Gila
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Botellazos son en Madrid las multas que pone la alcaldesa Botella por ir por la calle con un botellín en la mano.
Tengo delante uno de los botellazos del Día del Orgullo Gay, arreado a las 23,55 horas por los vigorosos agentes 57… y 67… a veinteañeros ajenos al rollo gay en la plaza de España, “junto a Monumento”, o sea, entre Don Quijote y Sancho, las dos figuras tomadas por Our Family Coalition para acompañar a Epi y Blas, propuestos por “The New Yorker”, en la galería de iconos gays.
Hechos denunciados: “Consumir bebidas alcohólicas en la vía pública”. Especificar qué bebida alcohólica se está consumiendo: “Lata cerveza con alcohol”. Norma Infringida: Art. 30.3 de la Ley 5/2002, de 27 de junio, sobre Drogodependencias y otros Trastornos Adictivos (LDTA).
Precio: 600 (seiscientos) euros.
Y sin pegar un solo tiro.
Cinco chavales con lata de cerveza en la mano suponen tres mil euros de recaudación efectuada en lo que un par de guardias formidables tardan en firmar un ticket de supermercado.
¿De qué comunidad amish se ha escapado esta gente?
–¡Pues que no lleven latas de cerveza por la calle! –proponen los demócratas de orden.
Que es la versión socialdemócrata del “Haga como yo, no se meta usted en política” del franquismo.
En el franquismo, el marqués de la Valdavia podía decir con un dry martini (mezclado, no agitado) de Balmoral en la mano: “Madrid, en agosto y con dinero, Baden Baden”.
En estos tiempos de botellazo y tente tieso el marqués diría que “Madrid, en verano y con dinero, Berlín”, pero el del sector ruso, que era el recomendado por Groucho Marx como remedio contra el divorcio.
Y con el botellazo de la señora Botella pasa como con el burro de Sancho, que se pierde en un capítulo y aparece hablando de él en el siguiente sin decir cómo lo ha encontrado.
Quiero decir que, al final, todos los botellazos llegan: una lata en la mano y… seiscientos euros incautados a una familia.
Por su salud.