jueves, 31 de enero de 2019

Aborto

César Vallejo


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Un cinero inteligente, James Woods, ha tuiteado una crueldad a la vista:
Kermit Gosnell, condenado por tres asesinatos de primer grado en una corte de Filadelfia, hoy recibiría una ovación de pie en la legislatura del estado de Nueva York.
En Nueva York ya se puede abortar hasta el instante del parto. “Y, sin embargo, los muertos no son, no pueden ser, / cadáveres de una vida que todavía no han vivido”, podría objetarnos el peruano César Vallejo, con réplica de Gerardo Diego (“Vallejo, tú vives rodeado de pájaros agachados / en un mundo que está muerto, requetemuerto y podrido”).
Moriré en París / una tarde de aguacero que ya tengo en la memoria.
Hijo de un español que no pudo darle su nombre, hoy Vallejo hubiera “caído” en Nueva York antes de nacer, sólo con descubrir en la ecografía su parecido “equidistante entre Beethoven y Juan Belmonte”, rodeado de lectores pijos de Nietzsche, el loco que anticipó el gran logro (peor aún que las grandes guerras del XX) de la barbarie moderna en el siglo XXI: el eclipse total de todos los valores.
No paso mucho tiempo con los niños de las escuelas católicas, pero no entiendo lo que los sacerdotes católicos ven en estos niños –fue la vileza que al comediante Bill Maher inspiró el video de los menores asaltados por el Indio del Bombo.

Aquí, mientras los veganos hacen vigilias ante el matadero por “el alma” de los cerdos, los liberalios permanecen suspendidos como en una “frase” de Vinteuil, que es Chomin Ciluaga: “En HB somos abortistas porque muchas mujeres abortan en condiciones tales que peligra no sólo la vida de la madre, sino también la de la criatura”.
Ese Ciluaga fue nuestro Stirner, el pensador del que robaba Nietzsche (“lo más audaz e inteligente que se ha pensado desde Hobbes”), que dice: “Si se reconoce a los recién nacidos el derecho a la existencia, ese derecho les pertenecerá; si no (como entre espartanos y romanos), no les pertenecerá”.

El que tiene por él la fuerza, tiene por él el derecho.

Jueves, 31 de Enero


Al contraluz de luna limonera,
tu arista es el bisel, hoja barbera
que su más bella vertical depura.

miércoles, 30 de enero de 2019

El Gaitu en la jubilación



Con el Tito de Oro en la Antigua

Con la prensa
A la puerta del cuartelillo

Francisco Javier Gómez Izquierdo

        A finales de los 60 llegábamos tiernos infantes de los pueblos, y creíamos que llegábamos a Burgos. Rodeados de trigales, campos de alfalfa y ovejas empezamos a pensar que nuestros padres eran más pobres de lo que parecían y que no podíamos vivir en la capital-capital por lo que nos teníamos que quedar en un pueblo de las “afueras”. Gamonal.

     El bloque de nuestro piso en Gamonal estaba solo, y desde mi balcón miraba atontado todas las mañanas la Cartuja de Miraflores, féretro a lomos de los pinos de Fuentesblancas, como si fuera un cuadro de Velázquez. Frente al bloque había unos chalets de aviación, a la derecha un camino muy ancho, más a la derecha un cementerio y después la iglesia del pueblo.  Nuestra Señora de la Antigua, que por enero era tan pueblo como el nuestro, con su Cofradía de S. Antón de más de cuatro siglos, hoy ya de más de cinco, el reparto de titos y la fiesta de las Candelas con sus verbenas de pasodobles a las que venían los de Burgos y los liantes del barrio S. Pedro.
       
Así empezó Gamonal y lo vimos crecer nosotros, hijos de aquellos “proletarios” que en verdad tenían prole y que tan agradecidos hemos de estar a los sacrificios, fatigas y renunciaciones que nos dedicaron. Vimos cómo se unían la Mil viviendas y Gamonal cuando el pueblo se convirtió en barrio; cómo nacía la calle Eladio Perlado en las huertas de tras la iglesia; cómo íbamos haciendo cuadrilla en los billares del Aincar...

     Creo que empezamos allí. En el Aincar donde el Gaitu tenía dominada a la máquina del pin ball siempre con diez partidas extra. Con trece o catorce años nos contrató un hombre para vender kases y cervezas El León en la plaza de toros por los Sampedros y en aquel gremio de temporeros (vendimiadores en Cárdenas, la Rioja, limpiadores de gallineros, limpiadores del Arco de Santamaría que hoy nos dirían restauradores, todos trabajos por cuatro perras) empezó a fraguarse la cuadrilla. Se fue añadiendo gente de la que se puede usted fiar y a la que por lo general gustaba el fútbol. El Gaitu y un servidor nos hicimos notar pronto porque lo nuestro era de una drogadicción enfermiza y cuando nos quedábamos como abducidos mirando a un desconocido aún Juanito entrenando contra la pared norte de tribuna o a Kresic repartiendo magisterio en El Plantío, Melquiades se reía de nosotros y nos lo soltaba: “estáis modorros los dos”. El Gaitu y un servidor mantenemos que la cuadrilla es de admirar porque en ella no hay nadie que sea mala gente y lo más bonito de todo es que en Gamonal, nuestro barrio, así lo entienden.
    
Nuestro barrio es más de Gaitu que de ninguno de los nuestros porque El Gaitu es allí una autoridad reconocida ya hace cuarenta años cuando hablaba de fútbol con el Gráfico argentino, el Don Balón, el As Color, los pósters del diario Pueblo a mano...; la cofradía de S. Antón (el Gamonal pata negra) le ha dado el Tito de Oro como a un Papa o a un Rey; todos le saludan como a un patriarca gitano y no hay nadie en Gamonal que no sienta su jubilación. Sus policías le quieren como a un padre, mejor como a un abuelo, y le respetan porque no ordena como chusquero. Con su ejemplo transmite la autoridad que sólo le es dada a los elegidos y se resume en “si lo ha dicho Juanjo, será así”.
      
Creo que sus policías le han sacado unas lágrimas y le estoy viendo con un “joé macho..” emocionado cuando me cuente detalles de estos días. La congoja sentimental con sus compañeros va a ser pequeña al lado del reconocimiento del barrio al verle hoy en la portada del Diario de Burgos y saber que en todos los bares al coger el periódico sonará el mismo comentario: “¿Ya se jubila? Con la majo y buena persona que es..” que contestará el parroquiano de al lado “joé que sí, a mí me ayudó con...”
   
De aquí a un mes nos veremos y hablaremos de las peripecias de los que conocimos en los setenta y he perdido la pista: “¿No te lo había dicho? A fulano le dio un jai del que no estamos libre nadie”; de lecturas y sobre todo de fútbol: “Qué segunda parte ayer en Valencia” “Sí, pero si no expulsan al central del Getafe..” “A Bordalás ya le tiene todo Dios marcado y Marcelino que es mas zorrín...” y centro yo y remata él.
      
Se jubila el día de las Candelas, 2 de febrero. El día de la fiesta mayor del barrio. El sábado tronarán cohetes y habrá música y yo que él me preparaba para el besamanos espontáneo que se puede organizar.

    Mereces estos buenos ratos, Gaitero.

Elecciones

Si te proponen una reunión con Barzini,
 será una trampa y quien te la proponga
 será el traidor


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

El liberalismo castrosón (“mariconsón”, diría el Comandante) de la Unión Europea pide votaciones en Venezuela para dar aire (esa cuenta de protección de los árbitros corruptos en el cuadrilátero) a su compadre, el autobusero Maduro, muy tocado por una mano tonta de Trump.
En la UE, a cuyos jefes nadie vota, a las votaciones les dicen elecciones, pero elegir implica libertad, y la única libertad política que concibe un europeo es la de ir en bicicleta por la acera, y por la calzada, en uno de esos coches negros de Uber y Cabify que te hacen sentirte camino de la Lubianka.

Si te proponen una reunión con Barzini será una trampa y quien te la proponga será el traidor –avisa Corleone a su hijo Michael en “El Padrino”.
Quien proponga la trampa de las votaciones en un país controlado por el hamponato castrista (“el medio millón de vagos del partido comunista cubano”, que dice Franceschi) será el traidor al pueblo venezolano, que ha pasado de Bolívar a Zapatero como pasan nuestros “mariantonietos” del peseto al cabifay.
América es ingobernable para nosotros –avisó famosamente Bolívar–. Quien sirve una revolución ara en el mar. Lo único que se puede hacer aquí es emigrar. La Gran Colombia caerá en manos de tiranuelos de todos los colores. Devorados por todos los crímenes, los europeos no se dignarán conquistarnos.
Y Martí, con hermosura superior, remató:
La incapacidad de gobernarnos está en los que quieren regir pueblos originales con leyes de cuatro siglos de práctica libre en los Estados Unidos: con un decreto de Hamilton no se le para la pechada al potro de un llanero.
La UE (“Europa en llamas”, dice Lévy, el Lecquio de la Sofía) aspira a pararle la pechada al bicharraco de Caracas, o sea, al perraje de La Habana, con un chupito de Juncker, el meñique tieso de Macron y las consabidas moscardas españolas “de la ley a la ley”. ¡Transición! De la Constitución de Chávez a la Constitución de Hamilton, Madison y Jay.

Weh dir, dass du ein Enkel bist!

Miércoles, 30 de Enero

Valle de Esteban

Mas, cae, cae el aguacero
al ataúd, de mi sendero,
donde me ahueso para ti...

Cortés



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

En nombre de un gobierno que nadie ha votado, el ministro de Cultura, Guirao, a quien su valedora en el Monte, una señora bien, Cafranga, decía Guirado, y el ministro del Exterior, Borrell, para quien toda la historia de los Estados Unidos de América se reduce a “matar a cuatro indios”, han decidido no asignar un solo euro al quinto centenario de la entrada de Cortés en México-Tenochtitlan.
Es un tema complicado –fue la justificación de Guirao, o Guirado.
Se ve que al entrar en deliberación sobre Cortés el consejo de ministros, Montero, la de Hacienda, creía estar hablando de Joaquín Cortés; Calviño, la de Economía, de Juan José Cortés; a Celáa, la de Educación, todo se le hacía Cortes de Cádiz; Marlasca, el de Gobernanza, pensaba en los cortes de tráfico de los taxistas; Sánchez, el presidente, pidió que no lo distrajeran de contar los días del ultimátum; y Guirao, o Guirado, el de Cultura, juzgaba “complicado” destinar dinero a Miguel Ángel Cortés.
De mindundis, mindundeo, y el mindundeo sanchista hace suya la versión priista de la conquista cortesiana según la cual, resumida por Rangel, Cortés es un invasor contra quien la “nación mexicana” (pre-colombina) reacciona exitosamente trescientos años más tarde, expulsando a los españoles y recuperando el hilo histórico “autóctono” sólo transitoriamente interrumpido.

La cosmovisión leninista ha codificado fobias y mitos, más un arsenal de argumentos deliberadamente vinculados con las necesidades de satisfacción, equilibrio psíquico y autojustificación de la cultura americana.
El sanchismo es un narcisismo de charco cuyos ministros creen que un tal Cortés quiere hacerse famoso a cuenta de ellos.
¿Quién barrenó los navíos y dejó en seco y aislados los valerosos españoles guiados por el cortesísimo Cortés en el Nuevo Mundo? –pregunta Don Quijote en su dichosa cavilación sobre la fama, viendo en Cortés su par.

Pero ¿qué ministro del gobierno ha llegado nunca a la segunda parte del Quijote?

Martes, 29 de Enero

Valle de Esteban

La rosa azul que alumbra y da el ser al cardo

lunes, 28 de enero de 2019

Un Córdoba sin remedio pierde 2-1 en Alcorcón

 Puerta de Segunda. Tal que del Málaga

 Puerta de Segunda. Tal que el Alcorcón

Puerta del Córdoba

Francisco Javier Gómez Izquierdo

        El Córdoba, mi equipo, se las vio ayer con el Alcorcón, en un partido emparedado entre el Barça de Messi y el Madrid de Benzema, futbolista éste al que se le hará justicia cuando deje el oficio. Tras la exquisita rosca del tercer gol en Cornellá dejé el televisor a mi doña y me dispuse a poner algo sobre el partido del Sto. Domingo, un campo donde caben 5.000 espectadores y que ¡válgame el Señor! está opositando para subir a Primera. Con el ánimo por los suelos, totalmente desesperanzado, no me vi con ganas de escribir y lo dejé  para mañana, que libro de la mina.
      
Hoy es otro día y sigo parecido. Veo a los equipos de Segunda flojos, flojos de preocupar, y me consumo al constatar que nuestra flojera está elevada al cubo y no al cuadrado y no sé por qué me vienen a la cabeza esas puertas de los pajares que crucé en la infancia y adolescencia para atestar hierba en la Demanda y que encuentro en los veranos remendadas la mayoría y como al aire y guardadoras de nada, unas pocas de las que mejores recuerdos me traen.
     
El mayor problema del Córdoba es la defensa. No el portero Carlos Abad, pues sólo cabe agradecer su entereza. Tenemos centrales altos que van mal de cabeza y laterales que se descolocan con frecuencia de reloj. Una jornada sucede en la primera parte y a la siguiente en la segunda, pero la descolocación está asegurada. Que no tenga consecuencias depende de la torpeza del rival pero la zozobra del cordobesismo está asegurada.
     
Ayer nos pusimos 0-1 con gol del joven Andresito, al que Curro Torres, que no sabe a quién poner, debía darle la titularidad por imperiosa necesidad, pero llegó la segunda parte y todo fue confusión en el medio y torpeza atrás. Fenomenología tan corriente entre blanquiverdes que trajo las consecuencias de rigor. El Alcorcón tiene nombre de equipo humilde y trabajador. Sus futbolistas son discretos y si se me permite un poco jornaleros. Jornaleros orgullosos de serlo y que no desfallecen hasta sudar todo lo sudable. El pequeño zurdo Nono, con la morenez de los segadores de Ignacio Aldecoa es el mejor ejemplo de jornalero de Segunda: se planta, corre y centra como aprendiz con mucho interés y es cosa que agradece su público y sus delanteros, para un servidor lo mejor del Alcorcón. Juan Muñoz, nueve sevillano que no acaba de explotar para la Primera pero que es perfecto para la Segunda en la que peregrina (Zaragoza, Levante, Almería, estuvo a punto de venir con nosotros hace dos años) remató un centro de Nono para el 1-1 ante la pasividad general de los nuestros, y Víctor Casedesús, veterano hondero balear que presta sus últimos servicios con vergüenza y atrevimiento en el regate hizo el 2-1 final tras otro centro sin oposición desde la derecha de Borja Galán, un exatlético talentoso que no suele ser titular.
     
La Segunda División es oficio y aunque para un servidor en el Alcorcón no encontramos maestros, sí los hay aplicados y perseverantes en su parcela. El primero el portero Dani Jiménez, que donde más jugó fue en Miranda de Ebro; después los centrales Burgos, argentino de agresividad reconcentrada, como corresponde a los de su cuna, David Fernández, ejemplo de perseverancia a sus 34 tacos, la misma edad de Bellvís que tuviera días de gloria en Primera con Tenerife y Celta. El otro lateral, Felipe Alfonso, acaba de dejar el filial del Villarreal y aún no se ha cambiado el nombre telenovelero.  Por la derecha, el 8 antiguo,  juega Sangalli, la única concesión a la modernez estilística que en vez de la rotunda cabeza del hermano del ictus en la Real, gasta cabellos al viento cuidadosamente descuidados como su colega Odriozola. Toribio es el capitán en un equipo donde el capitán tiene que ser el mediocentro. Recio, esforzado, estajanovista, mandón... para capataz le acompaña hasta el nombre. Nominados los delanteros, dejo para el final a Eddy Silvestre, uno de los futbolistas más extravagantes de la Segunda. Hace años, de muy joven, su representante lo colocó en el Milán y negoció cesiones en Primera al Granada y al Éibar  de las que ambos escarmentaron. En Córdoba nos desesperó su lentitud y simpleza. Por Tarragona, también más pena que gloria y el año pasado acabó en Alcorcón donde no jugó nada. De modo incomprensible esta temporada es titular y he leído crónicas que hasta hablan bien del gigantón internacional por Azerbaiyán. Ayer fue el que un servidor conoce. Ése que estorba en momentos clave y que nos hace llevar las manos a la cabeza. En fin que el Alcorcón no es mejor que el Córdoba y con ganar tres partidos está salvado. La diferencia está en amartillar la puerta de casa y por supuesto cerrar las ventanas, para que no se nos cuele lo que no queremos.

Una de Monty Pintus

Antonio Pintus


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Ya tenemos la versión oficial de la ruina del Real Madrid en las competiciones domésticas, Liga y Copa del Rey: los picos del Doctor Pintus, Antonio Pintus, el profesor turinés de judo que contrató Zidane para ganar sus tres Champions. ¡Las tres Champions de Pintus!
Desde que no se exige ganar la Liga para jugar la Champions, el Madrid comienza la temporada en febrero, que es cuando las espinacas de Pintus obran el milagro de la floración muscular para disputar con garantías el trono de Europa. Este Madrid, pues, se comporta como el galgo “Cigüeño” del Séneca. ¿Injusticia?
No; justicia pura –explica el mimo Séneca–. El galgo corría en el llano de “la Ina”. Usted sabe que en él, rompiendo la igualdad de la gran sabana verde de tréboles y gramilla, hay un solo mechón más alto, formado por unos escaramujos y una zarza lobera. Cuando las liebres se han visto acosadas por los galgos en varias direcciones, sin caer en sus dientes, acaban siempre refugiándose en esa trinchera de ramas y púas que les sirve de perdedero. Muchas se han salvado allí... El “Cigüeño” ha corrido demasiadas veces en ese llano. Cuando le soltaron hoy, para la prueba, mientras su compañero se disparaba tras la liebre, el “Cigüeño” se fue con un trotecillo casi sonriente, y, desentendiéndose de la carrera, se plantó a la vera de la zarza. Allí esperó a pie quieto. Créame usted, don José, que me pareció que se sonreía con su larga boca negra de diablo. A los pocos minutos, la liebre llegó a refugiarse en la trinchera. La cazó de un salto... Momentos después, el señor marqués, que era juez de la carrera, lo descalificaba con lágrimas en los ojos. Me lo trajo con pena, y me decía: “Se trataba, amigo Séneca, de ser ligero, no de ser listo”.
El Madrid de Zidane estuvo tres años siendo el galgo más listo. No fue el único, pues año hubo que ganó la Champions sin haber ganado la Liga y cruzándose en todos los partidos, incluida la final, con equipos que tampoco eran campeones de Liga.
Se trata, decíamos, de ser listo, no de ser ligero. El Madrid tenía al listo en Zidane, y además, para ser ligero, a ese Pintus recuperado ahora por Solari para sacar al equipo de la quiebra física en que lo dejó Lopetegui, aunque quizá habría que escuchar a Lopetegui.
Luis Aragonés decía que la Liga se gana en el último mes de competición, pero eso era en su época, cuando la Liga la peleaba todo el mundo. Ahora, con galgos tan zorros como el madridista, que se reservan para Europa, la Liga está ventilada en octubre, pues el método Pintus no empieza a dar su fruto hasta febrero. Por San Blas a los chicos de Pintus verás.
Mas no se crea el piperío que Pintus es un Copérnico de la gimnasia, pues también Franco tuvo a su Pintus de la enseñanza: se llamaba Julio Rodríguez y permaneció siete meses (de junio del 73 a enero del 74) en el puesto de ministro de Educación y Ciencia. Dominaba siete idiomas (su sucesora Celáa apenas sabe hablar el materno) y era doctor en Ciencias Químicas y catedrático de Mineralogía y Cristalografía, aunque la posteridad lo recuerda por su reforma del calendario universitario, el “calendario juliano”, por el cual el curso iba de enero a diciembre, con un período vacacional de seis meses (junio-diciembre), un sistema importado de Australia. Sus ventajas eran que la “repesca” tenía lugar en diciembre, con profesores y bibliotecas a disposición de los alumnos, cosa que no ocurría en verano, y de paso se aligeraba, en una época de brutal crisis económica, la carga financiera del Estado, cuyas universidades debían incorporar un Bernabéu de estudiantes cada otoño.
Julio Rodríguez traía sus ideas desde Australia y Antonio Pintus viene con las suyas desde Turín, en cuya Juventus lo conoció Zidane. Los futbolistas están con Pintus tan entusiasmados como los estudiantes con Rodríguez. Lo cierto es que la edad dorada, competitivamente, del fútbol italiano fue su proverbial (“porque sus pies corren hacia el mal”, leemos en los Proverbios de Salomón) fútbol físico: en las eliminatorias te sacaban del campo a caderazos. Cuando aquello se vino abajo, la gente echó la culpa a la campaña gubernamental contra el doping, como ocurriera con el ciclismo.
Pintus es otra historia. Solari, que ha organizado su Real Madrid sobre la piedra de Lucas Vázquez, tiene a Pintus para que, a base de test, los test de Pintus, el Colibrí de Curtis crezca hasta sustituir con éxito a Cristiano Ronaldo.


Julio Rodríguez

MORATA VUEVE A CASA

Morata vuelve a casa, que es Madrid, pero ahora en el Atleti, y ayer desayuné en un bar de piperos escandalizados porque Morata se las echa de “indio” de toda la vida. “Yo empecé jugando en el Atleti y la gente que sabe de dónde vengo sabe mi historia y lo que significa para mí esto”, declaró el delantero centro en lenguaje de estilo cristológico. Después de todo, queriendo decir lo mismo, Alfonso Pérez fue en su día más al grano, cuando al dar el paso desde el Betis hasta el Barcelona declaró ser culé de toda la vida, incluida su vida infantil en la cantera del Madrid. El piperío remedia estos contratiempos sentimentales con cánticos de “los jugadores / no sienten los colres /, los jugadores…”

Lunes, 28 de Enero

Valle de Esteban


Señas de una belleza superior

Grandes los ojos son, la vista breve,
(o amor la abrevia, porque a herir apunta);
arco es la ceja, y el mirar es punta
a quien amor sus vencimientos debe.

A su mejilla el nácar nácar debe
adonde en llamas de coral difunta
fuera la rosa, mas su incendio junta
a la azucena de templada nieve.

El arte es superior, pero sin arte
el ingenio es acierto y no es ventura,
el andar es compás y no es cuidado.

De tantas partes no presume parte;
hermosa pudo ser sin hermosura.
Yo, sin amor, viviera enamorado.

GABRIEL BOCÁNGEL SONETOS

Felicidades al editor


Yo no cambio tu ananás por mi limón,
yo no cambio tu salmón por mi salmonete

domingo, 27 de enero de 2019

La Europa de los ocho días

Macron-Júpiter


Hughes
Abc

Vaya por delante que conceder un plazo a Maduro es concederle tiempo para más represión. Es algo decepcionante y que avergüenza. Es también reconocerle legitimidad para convocar elecciones o para participar en una transición, que sería una transición hacia la no democracia. Pero más allá de eso, que está más que comentado, hay algo muy extraño en la forma en que Europa ha manifestado su demorada posición: concediendo un plazo, como si derribar un tirano fuese un procedimiento administrativo.¡Máximo burocratismo!

Hay algo profundamente europeo o más bien europeísta en este plazo. Creo que la palabra europeísta se aplica mejor a lo propio de la UE. Algo de Europa es europeo, algo de la UE es europeísta. Lo europeísta es sólo una forma temporal, institucionalizada, mostrenca y terca de lo europeo. Bien, pues esto del plazo es muy europeísta. Hay algo como imperial en ese “conceder” un plazo al otro. ¿Qué va a hacer Europa? ¿Invadir Venezuela con bailarines de Eurovisión? Es a la vez seudoimperial (más imperial que imperioso) y a la vez arbitrario. ¿Y por qué ocho días?

Al escuchar a Pedro Sánchez me lo pregunté. ¿Ocho como los Ocho días de Oro de El Corte Inglés? Al ver que también lo hacía Macron ya se vio que era algo continental. ¿Pero por qué ocho? Todo lo europeísta es complicado y en letra pequeña. Seguro que hay alguna razón estipulada y fijada en algún sitio, pero así de primeras no se le ve el sentido. ¿Por qué ocho y no diez o siete o tres?

Le han dado a Maduro una semana de ocho días, como la canción de Los Beatles. La semana de 8 días es un ideal, pero realmente hubo semanas de 8 días. Los romanos las tenían así. Al noveno día había mercado, así que medían el tiempo con períodos de 8 días. Esto lo cambió definitivamente el Emperador Constantino, que estableció la semana de siete días (como Dios manda y como el Sol manda) y adoptó el cristianismo. Así que Macron y los demás, esta Europa extraña, al darle a Maduro una semana de 8 días han reinstaurado un paganismo, una unidad temporal de tiempos precristianos para el absoluto mal comunistoide de Maduro. Macron-Júpiter, como le llaman, le ha dado a Maduro la semana pagana, la semana jupiterina del dios romano.

Al hacerlo han asomado la patita. Es una Europa de ocho días, ordenada en función del mercado (hito del noveno día, mandan los mercaderes) y no de Dios o del centro cósmico del Sol. ¡Roma de ocho días! ¡Roma preconstantiniana! No es una nueva Europa carolingia, es una Europa precristiana, jupiterina, económica, paganizada e irreconocible.

Razón y Resentimiento

 Sábado, 26, en Caen, Normandía

Jean Juan Palette-Cazajus

No recuerdo quién dijo de Francia que era el pueblo político por excelencia ni quién sentenciaba que cuando Francia estornudaba toda Europa se acatarraba. Pero voy comprobando cómo la interminable sucesión de los episodios del culebrón en amarillo se va perfilando efectivamente como la adaptación televisiva de un tratado escolar de política práctica. Mientras el nacionalismo italiano de un Matteo Salvini, por dar un ejemplo, se va enterrando cada día que pasa en un populismo casposo de manoseado repertorio, repartido entre frustración, impotencia,  mussolinismo light y commedia dell’arte, más y mejor la fiesta de disfraces revolucionaria que se ha instalado en Francia, puntuada por las funciones televisivas de cada sábado, viene enunciando como en un libro abierto la didáctica de todos los  achaques de las viejas democracias europeas.

 Cartel de Sorolla para el diario El Pueblo

Hojeaba, hace pocos días un libro dedicado a la larga historia del concepto de pueblo. No contaba gran cosa que ya no supiéramos. La palabra “pueblo” sirve para un roto como para un descosido. Al principio, el “pueblo romano”, por dar un ejemplo y porque fue como quien dice el que ostentó la denominación de origen, era el “ethnos”, el conjunto de la población en su etnicidad y generalidad. Luego, tradicionalmente y durante muchos siglos, la noción de pueblo vino designando la parte más numerosa, humilde y menos educada de la población de un país. A partir de la Ilustración -hablando grosso modo- esta definición empezó a traer connotada la idea de que la subordinación política, social y económica de lo que se venía denominando pueblo no era el resultado de las “desigualdades naturales” sino el producto artificial de un orden social fundamentalmente arbitrario. La Revolución Francesa convertiría el pueblo sociológico mayoritario en el pueblo político, entronizado en tanto que instrumento de su propia emancipación. Conviene no olvidar que en vísperas de la dicha Revolución, Nobleza e Iglesia sumaban poco más de medio millón de personas. Es decir que el pueblo, tanto en su definición económica como, de nuevo cuño, política, constituía el 98% de la población. La tentación era grande, y en gran medida legítima, de identificar voluntad popular y “voluntad general” en sentido rousseauista.

Pero a partir de la famosa jornada del 10 de Agosto de 1792 - fecha discutible pero que tiene el mérito de ser concreta- la mayoría popular, que había visto satisfechas las aspiraciones fundamentales que constituyeran el desencadenante de los acontecimientos de 1789, tendió a retirarse progresivamente de la palestra. No entendía y en muchos casos no compartía la radicalidad y la abstracción de los debates que centraron la actividad de la burguesía intelectual durante los dos años de la revolución jacobina y, menos aún, su deriva trágica. En aquellos momentos el “pueblo” se fue quedando reducido a algunas decenas de miles de individuos de los suburbios, reunidos en la llamada “Comuna Insurreccional” apoyada en las famosas “secciones de piqueros”. Su vigilante y hosca presión determinó muchas de las decisiones políticas entre julio de 1792  y  Thermidor 1794. Y según una lógica de los activismos políticos radicales desde entonces jamás desmentida, aquella minoría se fue deshilachando todavía más al hilo de los terribles acontecimientos. Cuando se produjo el golpe del 9 Thermidor (27 de julio) de 1794, contra Robespierre y sus amigos, lo que quedaba del “pueblo” ni se molestó en salir de sus barrios para auxiliar al “Incorruptible”.

 Poder para el pueblo. ¡Y todo arreglado!

A partir de entonces y hasta entrado el siglo XX, y sin duda podemos apurar las fechas hasta la Segunda Guerra Mundial, el llamado pueblo seguiría  englobando una mayoría de desfavorecidos pero con un peso estadístico siempre decreciente en la proporción general. Hoy la complejidad y la pluralidad de las estratificaciones sociales, económicas, educativas definen sociedades inconmensurables con las tradicionales. Conformadas por grupos, estatutos y situaciones, sino casi atomizadas ya muy diferenciadas. Hemos tenido que ir admitiendo que lo que queda del pueblo en el sentido más lato apuntado hace un instante ya no se puede identificar con la “voluntad general”. Las crisis de los últimos años que llevaron a los actuales remolinos han trastornado el tejido social sin que los propios actores tuvieran, al principio, cabal conciencia de lo que estaba ocurriendo. Particularmente en Francia donde ni la crisis de 2008 ni los gobiernos golpearon al “pueblo” con la contundencia que en España. Ahora es cuando se está produciendo en Francia la “réplica” sísmica diferida. 

En las sociedades posmodernas, el propio contenido de la conciencia social  individual, el sentimiento personal de inserción, bienestar, igualdad o desigualdad social, puede ser ambiguo, cambiante y contradictorio. Quien se consideraba de clase media se siente hoy de repente proletarizado. De allí la táctica populista pregonada por Chantal Mouffe, la ideóloga de “Podemos”, para reconstruir desesperadamente, cual capa de muchos remiendos, un “pueblo” mayoritario en base a un batiburrillo de sectores sociales y malestares heteróclitos. La realidad actual nos muestra cómo el contenido de la palabra “pueblo” ha venido hoy a encogerse, de manera rabiosamente subjetiva, hasta quedarse reducido al fragmente  de la población, por minoritario que sea, que comulga con nuestros planteamientos. De ahí una deriva hacia la jerarquización y sacralización: nuestro “pueblo” particular tal vez sea minoritario, pero es la élite política y “concienciada”. 

 La mamá ideológica de Podemos

He insistido mucho sobre la asombrosa obsesión de los manifestantes por las referencias a la Revolución francesa. Contra las evidencias de su carácter socialmente heterogéneo, los “chalecos amarillos”, en una descarada pulsión nostálgica han decidido autoinvestirse no solamente como el “verdadero” pueblo, sustancialmente homogéneo y mayoritario, sino como los herederos del pueblo “fundador”, el de la Gran Revolución. Son constantes sus vituperios contra la supuesta “monarquía macroniana”, contra las nuevas “feudalidades”, encarnadas por “las élites tecnocráticas” y sobre todo pululan las invocaciones a la guillotina, las enfáticas amenazas de pasar por la oblicua cuchilla de la gran niveladora a la larga nómina de los “podridos”. El pueblo de la Revolución era igualitario y vengador y no era precisamente democrático. Pero cualquier crítica al carácter antidemocrático de la Revolución francesa es absurda y queda “fuera de cacho” como decimos en los Toros. El papel histórico de la Revolución Francesa no fue la instauración de la democracia, sino el de romper teatralmente con el orden estamental premoderno. Un orden que lo mismo podemos llamar heterónomo, sagrado o arbitrario. Considérense los tres adjetivos como  sinónimos. Y con ello, por vía de consecuencia, la Revolución francesa estableció, hablando en términos kantianos, “las condiciones de posibilidad” histórica de la democracia, establecidas sobre la instauración de la autonomía intelectual y la igualdad de derechos del sujeto humano. Con todo algo hizo la Revolución para articular los primeros balbuceos prácticos  de la democracia, primero a través de la Asamblea Constituyente (1789-1791), después con la Asamblea Legislativa (1791-1792) e incluso durante la llamada “Convención Nacional”. Quienes instauraron el dictatorial Comité de Salvación Pública (abril 1793 – julio 1794), forzado por lo torbellinos de la Historia (guerras exteriores e interiores, problemas económicos) no dejaron de proclamar su carácter excepcional y su vocación de provisionalidad.

Al fin y al cabo todo esto es lo de menos: baste recordar aquí que la Revolución Francesa duró 5 años. Así como se habla, casi con vértigo, de la infinita densidad del Universo anterior al Big Bang, asociada a una masa ínfima, podríamos decir que la densidad de los acontecimientos que se sucedieron a lo largo de aquellos efímeros 5 años corresponde a una actividad histórica normalmente multisecular. Hablar de posibilidades democráticas durante aquel bigbang de la Historia es simplemente absurdo. Además en ese estado inicial de la sociedad civil, los revolucionarios desconfiaban de cualquier institución intermediaria que consideraban generadora de manipulación y corrupción. Los Jacobinos creían en la democracia directa y en el ejercicio “in-mediato” de la famosa “voluntad general”. Apenas si les concedió tiempo la historia para comprobar que del dicho al hecho había mucho trecho.


 Sans-Culottes

Los “chalecos amarillos” se consideran los descendientes de los “Sans- Culottes”. No han parado de proclamarlo a los cuatro vientos. Su filiación directa tratan de expresarla de manera muy parecida a sus antepasados a través del espíritu vengativo, del igualitarismo nivelador y de una forma de resentimiento. Si el odio por la aristocracia caracterizó a los “Sans-Culottes” originales, los nuevos populismos -no paran de decirnos- se caracterizan por el odio a las “élites”. Entiendo que las élites y la aristocracia son cosas muy distintas, por no decir contradictorias. Semánticamente,  las élites las constituyen los mejores. Las aristocracias, en cambio,  reúnen más bien a quienes se consideran los mejores, por rutina, herencia o tradición, pero en ausencia de toda posibilidad de evaluación y no digamos de “desclasificación”. El estupendo término de “epistocracia”, se refiere a un tipo de gobernanza tributaria del saber de los expertos. Es indudable que la loable obsesión de Emmanuel Macron por la eficacia y los resultados le ha venido arrastrando a privilegiar algún tipo de “epistocracia”. Trató de sustituir el círculo infernal de la divisoria tradicional entre Izquierda y Derecha, por un  “círculo de la razón” integrado por buenas voluntades y competencias  procedentes de ambos horizontes. Yo fui de los seducidos. Pero es cierto que los privilegiados cerebros del Elíseo tendieron a verse muy guapos en los espejos de los pasillos y les faltó oídos para el runrún de la opinión pública y de sus frustraciones ascendentes. El problema es que a toda élite, a toda epistocracia, la acecha el peligro del aislamiento, del desdén y de la autoperpetuación,  o sea la tentación de convertirse en una aristocracia.

No nos confundamos: históricamente, el resentimiento fue un motor positivo contra la arbitrariedad. Se trataba entonces de un “re-sentimiento”, es decir un sentimiento que se revuelve y se repite como pez mordiéndose la cola, cuando la existencia del Hombre no depende de sí mismo sino del capricho de  otros hombres y no le pertenece ni la naturalidad de los propios sentimientos. Han pasado 230 años desde la Revolución francesa. Pero en realidad puede que nos separe de ella un milenio si nos regimos por la masa del caudal científico y epistemológico generado desde entonces por la modernidad. El resentimiento de los “chalecos amarillos” de ningún modo puede parecerse al “re – sentimiento” de los “Sans-culottes”. Parece más bien empeñado en darle la razón a Nietzsche: «Mientras que toda moral noble brota de un triunfante decir SÍ a uno mismo, la moral de esclavos dice de antemano NO y este NO es su acto creador». La epistocracia, basada en la competencia,  es tributaria del proceso de selección que caracteriza  la meritocracia. El resentimiento de los chalecos amarillos propende a negar el propio concepto de mérito y pone en práctica  los mecanismos de la nietzscheana “moral de esclavos”. Se trata de reputar malvado o corrupto al que sabe, o al que piensa, o al que recuerda que las cosas son complejas y que lo que distingue al ser humano del animal es la inevitabilidad del carácter diferido entre deseos y satisfacciones. En un segundo momento, claro, se tratará  de acreditar la idea mística de que los “chalecos amarillos” encarnan la sacralidad del “pueblo” y el pueblo, por definición “sabe”. Él conoce los atajos de la ciencia infusa.


 ¡Terribles élites!

Todas las revoluciones del resentimiento se han caracterizado por el odio al saber y a la competencia.  La Revolución Cultural china ponía a barrer aceras a los astrofísicos de excesiva tibieza maoísta. Es conmovedor el afán renovador de la democracia manifestado por los “chalecos amarillos”. Por más que todas las estadísticas nos dicen que la mayoría de ellos solían ser abstencionistas. En Madrid, en cuanto descarga un aguacero, salen a la calle inmigrantes de Bangladesh para proponer endebles paraguas por 3 o 4 euros. En Francia, frente a la supuesta demanda democrática de los “chalecos”, muchos profesores y doctorandos de ciencias políticas han salido a la calle y a las columnas de los periódicos para proponer sus pócimas y mercancía en mejora de la democracia. Frente a la indiferencia de los interesados. Lo que “mola” para ellos, lo que llevan semanas agitándolo como un sonajero, es la ensoñación del mítico RIC, el Referéndum de Iniciativa Ciudadana. No suelen tener idea de su posible funcionamiento. Creen haber entendido que con este nuevo gadget podrían  desmontar y anular a su antojo las leyes votadas por los cuerpos representativos. Frente al primer intento en muchos decenios de una democracia de la razón, ha surgido inesperadamente una inquietante democracia del resentimiento.

Sábado, 26 de enero, en un pueblo bretón

Bárbara (Rey), la sueca de aquí

 
Si las mujeres no tuviesen piernas, los sueños de los hombres dejarían de andar
Jorge Berlanga 

[Publicado en enero de 2015]

Hughes
Abc

López Vázquez y Ciges la raptaban en «La Escopeta Nacional». Simbólico rapto: ella era masoquista; ellos, onanistas. Rubia europeizada y objeto sáfico de la retorcida Transición, después domó elefantes. Su viaje a Las Vegas con Ángel Cristo merece película.

 — ¿Tiene negro para su memorias?

Necesito una tribu, más que un negro. Pero con lanza y todo. El día de la Constitución me pusieron una calle en Totana. No fue nadie de la prensa porque sólo interesa lo desagradable y si echo un polvo o no con un señor.

 —¿Fue un encuentro con su infancia?

 —Yo era un trasto. La abuela de Chendo tenía un terrenito con una balsica. Yo me quitaba el uniforme, me quedaba en bragas y a nadar en medio metro lleno de bichos. Con nueve años eso ya era un escándalo. «La Chenda» me decía: «Ya verás como suba tu madre».

—Usted fue la sueca de aquí.

 —Estaban Agata Lys y Nadiuska, de mucho pecho y caderas. Yo era estilizada. De hecho, a mí me ha gustado siempre ir con pantalón y tenía que ir a boutiques de hombres porque los de mujeres me quedaban pesqueros. He sido un poco ambigua. Pelito corto, poco pecho, piernas largas. Berlanga estaba loco porque las enseñara.

 —¿De ahí viene la moda de hacer de lesbiana?

 —No fui la que inicié el destape, pero no reniego. Me pareció interesante revindicar el lesbianismo. En los estrenos el vestíbulo estaba lleno de mujeres arrodilladas, besándome las manos, dándome las gracias y llorando, que parecía yo el Papa en vez de Bárbara Rey. Ya desde entonces el colectivo es mío. Una mujer como yo es difícil que tenga amigos que no sean gais porque con los otros siempre hay una mano suelta.

 —¿Es tocón el español?

 —Sí, mucho. Hay algunos que son amigos y te invitan a cenar y cuando entramos al sitio te ponen la mano por la cintura o te cogen del brazo. ¿Pero por qué me toca este tío?

 —¿Lo de Chelo fue experimentación?

 —Fue cabezonería. En «Carne apaleada» había hecho con Esperanza Roy una secuencia de sexo bastante dura y ya sabía que el roce con una mujer me era bastante desagradable. Claro que si dijera que fue más agradable besar a Fernando Esteso también mentiría.

 —Sería tentada por muchas lesbianas.

 —Claro, yo era la lesbiana oficial de España. Me pusieron como hoja de perejil y en algún estreno no nos quemaron como a Juana de Arco porque no llevarían mixtos. Pero arremetían contra mí, ni contra la Roy ni contra Rocío Dúrcal. Como si Barbara Rey hubiera hecho un bollo con un ser celestial.

 —¿Era la época de Alain Delon?

 —No, eso fue antes, en el 74. A mí me gustaba mucho, claro, pero a él le gusté yo más. Venía a verme al Teatro La Fontana. Cada vez que venía a España me llamaba. La cantidad de mensajes que me dejaba en el contestador... Estaba enloquecido conmigo. En París yo vivía en la casa de Alain y nunca quise que me sacaran fotos con él. Salíamos a pasear los perros por el Sena, le acompañaba a probarse ropa en Christian Dior... La que corté fui yo.

 —¿Era aburrido?

 —Me pasó como con Chelo. Me quedaba extasiada mirando lo guapo que era, pero hay una cosa que se llama piel. Oye, yo tenía química con mi marido y no te cuento con otros feos.

 —De Alain Delon a su marido...

 —Tenía otras cosas que no tenía Alain Delon. A veces una mano te toca y te estremece.

 —Otro francés fue Frank Francés.

 —Con él sí había química. Hubo también un mestizo, lo más guapo que he visto. Estaba ya separada. Nos invitaron a Cuba y fuimos a bailar con algunos amigos, todos locos y locas por ligarse al negro. ¿Sidney Poitier? Una porquería. Era mulato e iba vestido de safaris que era para subirse a una palmera. Me sacó a bailar, pero nada más.

 — Fue la musa de la UCD.

 —Eso decían. Yo ni tenía idea de qué era votar, pero a los que colaboramos con la UCD ni las gracias nos dieron. Bueno, sí, yo recibí un ramo de flores. Cuando Suárez legaliza el PC, TVE se llenó de personas de izquierdas. Fue un pacto. Todos los que habíamos colaborado con la UCD y que trabajábammos por nuestros méritos nos quedamos en la calle. Si ibas a un programa los cámaras no te querían grabar. Ahora soy apolítica, ácrata.

 —¿Eran los días con Garrigues Walker?

 —Fue la mejor persona que conocí. Ese sí que era un liberal de verdad.

 —¿Fue una de las primeras famosas en meterse en un reality?

 —A la fuerza ahorcan. En «Pesadilla en la cocina» me sacaban de borracha, pero yo iba con la copa en la mano a todos lados para que no se la bebiese Bienvenida Pérez, que me pedía el tetrabrik de vino baratejo para cocinar. No bebo, soy alérgica a los taninos.

 —El juego es su único vicio.

 —Pero no soy ludópata, soy jugadora. Los casinos de ahora me quitaron el vicio. Antes aún ganabas alguna vez; el crupier tenía un tacto fantástico y tiraba la bola al sector o barajaba de modo que al cortar podía salirte un buen sabor. Pero ahora son máquinas. Las cartas salen agrupadas y en la ruleta la bola cae donde les da.

 —Hizo un anuncio para Hacienda: «Ángel y yo siempre decimos la verdad».

Quita, no me lo recuerdes. Y encima salgo gorda como una vaca. Ángel y yo llevábamos las cosas bien, para tratarse de un circo.

 —Dígame otro feo.

 —Rexach era muy feo.

 —Se movería poco, decía que correr era de cobardes.

 —Conmigo no. Era como una gacela moviéndose por la raya. De cuerpo bien, de cara feico, pero me encantaba. No quería que nos viesen, decía que por el míster, pero era por la novia.

—¿Y la enemistad con la Cantudo?

Ella no ha sido generosa con nosotras. La obvié siempre hasta que llegó lo de Blanca Villa, cantante extraordinaria a la que demandó y que tuvo que perder su casa. Yo las vi en el estudio grabando. Lo presencié.

—También fue dura con Corinna. Dijo que se había quedado sin pelo.

Dije que tiene menos pelo que yo y que eso nos pasa a las mujeres con la menopausia. Si no la tiene es que igual es extraterrestre. Pero lo normal es que la tenga, porque nos llega a todas. Como la muerte.

—«A todas nos llegará», dijo Obregón.

Si lo dice ella, que es bióloga...

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Domingo, 27 de Enero

Valle de Esteban

El norte incendio, y el ocaso día

"Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír"

DOMINGO, 27 DE ENERO

Ilustre Teófilo: Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmiteron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto escribírtelos por su orden, después de investigarlo todo diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido. En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor». Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.
Y él comenzó a decirles:

-Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír.

Lucas 1, 1-4; 4, 14-21

sábado, 26 de enero de 2019

El Precursor

Francisco de Miranda


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Para salvar, con Venezuela, la vergüenza íntima de ser español, hay que mirar a Miranda; no a Miranda Rijnsburger, la modelo holandesa de Julio Iglesias, como propone Google, sino a Francisco de Miranda, un español sin medida, y en América, El Precursor, con lo cual salvamos también la vergüenza pública de pertenecer políticamente a la UE, esa “unión especuladora”, que diría García, y que, entre la ciática de Juncker y el piano de Donald Tusk, un cargador de pianos que hubiera perdido el piano, “se bebe el agua de los floreros” a la salud de Maduro, su Santa Claus.
    
Miranda es un nacionalista liberal, para pasmo de liberalios, si lo conocieran. Liberal, filantrópico-humanitario, romántico, moldeado por el nacionalismo norteamericano de Jefferson (ya presidente) y Madison (ya secretario de Estado), a cuyo lado el nacionalismo de Trump sería internacionalismo chomskiano, y eso que el primer padre fundador tratado por Miranda para promover la independencia hispanoamericana es Hamilton, a quien no se le puede decir nacionalista.
    
En Nueva York –dice Miranda por carta– se formó el proyecto actual de independencia y libertad de todo el continente americano.
    
Ocurre en su primer viaje a los Estados Unidos, donde, español al fin y al cabo, Miranda se queda sin aire ante “el espíritu de republicanismo” de la nueva nación, “que es tal que el mozo de mulas y todos los demás nos sentábamos juntos a la mesa, y no fue con poca pena que hube de conseguir el que a mi criado le diesen de comer separadamente”. John Adams, futuro presidente, reconoce que Miranda llega a “saber más de la vida social y política del país” que los fundadores. Pudo ser nuestro Tocqueville, un pintor en el sentido de la concepción francesa de la “peinture”, pero le pierde su romanticismo. Claro que también Tocqueville es un vencido: como aristócrata (guerra civil), como liberal (terror del 48) y como cristiano (sin fe a los 16 años).

    –C’est un vaincu qui accepte sa défaite –dirá Guizot.

El Gran Carnaval



Hughes
Abc
 
En «Días de radio», de Woody Allen, hay una escena en la que el padre persigue al niño para darle unos azotes. Mientras lo hace, suena música en la radio. Cuando ya lo tiene en posición de darle la somanta, algo lo interrumpe: la emisora informa del rescate de Polly Phelps, una niña caída en un pozo. Se ve un plano del rescate, reporteros, grúas, ingenieros, y luego personas por todo el país, escuchando en vilo la información.

La niña existió. En 1949, Kathy Fiscus, de 3 años, se cayó en un pozo abandonado en California mientras jugaba con su hermana. Su rescate se complicó y fue requiriendo grúas, excavadoras, camiones, y hasta focos de los estudios de Hollywood para iluminar la operación.

Esto capturó la atención de los medios. No sólo las radios. Se considera que la cobertura informativa en televisión cambió para siempre con ese rescate. La actitud periodística no pasó desapercibida y Billy Wilder se inspiró en el caso para «El Gran Carnaval», película en la que un reportero sin escrúpulos (Kirk Douglas) manipula en su provecho un rescate similar. A los dos días, Kathy fue encontrada sin vida. Es lo que refleja Woody Allen con nostalgia: la conmoción de todo el país. El padre abraza al niño al que antes quería azotar.

«Días de Radio» se estrenó en 1987, año en el que sucedió algo similar. Jessica McClure, de 18 meses, cayó en un pozo en Texas. Su rescate exigió abrir un túnel paralelo y mientras lo excavaban la oían cantar. La esperanza era su canción.

El exitoso rescate duró dos días y recibió una cobertura informativa de 24 horas por la entonces pequeña CNN, que obtuvo con ello uno de sus primeros éxitos.

Lo de España no es nuevo, pero en Totalán no se oía la voz del niño y pasaron demasiados días. A3 dejó abierta una ventana, «Sálvame» fue ocupado por la información y Ana Rosa se preocupó tanto que llegó a preguntarle a un minero si tenía claustrofobia. Han batido récords alimentando una esperanza que les era rentable, llamando rescate a lo que sólo podía ser un milagro. Y han llegado a influir en la realidad convirtiendo lo irremediable en un operativo que retransmitir con creciente ansiedad. No ha sido la explotación televisiva de la esperanza, sino su fabricación.

Sábado, 26 de Enero

Valle de Esteban

Y en Troya, cuando fue sangriento lago,
las cenizas de Helena revolvía.

viernes, 25 de enero de 2019

Oliver... y Reyes

 En el vestuario del Extremadura, ayer

 En Córdoba, hace justo un año


Francisco Javier Gómez Izquierdo
      El apellido Oliver se está revelando como el más inquietante en el mundillo del fútbol de 2ª. Se me escapa si el Oliver que ha escombrado al Reus y el del Extremadura de ahora mismo están emparentados de lejos o de cerca, pero lo que puedo asegurar es que al final de temporada las cuentas en Almendralejo andarán tan enrevesadas como andan las del Córdoba tras el paso de este Oliver que tanta zozobra ha ido sembrando allá por donde ha pasado: Xerez, Cartagena, Betis, Córdoba.., creo que también tuvo algo que ver con el Zaragoza y el Elche.
       
Luis Oliver, por aspecto, atuendo, fragancias y abalorios parece un personaje de película. Si he de ser sincero, un atildado malo de película, pero creo sinceramente que sabe mucho de fútbol y es todo un especialista -quizás el que más- en los tejemanejes del negocio. Tiene contactos, intuye talentos, vigila la necesidad ajena hasta revertirla en  chollo, y desde un frenesí siempre sospechoso se nos presenta de continuo como el propietario de un bálsamo de Fierabrás del que nunca sabemos dónde esconde el veneno tras el atractivo y letal aspecto.
       
Hace justo un año llegó a Córdoba a salvar un presunto cadáver y para ello se trajo buenos peloteros con oscuros contratos y unos papeles en los que se reconocía la valía millonaria de su propio talento para cobrarla en caso de salvación. El desafío le salió redondo, gracias sobre todos a Reyes, uno de los mejores jugadores que ha parido el fútbol español, al que consigue caros contratos de medio año -en junio, del Córdoba se fue a la China y de la China al Extremadura ayer- y al que presenta en plazas modestas como un nuevo Búffalo Bill al que admirar... porque en verdad Reyes causa admiración cuando sujeta el balón con la zurda, saca una falta, un córner, o manda cheques al portador para lucimiento de delanteros. Guardiola un poner, que hoy ha firmado por el Valladolid para aliviar nuestra economía. Dice Reyes de vuelta de China que no ha disfrutado nunca del fútbol como disfrutó en Córdoba -fue el amo y no le contestaron ni entrenador, ni público, ni prensa, pues nadie estaba a su altura y era evidente que los defectos físicos los suplía con un descomunal talento- y que está presto a repetir el jolgorio en su nuevo equipo. Un Extremadura que suponíamos en Córdoba como banco de pruebas de la familia Oliver, en el que se fogueaban nuestros próximos jugadores: Gallego, Jairo, Zarfino, Valverde.... pero el Extremadura entrenado por Juan Sabas ascendió, y Luis Oliver se dirigió a Almendralejo donde paraba su hijo, después de exigir y cobrar una prima prohibitiva  del Córdoba y dejar al frente del club a un señor de Montoro que creo está empezando a comprender cómo son los verdaderos tiburones en el negocio del fútbol. Allí hizo dinero de Jairo, lo acaba de hacer con Gallego y se ha traído a Reyes, no se aclara en qué condiciones ni a qué precio,  para repetir la hazaña cordobesa.
      
Lo que pase después de junio con el Extremadura y sus euros está por ver, pero con Reyes sus aficionados se van a divertir y van a ver de cerca la clase futbolística que podemos considerar pata negra. Cosa distinta es si el precio vale la pena.