martes, 9 de octubre de 2012

Independientes


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Cuando aquel tribuno de las “multitúes” que fue don Niceto Alcalá-Zamora pedía una República sin republicanos (pues una República republicana, decía, sería un fracaso) estaba haciéndole el dibujo de la independencia a Mas, a quien no llamamos Arturo porque en Madrid por ese nombre atienden un cómico y un restaurador.
    
Mas tiene de la independencia la misma idea que Romanones.
    
¡Si yo tuviera la misma independencia que usted tiene…!
    
Es decir, que para Romanones la independencia consistía en no tener dinero, como Cataluña ahora, razón por la cual Mas quiere una independencia sin independientes, pues una independencia independiente sería un fracaso.
    
Por eso Gonzalón puede decir que aquí no se va a independizar ni el Tato y quedar como un hombre de Estado, cuando sólo es otro tribuno de las “multitúes”.
    
De momento, y por lo que se vio en el Campo Nuevo, lo que Mas tiene es una independencia de cartulinas como hecho diferencial del pueblo elegido y asimétrico que cree ser, con gente dispuesta a cantar “som la gent blau grana” con la sentimentalidad que otros pueblos no menos asimétricos cantan “Una mamá yiddish”, circunstancia que permite al grave profesor Enrique Gil establecer el punto de partida del independentismo catalán: “De ahí que muchos catalanes, al sentirse acosados y perseguidos como si fueran judíos, prefieran fugarse...”
    
A la vista de este independentismo y de este profesorado, los muchachos de “The Economist” que toman copas en Madrid han elaborado un informe que arranca como una crónica de César en las Galias:
    
A Galician, the Spanish like to quip
    
Que quiere decir que los españoles podríamos estar atrapados en una espiral de muerte (“death spiral”) como un bronce de Chirino.

Arturo Mas