Titulcia, Madrid,
Domingo, 24
Veletas
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Gran Hermano.
Medios y piperos, que están ligados “más fuerte que la hiedra” en el bolero de Los Panchos, quieren recuperar al único Real Madrid que les da vidilla: un Real Madrid de Gran Hermano.
El Gran Hermano Blanco.
Y hasta Valdano, que vuelve a ser Valdanágoras, ha marcado el camino para conseguirlo: un entrenador español.
Quien al oír un “¡viva España!” con un “¡viva!” no responde, si es hombre no es español, y si es español no es hombre.
Cuando Valdanágoras era Valdano puso la proa por falta de clase (no hablar inglés) a Del Bosque el del salmantino luto, que luego sería marqués, y contrató a dos boleristas: Queiroz y Pellegrini.
Bueno, pues ahora el entrenador ha de ser español (para entenderse con la prensa), pagafantas (cenas con sobremesa de redacción en asador) y, después de lo que Hughes dijo ayer aquí de los titis, tío de canterano, que la cantera, y esto hay que repetirlo, es el nacionalismo de los pobres, y el Madrid no puede vivir alejado de la gran corriente del siglo, que es el nacionalismo canterano, con Jesé de “boy scoutt” cantando canciones campamentales alrededor del tío Calambre, “maldito sea el Tío Calambre / que dio su sangre en la transfusión” (o en la “transferencia”, que diría la Carbonero).
Ese Madrid se construiría sobre la bizarría miureña de Sergio Ramos, un tío que si fuera militar hasta en el ejército de Pancho Villa ya habría sido fusilado, pero que tiene una sobrinilla que le dice titi, y la cazurrería tacañona de Íker Casillas, que tiene una novia que confunde al Machado de Leonor con el Serrat de “La tieta:
–La portera, al seu pas, dibuixarà un somrís…
Y mientras medios, piperos y primatólogos debaten si tiene ombligo el tío de Adán, personaje (el tío) entre el “Mon oncle” de Tati y “El tío Tom” de Stowe, Mourinho, presentado como el banquero que no admitiría la dación en pago de la cabaña de Tom, ha de preparar la Semana de Pasión Blanca para comprobar eso que tiene dicho Jabois de que el Madrid es ganar en primavera.
Copa del Rey y Copa de Europa. Barça y Manchester. Y dos miuras como los que presume de torear Ramos: los árbitros de Villar y Platini, es decir, los Teixeira y los Stark. (Téngase en cuenta la humorada/bravuconada villarí de enviar al Clásico del Bernabéu a Pérez Lasa.)
Futbolísticamente, sin árbitros, en la Semana de Pasión Blanca no habría de qué discutir, ya que incluso este Madrid “descapitaneado” es superior a Barcelona y United. Lo contrario es literatura, la pobre literatura del fútbol, pues, como dijo Foxá, no hay tapices de Goya sobre un penalti ni romances de Lorca sobre un córner: si acaso, odas de Alberti a un portero y de García Nieto a un central, que no son ni el Casillas ni el Ramos de la mitomanía pipera.
Ante la siesta socialdemócrata del tiquitaca y la matanza manchesteriana del córner (ese rito inglés sacado de “La rama dorada” de Frazer), Mourinho y sus doce del patíbulo, que son media docena (Cristiano, Pepe, Coentrao, Varane, Khedira y Özil) más los refuerzos anímicos de Alonso y Arbeloa. Que suene la “Marcha de los elefantes”.
Titulcia, Madrid
Domingo, 24
Poda
SUENA LAUDRUP
Por encima de Ligas y Copas está que el Madrid no vuelva a ser un
Gran Hermano, que a ese abismo nos asomaríamos, si se fuera Mourinho.
Para el acaso, “suena Laudrup”, de quien sabemos por lo que dejó escrito
Mendoza: “Descubrí que una de sus grandes aficiones era el vino y el
champán. Me mostró una habilidad que desconocía en él, pues descorchaba
botellas cortándoles el gollete con una espada. Cuando fuimos a jugar
con el Odense, en la comida oficial nos sacaron un Rioja con la
inscripción ‘Exportador, Michael Laudrup’.”
Titulcia, Madrid
Domingo, 24
Gran Hermano