jueves, 3 de diciembre de 2015

Perros de paja



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Me dice mi portero que la novia española de Richard Gere llegó al astro de Filadelfia por el budismo. ¿Y al budismo?

Por Schopenhauer.
Schopenhauer, el filósofo de la compasión, fue un solterón de activa y variada vida sexual (dormía con pistolas cargadas bajo su almohada y nunca dejó que su barbero le afeitase el cuello) y un pensador dispuesto a seguir a sus pensamientos allá adonde lo condujesen, que fue a desenmascarar a su admirado Kant, el “jurista” que Rivera y Pablemos quieren que leamos, ya que ellos, por culpa de “la vieja política”, que no lo edita, no lo han podido hacer.

Yo compararía a Kant con un hombre que, tras intentar toda la noche conquistar a una belleza enmascarada en un baile, cuando ésta por fin se quita la máscara, descubre que se trataba de su propia mujer –dice Schopenhauer en una fábula en que la belleza enmascarada sería, entonces, el cristianismo, y hoy, el humanismo.

O peor, el “empirismo pactista” (así lo llama su partido) de Rivera.

En el baile de máscaras de la campaña electoral los votantes se pasan la noche intentando conquistar a la belleza enmascarada del “empirismo pactista” que todo lo atrapa y que, al quitarse la careta, resulta ser el “café para todos” del 77, suponiendo que en el 16 haya máquina de café.

John Gray, a cuyos “Perros de paja” (revisitados) debe uno estas extraordinarias visiones, cuenta que en los ritos de la China antigua se empleaban perros de paja como ofrenda a los dioses.

Durante el ritual eran tratados con la mayor de las reverencias. Pero una vez que éste había acabado, cuando ya habían dejado de ser necesarios, eran pisoteados y abandonados.
De ahí un verso del “Tao Te Ching”, el texto taoísta más antiguo: “El cielo y la tierra son implacables. Los seres de la creación son para ellos meros perros de paja”.

En la Europa de los "Estados de partidos", sin representación ni separación de poderes, los votantes son los perros de paja del “Tao Te Ching”.