se fueren de las manos la piadosa gatera del indulto, condenado por Francis Bacon: “La piedad es cruel cuando empuja a salvar criminales que deberían ser alcanzados por la espada de la justicia; es más cruel que la crueldad misma; porque la crueldad no se ejerce más que contra individuos; mientras que esta falsa piedad, al favor de la impunidad que procura, arma y empuja a toda la tropa de criminales contra la totalidad de las gentes honestas”.


    Contra los desmanes cabe recurso de manifestación.

[Martes, 20 de Septiembre]
 


Cuca & Cayetana

 

lunes, 26 de septiembre de 2022

Córdoba para el ataque, y para defender, Burgos


 José Antonio Caro

 Youssi Diarrá con el Athletic

 

 

Francisco Javier Gómez Izquierdo


        Las múltiples ocupaciones familiares aún no han permitido que vea al Córdoba en directo en esa Primera RFEF que reguló don Rubiales en su primera edición para ascender al Deportivo a Segunda y que el Albacete frustró para pasmo de un estadio Riazor engalanado para la ocasión. El Córdoba sigue como acabara la temporada anterior: ganando. 

El año pasado sólo perdió un partido en la 2ª RFEF, ante el Villanovense, lo que permitió ascender a falta de varias jornadas. El entrenador Germán Crespo, un señor de Granada que se ha curtido en la tercera división andaluza y que dejó el Lincoln Reds de Gibraltar cuando lo llamó el Córdoba, ha retocado para bien, muy poco el equipo y le ha dado por sorprender cada domingo con sus alineaciones en decisiones que a servidor le parecen sabias, pues todo el plantel entrena y se esfuerza con la certeza de que si no sale mañana estará listo para pasado-mañana. El caso es que los cinco partidos disputados se han saldado con cinco victorias y al rival mayor, supone servidor que el Depor por su plantilla e inclinación federativa, ya le han sisado puntos dos equipos vecinos, Pontevedra y Celta B. 

Juega bien el Córdoba, tiene momentos casi sublimes que destrozan defensas en cinco minutos de inspiración de tipos poco conocidos como Carracedo, Kike Márquez, Ximo o... Diarrá, uno de esos negros de aspecto enjuto a los que no se les escapa una y que no sé si nos ha dejado el Athletic, sí, el de Bilbao, o lo hemos fichado y que hace lo que debe hacer un mediocentro como Dios manda. Arriba tenemos superávit de delanteros con gol, Fuentes, Casas, Ledesma, Ximo, Sergio Benito... todos han marcado dando una media de tres goles por partido y es circunstancia que servidor aprovecha para sugerir que los dos clubes de sus amores lleguen a un acuerdo de colaboración y ascienda de categoría tal que una pareja y se plante en Burgos para dar lustre a una delantera que lleva dos goles, uno de ellos gracias a un penalty ante el Cartagena que los que estábamos en El Plantío no vimos. 

El VAR dijo que sí para que Luis Carrión, otro señor que fue jugador y entrenador del Córdoba, disculpara al colectivo arbitral porque era demasiado evidente que ni los colegiados saben ya lo que es penalty y lo que no. El otro gol lo marcó ante el Málaga, Artola, un delantero también del Athletic B, compañero de Diarrá, que jugaron juntos el último partido de la Segunda B, que no fue otro que el Bilbao Athletic-Burgos que decidió nuestro ascenso en Almendralejo.

El Burgos no mete goles, pero tampoco se los meten, y en tan insólito elogio del Cero ha entrado la estadística y el morbo sobre la imbatibilidad, esa virginidad del guardameta de la que ahora toca alardear a José Antonio Caro Díaz, un portero de la Palma de Condado, el pueblo de Miguel Pardeza y al que servidor vio hace varios años con mucho pelo empezar a curtirse en el Sevilla B. La plantilla del Burgos no creo que sea mejor que la del Córdoba. Los fenicios que andan en el negocio del fútbol sacarían mas vendiendo desde El Arcángel que desde El Plantío, y aunque lo que Julián Calero, el míster del Burgos, ha enseñado en defensa no hay maestro que lo iguale, creo que resultaría de poco beneficio colocar las piezas del muro por separado.

En fin, vuelvo a Córdoba y espero seguir asomado a Salmonetes... como solía, pero oigan, desde que me jubilé tengo mucho menos tiempo libre que cuando andaba amarrado al duro banco de la obligación diaria.

Enésimo tocomocho de la “corrida concurso” en Las Ventas. Ganó el "palmosillo" de cola, pero el guapo fue el "escolar" de coñac. Márquez & Moore

Minerito, de José Escolar

 

 

JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ 


Enésimo tocomocho de la “corrida concurso”, ese engendro que no se sabe para qué sirve ni de qué va. Si honradamente alguien ha estado en una corrida concurso que haya merecido la pena, que lo diga. Yo recuerdo, puestos a bucear, una en Valverde del Camino, hace ahora diez años, veintiuna entradas al caballo, Ferrera y Rafaelillo dispuestos a dar una tarde de lucimiento a los toros, picadores deseosos de obrar con rectitud y los toros poniendo el argumento de peso en una gran tarde de toros.

Bueno, pues de eso en la de Madrid de hoy, nada de nada. Unas rayitas pintadas en el suelo nos avisaban de que presumiblemente la tarde no era una tarde más, por mucho que luego la realidad viniera a recordarnos que esta tarde era otra tarde como tantas otras: una especie de limpieza de corrales de fin de temporada por la parte ganadera y tres toreros de la parte económica del escalafón redondeaban una convocatoria de las que, por poca gente que pase por la taquilla, ya hay previsión para la Empresa de que los ingresos van a estar por encima de los gastos.

Seis toros de diversas hechuras y pelajes, de las ganaderías de Juan Luis Fraile, Fermín Bohorquez, Pallarés, José Escolar, La Palmosilla y Sobral para Javier Castaño, Rubén Pinar y Gómez del Pilar eran los atractivos que moverían a las gentes a adquirir los boletos y la verdad es que hubo poco movimiento: el 7 lleno de gente y la habitual desbandada por el resto de los tendidos era el aspecto que la Plaza ofrecía cuando el alguacil don Francisco Javier y la alguacililla doña Rocío a lomos de sus jamelgos tordos despejaron la Plaza, ya de por sí totalmente despejada, y encabezaron el paseíllo de los matadores y sus cuadrillas.

 El tono de la tarde se percibió ya con el graciliano Gañanito, número 84, largo, fino y serio, de impecables pitones, ante el que se produjo la debacle banderillera con doce o catorce entradas resueltas en pasadas en falso, clavadas impares y capoteos nerviosos. El toro metía miedo, es natural, y por eso estábamos en la parte de arriba los que pagamos y en la de abajo los que cobran, que si cobrasen por la calidad de su actuación y su torería hoy el sueldo habría sido calderilla. Tras el mitin banderillero vino la primera estación de penitencia de Javier Castaño, desconfiado y desdibujadísimo. No es que Javier Castaño haya sido torero de levantar grandes pasiones, pero hubo una época en la que, con una gran cuadrilla a su servicio, era capaz de  redondear un completo espectáculo que, aunque siempre quedaba desdibujado en el último tercio, solía dejar una agradable sensación en los paladares. Hoy, con una cuadrilla de lo más normal, llega al toro sin run-rún triunfal, lanzando hacia el tendido la imagen de que idéntico temor al que han pasado sus peones hace un rato es el que él tiene en ese momento final del vis a vis con el burel. El graciliano no regala nada, impone mucho y en seguida se da cuenta de que, puestos a mandar, manda más él que el que le va a matar. Difícil acuerdo el de los dos actores sobre la arena, con el de negro sabiéndose el amo, hasta que el de oro decide irse a por el estoque. Para redondear su tarde horrible el segundo de su lote es Minerito, número 10, de José Escolar, puro trapío, un precioso toro de imponente cabeza, seriedad por los cuatro costados, que casi desde el primer capotazo, o acaso en el segundo para ser exactos, se orienta perfectamente sobre la existencia de un señor que maneja esas telas de vivos colores y se fija como objetivo buscarlo y hallarlo. Minerito es listo y se entera de lo que pasa, y lo que le hacen tampoco es que sirva para desengañarle de sus intenciones. Le pegan en varas lo que pueden, se le banderillea de manera menos mitinesca que al Fraile que hizo primero y cuando llega el momento de vérselas a solas con él, Castaño no es capaz de dar un solo pase de castigo, un solo pase de sometimiento, sino que se obstina en resolver los mantazos por alto y sin el más leve asomo de poderío, con lo que el pupilo de Escolar va viniéndose arriba, al no recibir quebranto. Más pronto que tarde, sin haber intentado siquiera lidiar al toro, se va Castaño a por el estoque dejando un espadazo entero de chamba que hubo de ser refrendado con innumerables descabellos plenos de desconfianza. Creo que habría brillado más con este imponente lote el hermano de Castaño, Damián, que anda muy suelto con ganado duro, y de entre los de la tarde, Rubén Pinar, que posee mejor oficio, como demostró en aquella inolvidable faena al toro de Guardiola.
 

A Rubén Pinar le salió el lote bueno, lo cual no quiere decir que fuese el lote que a él le venía al pelo para su triunfo. El primero, Reducido, número 47, muy armonioso y en el tipo de Murube hizo que Pinar sacase su faceta más ajulianada, de donde abreva su tauromaquia; anduvo inteligentemente con el toro, no metiéndole presión para que no se cayese tanto, y con más uso de la zurda que de la diestra. La faena no consiguió entusiasmar a la cátedra por ventajista y la remató de una muy buena estocada en corto, de lenta y perfecta ejecución. Su segundo fue el de La Palmosilla, Brasero, número 38, un novillote adelantado y sin maldad que demandaba más toreo que ventajas y que no dio un solo quebradero de cabeza al matador. Pinar volvió a julianear todo lo que quiso a base de echar la pata atrás y de ir prodigando sus telonazos sin  ton ni son y desaprovechando las embestidas que el toro le regalaba. Varias veces fue sorprendido por la embestida del toro antes de citarle, cosa de la mala elección de la distancia, y poco a poco fue viendo como las palmas iniciales se iban tornando en censuras a medida que el respetable se iba dando cuenta de que el toro se iba sin torear. Lo tumbó de otra certera estocada de buena ejecución, que cayó un poco contraria. El toro protagonizó un espectacular derribo de Puchano y dos conatos de lo mismo, más debidos a que el varilarguero no estaba pegándole que a la pujanza del toro.


A Gómez del Pilar le salió el santacoloma Pantera, número 92, y se lo llevó a los medios por verónicas, luego dos medias y una larga cordobesa en el mismo platillo, que es la cosa de más sentimiento que se ha visto en la tarde. Juan Manuel Sangüesa le practicó una sangría desde el penco de las faldillas y Pantera comenzó a perder la sangre, la vida, a chorros de manera ostensible. Otero dejó dos pares de buen peón, subrayados con una acaso exagerada ovación, Gómez del Pilar se dispuso a torear a un animal que se iba muriendo por momentos hasta que se echó exhausto al suelo. Lo levantaron como pudieron para que el matador pudiese clavarle el estoque, pero la muerte a plazos del toro estaba explicada en los charcos de sangre que había ido dejando en los diversos lugares de la Plaza en los que había estado. Para final del festejo salió un espectacular toro ensabanado de Sobral, Cebadito, número 55, que salió de naja en la primera vara y algo menos después. No sirvió la brega de Ángel Otero para mejorarle y, entre lo fría que se iba poniendo la tarde y la presunción de que allí estaba ya todo el pescado vendido, Gómez del Pilar optó, sabiamente, por acercarse a la barrera a por el acero de verdad y dar por finalizada la tarde mediante tres pinchazos y una estocada que entró entera dentro del toro.

 
El premio del concurso se lo dieron al de La Palmosilla, pero el mío particular es para la fiereza salvaje e inteligente de toro de José Escolar.

 

Guernica con cocacolo

 

ANDREW MOORE

 










Del Pilar y el santacoloma Pantera

FIN

Peine del viento, 1976

 

    Peine del viento, 1976

 

    La más dañina de las destrucciones del arte en tres dimensiones, la que mejor revela la decadencia artística que ha consagrado y subido a la gloria del arte nacional vasco-español al fallecido artesano Eduardo Chillida, no simboliza ni denuncia la brutalidad de una época de violencia y terror, enrejando el espacio libre en tentáculos de hierro curvados sobre yunques despiadados, como la benevolencia optimista quiere suponer, sino que su propia obra constituye la brutalidad, marcando por ejemplo las rocas del mar con hierros agresivos, al modo como los dueños de una ganadería registran en la piel viva la propiedad de sus reses.

Antonio García-Trevijano